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PRÓLOGO DE JOAQUÍM BOCHACA
René Binet, en su juventud militante del Partido Comunista
Francés, se convirtió muy pronto a lo que él llamó "racismo europeo",
y estuvo en el origen, o a la cabeza, de numerosos grupos activistas
nacionales entre 1948 y 1955. Fundó la revista "Le Nouveau
Promethée", en Julio de 1950. Como dice Antonio Rossiello "el
nacionalismo revolucionario de Rene Binet no era un sentimentalismo
pequeño-burgués nacional e impulsivo, sino que se encarnaba en un monje-soldado
al servicio de una doctrina. Su racialismo le llevó hacia una Europa como un
corazón en el cual la sangre latía desde Johannesburgo hasta el Quebec y desde
Budapest hasta Sidney, afirmando la superioridad del Mundo Blanco no gangrenado
por el materialismo soviético y americano, y regenerado en el neo-paganismo.
Publicó numerosos libros nacional-revolucionarios, tales como
"Contribución a una ética racista", "Teoría del racismo", y
"Socialismo Nacional contra Marxismo", ahora en manos del lector.
Esta obra es una crítica demoledora de los diversos modelos de marxismo que
aparecieron como hongos, sobre todo tras la "liberación" de Europa.
El bisturí de su crítica es especialmente tajante al analizar el estalinismo y
el trotskismo. Demuestra que tales movimientos políticos eran, no sólo
nefastos, sino que incluso estaban plagados de contradicciones, prescindiendo
de los maestros Marx y Engels cuando les convenía. Binet denuncia el mito de
las "clases" y demuestra, de manera irrebatible, que el estalinismo
no era más que un Capitalismo de Estado, con todas las taras, corregidas y
aumentadas, del liberal-capitalismo occidental. Analiza también,
minuciosamente, el denominado, por Marx y Engels, fatalismo económico, olvidando
la incidencia de la finanza en la economía, tal vez por tener Marx ancestros
banqueros y ser nieto de un rabino. La ascendencia racial del "buda"
del Comunismo, y la influencia de la misma en su doctrina es aludida en
diversas ocasiones por Binet. No es el mismo caso para Engels, a quien,
sorprendentemente, nuestro autor califica de "alemán". Otro punto
sobre el que incide atinadamente Binet es en el concepto marxista del trabajo,
considerado por el Marxismo como una mercancía. Los contratos de trabajo de la
Rusia Soviética, por ejemplo, eran infinitamente más drásticos que los
habituales en el Capitalismo, considerándose cualquier leve infracción como un
"sabotaje contra la clase obrera", y reservándose el Partido el
derecho a cambiar la residencia de los obreros, mandándoles a trabajar muy
lejos de su domicilio.
Por encima de las clases, no sólo en la práctica, sino
incluso en la teoría, denuncia Binet la existencia de la clase de los
"ejecutivos", o administradores y dirigentes sindicales cuyas decisiones
eran tan incontestables como los ukases de la denostada época zarista. Pero
donde más insiste el Autor, en su crítica del Marxismo, es en el factor
biológico. Para él, la pretensión marxista de someter a los trabajadores del
mundo entero a un mismo programa, haciendo abstracción total de la realidad
racial es una quimera. Para Binet tal uniformidad es absurda. Al referirse a
los trabajadores europeos él emplea -con respecto a los actualmente
denominados tercermundistas- la palabra "superioridad", lo que en
nuestros tiempos le habría acarreado serios problemas de toda índole, los
judiciales incluidos. Al final del libro, René Binet habla de un Partido
Socialista francés. Ciertamente no puede referirse a la vieja S.F.I.O.
(Section Française de l'Internationale Ouvrière). Debe tratarse de un nuevo
partido socialista que pensaba formar, racista y europeista, en una época en
que se empezaba a esbozar el Tratado de Roma, preludio de la actual Unión
Europea. Un nuevo Partido Socialista, basado en los principios de UNIDAD del
Pueblo, AUTORIDAD del Partido y RESPONSABILIDAD del Jefe. Un partido, además,
declaradamente racista y libre de lo que él llamaba "ingerencias
asiáticas."
En su revista "Le Nouveau Promethée", que contaba
con un magnífico cuerpo de redacción, dio a conocer sus ideas, pero, falto de
anunciantes, desapareció al cabo de un año de su aparición. René Binet murió,
en 1957, en un accidente automovilístico que, según todas las apariencias, fue
provocado. Con la muerte de Binet abortó la posibilidad de crear un auténtico
partido nacional-revolucionario en Francia.
PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE 1978
En el mes de Agosto de 1975, el Instituto superior de las
Ciencias psicosomáticas, biológicas y raciales, fundado en Barcelona en 1969
por el Nuevo Orden Europeo, publicó una obra inédita y postuma de René Binet:
«Contribución a una ética racista». Al publicar hoy «Socialismo nacional contra
Marxismo», casi nuevo, ya que fue multicopiado y difundido modestamente en
1950, no nos exoneramos solamente de una deuda de reconocimiento hacia uno de
los fundadores del Nuevo Orden Europeo, sino que creemos servir a la causa de
nuestra raza al poner a la disposición de sus defensores importantes armas
espirituales.
