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"HITLER O LENIN" reúne artículos de Joseph
Goebbels sobre el socialismo que intentó imponer el nazismo remarcando la clara
oposición que los postulados de sus 3 oponentes: El capitalismo, el marxismo y
el judaísmo.
En 3 apartados dedicados a cada uno de ellos deja bien en
claro sus errores y las alternativas positivas que el nacionalsocialismo tiene
que ofrecer al mundo, sin detenerse en una simple oposición sino buscando una
forma política y cultural superadora.
Para Goebbels, "El Partido Nacionalsocialista de los
Trabajadores jamás ha dejado dudas acerca de que, como ya lo dice también su
nombre, es un partido socialista. Para nosotros, los nacionalsocialistas, el
socialismo no es un letrero anunciador con el cual queremos atraer hacia
nosotros a las masas obreras marxistas, sino una profunda necesidad interior,
nacida no de un estado de ánimo inconstante, sino de conocimientos políticos
desapasionados. Queremos un Estado en el cual el trabajo y no el dinero sea el
soberano de la producción, y tenemos la voluntad de subordinar a este principio
férreo la vida económica de nuestro pueblo.
Demanda popular y socialismo
El Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores jamás ha
dejado dudas acerca de que, como ya lo dice también su nombre, es un partido
socialista. Para nosotros, los nacionalsocialistas, el socialismo no es un
letrero anunciador con el cual queremos atraer hacia nosotros a las masas
obreras marxistas, sino una profunda necesidad interior, nacida no de un estado
de ánimo inconstante, sino de conocimientos políticos desapasionados. Queremos
un Estado en el cual el trabajo y no el dinero sea el soberano de la
producción, y tenemos la voluntad de subordinar a este principio férreo la vida
económica de nuestro pueblo.
Ahora bien: la situación alemana es tal que no puede
hablarse ya con buena razón de una reestructuración socialista de nuestra vida
económica. Ya no hay en Alemania nada susceptible de ser socializado, porque la
política de cumplimiento pacifista de los marxistas burgueses y de los
burgueses marxistas, en favor de un fantasma político exterior y para mantener
su propia posición de poder inmoral, ha malvendido el patrimonio alemán en
todos los campos, pero sobre todo en el campo de la producción, de tal modo que
actualmente en Alemania apenas nos pertenece una piedra. La culpa de ello no la
lleva sólo la economía capitalista de explotación ilimitada de la burguesía
librecambista, como lo quiere sostener el marxismo, y no solamente la política
de renunciamiento traidora a la patria de la socialdemocracia, como lo quiere
sostener la burguesía.
Ambos operan mano a mano y en inalterable concordia por la
consecución del mismo objetivo, y por eso cae tanto sobre la burguesía como
sobre el marxismo todo el peso de la responsabilidad por la actual situación
catastrófica de nuestro pueblo.
Mientras persista esta situación, forzosamente en Alemania
tanto la demanda de socialización de la vida económica como de nacionalización
de la totalidad del pueblo seguirá siendo una frase.
El Plan Young, que en estas semanas será impuesto al pueblo
alemán, tiene un carácter pronunciadamente antisocialista y pronunciadamente
antinacionalista. Destruye toda posibilidad ulterior, por un lado, de un
entendimiento social dentro del pueblo alemán y, por el otro lado de una
restauración de nuestra libertad y dignidad nacionales. La lucha contra ese
dictado diabólico es tanto asunto de los socialistas alemanes como de los
nacionalistas alemanes.
Un pueblo que está forzado contractualmente a pagar durante
sesenta años cada año una suma de dos mil millones a la finanza mundial, de dos
mil millones que no puede producir por propia laboriosidad, sino que debe pedir
prestado bajo empeño de su patrimonio nacional, ese pueblo no tiene derecho a
hablar de socialismo: es el cómodo burro de carga del capital mundial. Contra
ello nos defendemos como socialistas. Y además: un pueblo que empeña sus
órganos más vitales tales como ferrocarriles, moneda y economía, a quien el
exterior fija el contingente del ejército, cuya vida no es determinada por la
constitución solemnemente acordada por la propia “representación popular”, sino
por los dictados tributarios de sus enemigos, ese pueblo no tiene derecho a
hablar de nacionalismo: es un plantío del militarismo de los otros, privado de
sus derechos de soberanía.
Contra ello nos defendemos como nacionalistas. Nosotros los
nacionalsocialistas perseguimos por tanto en nuestra lucha contra Young un
doble objetivo: uno socialista y otro nacionalista. Queremos quebrar las
cadenas de Young para abrir el camino al nacionalismo alemán. Actuamos, por
tanto, en ello, en el mejor sentido de la palabra, como nacionalsocialistas.
Si en esta lucha nos valemos de la demanda popular, entonces
ello no es sino uno de los medios tácticos con los cuales tratamos de llegar a
nuestra meta. Los medios con los cuales se persigue una meta son variables. La
meta sigue siendo la misma. El hecho de que en la aplicación de este medio
participan grupos que ideológicamente están separados de nosotros por un hondo
abismo, sobre todo en el orden socialista, pero, mirándolo bien, también en el
nacionalista, no es en sí una prueba contra la validez de este medio. Lo que
otros grupos quieren conseguir con este medio es para nosotros completamente
indiferente. De importancia es sólo lo que queremos alcanzar con ello, y que
nosotros alcanzaremos nuestra meta, o sea la ulterior preparación del gran
combate final por la liberación interna y externa de Alemania, esto lo
garantiza la pureza de nuestra conducción política, la consecuencia de nuestro
programa y la firme disciplina de nuestra Organización. A ello ninguno de los
grupos también incorporados puede oponer algo similar con la misma enérgica
claridad y consecuencia.
Si la socialdemocracia iniciara una demanda popular por la
expropiación de los príncipes de la banca y de la bolsa, de los judíos del Este
inmigrados desde 1914, por la socialización de las grandes tiendas, ¿no os
uniríais a ellos? ¡Ciertamente!
¿Y por qué? Porque eso sería una demanda popular de carácter
realmente socialista y nacionalista. ¡Cuánto más este es el caso en la lucha
contra Young! Aquí deben dividirse los espíritus: por Young y con ello contra
nuestro futuro socialista y nacionalista! Contra Young y con ello por la
libertad de nuestro honor. Por eso no sólo colaboramos en la lucha contra el
plan de Young; aquí, como siempre, estamos en el frente más avanzado con metas
claras y voluntad revolucionaria!
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