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EL ROBO DE LOS SIGLOS
El autor ha llegado a la conclusión de que la llamada
ciencia económica moderna representa un fenómeno similar al de la pintura que
los barbudos intelectuales llamaban ultramoderna y los arqueólogos antiquísima.
Es decir, que es un gigantesco “bluff” que casi nadie osa denunciar por temor a
pasar por indocumentado, retrógrado, etc., ante la masa conformista
reverenciadora de las ideas establecidas.
Porque, dígase lo que se quiera, no es natural —luego no es
posible— que la gente se muera de hambre y miseria por haber producido
demasiados bienes de consumo.
Es en los bancos donde se halla el verdadero poder. Si el
control no se ejercita a ese nivel, nada es posible. Los bancos son industrias
que trabajan con el dinero como materia prima. Del mismo modo, la globalización
del sistema económico ha dejado sin sentido cualquier distinción entre bancos
del Estado y bancos privados
CONTENIDO DEL LIBRO
El autor ha llegado a la conclusión de que la llamada
ciencia económica moderna representa un fenómeno similar al de la pintura que
los barbudos intelectuales llamaban ultramoderna y los arqueólogos antiquísima.
Es decir, que es un gigantesco “bluff” que casi nadie osa denunciar por temor a
pasar por indocumentado, retrógrado, etc., ante la masa conformista
reverenciadora de las ideas establecidas.
Porque, dígase lo que se quiera, no es natural —luego no es
posible— que la gente se muera de hambre y miseria por haber producido
demasiados bienes de consumo.
Los falsificadores son auténticos ladrones, puesto que al
lanzar moneda nueva al mercado, que se supone legal, toman para sí una parte
del valor del dinero de sus compatriotas, los cuales deben pagar forzosamente
por las mercancías y servicios que dichos falsificadores compran.
Es en los bancos donde se halla el verdadero poder. Si el
control no se ejercita a ese nivel, nada es posible. Los bancos son industrias
que trabajan con el dinero como materia prima. Del mismo modo, la globalización
del sistema económico ha dejado sin sentido cualquier distinción entre bancos
del Estado y bancos privados.
En Occidente, un gran número de entidades han sido
nacionalizadas pero incluso ellas se ven obligadas, como las líneas políticas
del gobierno, a cumplir la voluntad de la finanza moderna y actuar exactamente
de la misma manera que las finanzas privadas.
Actualmente, bancos y multinacionales están orgánicamente
coaligados entre ellos, y es imposible distinguir el sector de la producción
del de la finanza.
La ósmosis es total: en la Alemania Federal, el 70% de todas
las acciones con derecho a voto están bajo el control de tres bancos
comerciales; doscientas industrias británicas que representan el 85% de toda la
producción y ciento cincuenta sociedades que abarcan el 75% de todas las
exportaciones dependen de quince grandes bancos; en los Estados Unidos, cinco
de los 13.000 bancos detentan el 90% de la industria petrolífera, el 66% de la
siderúrgica y de las empresas productoras de maquinaria y el 75% de toda la
actividad química.
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