Esa obra difiere de numerosas críticas del marxismo por el
hecho capital de que juzga en función de la defensa de la comunidad racial.
Encontramos aquí, como en «Contribución», el principio que permite plantear y
resolver los problemas. Pero, mientras que, en «Contribución» se dedica a la
parte eternamente válida de nuestra concepción del mundo: el servicio de una
raza que no solamente no quiere morir, sino que quiere continuar el ascenso
hacia la soberanía, la grandeza, la belleza, y alcanzar las más altas cumbres
de la vida en nuestro planeta, la presente obra lucha contra el principal
adversario ideológico, el marxismo, que, al postular la igualdad entre los
hombres, contradice la realidad biológica en general y la étnica en particular.
El mensaje de Rene Binet continuará, pues, siendo actual mientras subsista el
marxismo, es decir, hoy más que nunca.
Ciertamente, él se refería más precisamente a la forma
estalinista de la ideología adversa. Como tal monolitismo, hoy, se ha perdido y
nos hallamos ante una multitud de marxismos, ¿resultará hoy anticuado este
libro? En primer lugar, la diversidad en los comunistas reside más en los
objetivos geopolíticos a los cuales las doctrinas sirven de coartada. Así,
entre rusos y chinos, el verdadero problema se llama Siberia, mientras que la
curiosa querella sobre el revisionismo sirve de pretexto. Lo fundamental de
los edificios teóricos rojos subsiste. Por consiguiente, la crítica general del
comunismo en «Socialismo Nacional» continuará siendo válida para nosotros.
En segundo lugar, el estalinismo, con otros nombres,
continuará siendo uno de los polos del marxismo. En efecto, la dictadura
fortuita de un «número uno» cualquiera, puede lógicamente suceder a las
irracionales oligarquías que, por ejemplo, dirigen a la Unión Soviética desde
la caída de Khrustchev. Ningún régimen comunista ha sabido, hasta hoy,
resolver el problema de la renovación de las élites; el error doctrinal de la
«igualdad de los hombres» hace la solución prácticamente imposible. La aguja
de las brújulas rojas oscilará, pues, sin cesar entre la incoherencia y... el
estalinismo. La crítica del estalinismo se inclinará pues, todavía hoy, si la
brújula quiere, hacia importantes aspectos de los marxismos. Pero su
utilización exigirá sentido común. El militante juicioso, capaz de reflexión y
de crítica, encontrará aquí un arsenal extraordinario, dada la experiencia de
René Binet en este terreno. Si consigue llegar a discernir la proporción de
estalinismo de un régimen determinado, no le faltarán argumentos. Pero lo
esencial de la obra llega todavía más lejos. En la oposición constante de
nuestra concepción del mundo a la doctrina criticada al demolerá Marx, René
Binet construye el social-racismo. Con una precisión que sólo permite una
acerada crítica. El alma de la raza reaccionará al ponerse en contacto con la
decadencia. Más que un conjunto de abstracciones exánimes, la experiencia de
lo abyecto, de lo bestial, guiará a todo el que posea la consciencia de su
sangre.
Y René Binet continuará siendo un guía seguro para las
generaciones futuras. El siempre ha ido directamente al grano. Su indomable
voluntad vibra todavía en los textos que nos ha dejado. En una época en que la
decadencia corroe la voluntad de nuestros pueblos, este ejemplo, el contacto de
esta voluntad, la evocación de este gran sueño, realidad del mañana, nos
conducirán al despertar de la raza.
Así pues, pedimos al lector que haga circular este libro.
Y, si es posible, que un segundo ejemplar, encuadernado, en una biblioteca
selecta, sirva de mensaje a los siglos futuros.
G.-A. Amaudruz
ADVERTENCIA
Las notas que encontraréis aquí no han sido escritas para
teorizantes melenudos ni para los hombres que viven fuera del tiempo.
Han sido escritas para los militantes, los combatientes,
que sólo querrán encontrar en ellas argumentos y armas para su lucha.
Compilación de notas redactadas alternativamente en las
cárceles francesas y en la cautividad alemana, la forma de esta obra podrá
sorprender a los que prefieren el academicismo de las formas. En la medida en
que estas notas se completan y se superponen, se encontrarán ciertas
repeticiones, pero los militantes que las manejen podrán así tomar cada
artículo por un todo, sin deber agregarlos necesariamente al conjunto.
Decidido, por consiguiente a hacer caso omiso a los
quisquillosos, a los histéricos de la teoría, a los intelectuales
«predestinados», les pido no ir más allá del comienzo de una compilación que no
es para ellos y no malgastarán su tiempo tan precioso. En cuanto a los demás, a
todos los camaradas conocidos y desconocidos que la utilizarán, deseo
proporcionarles los medios de llevar a
cabo una lucha necesaria y urgente para liberar al socialismo de la hipoteca
marxista y de los que se sitúan por encima de la «melée»
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