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La revisión del holocausto nos ha dado ya cientos de obras
donde se expone -al menos en gran parte de ellas- de forma clara y metódica la
falta de pruebas de la existencia de un así llamado "holocausto",
entendido como el plan sitemático de extermino de judíos llevado a cabo por los
alemanes durante la segunda guerra mundial, y se ponen al descubierto las
falsedades de los llamados "historiadores extermicionistas".
Como respuesta a estas tesis, los "revisionistas"
sólo han conseguido ser objeto de una conspiración del silencio para que sus
obras no sean analizadas, cuando no simplemente la persecución física y legal.
La falta de respuesta a las tesis revisionistas al menos la intentó subsanar el
especialista en el holocausto César Vidal, que intentó rebatir las tesis
revisionista en su obra "La revisión del Holocauso" publicada en
1994. Vidal expresa con claridad la finalidad de su obra:
"Realizar una revisión del Holocausto constituye una de
las tareas más necesarias en el momento histórico actual, siempre que la misma
arranque del análisis directo de fuentes históricas contrastadas e
irrefutables. Esa es la finalidad del presente estudio. No se trata de una obra
acerca del Holocausto como tal. Más bien constituye un análisis de la labor
realizada en relación con el mismo por parte de los autores
revisionistas". Sin embargo, a pesar de esta aparente declaración de
principios, ninguno de estos objetivos ha sido alcanzado por César Vidal en su
obra. Vidal, como se verá en el estudio realizado por Aynat, ni realiza una
revisión del Holocausto, ni ha tenido acceso a las "fuentes históricas
contrastadas e irrefutables", ni su análisis sobre los historiadores
revisionistas puede tomarse en consideración. La obra de César Vidal es una
descalificación total del revisionismo y también de los revisionistas. Pero el
estudio de Enrique Aynat pone en entredicho y al descubierto la falta de
seriedad científica de la obra del académico madrileño-aragonés. Vidal ha
cometido una serie de errores metodológicos y de fondo que invalidan por
completo su obra. Sorprende porque contiene un sinnúmero de infracciones de las
pautas habitualmente seguidas en los trabajos académicos. Aún más al poseer
este el título de Doctor. Un doctor que ha traducido mal, ha citado mal, ha
razonado mal, ha plagiado, ha comentado documentos que no ha visto, etc.
A la vista de ambas obras, el lector podrá juzgar por sí
mismo y comprobar los métodos de tales visiones opuestas de la historia,
escuchando, al fin, la voz de cada bando. Un proceso elemental de cualquier
investigación histórica, excepto del holocausto.
INTRODUCCIÓN
0.1 El autor y la obra
César Vidal ha publicado en 1994 la obra La revisión del
Holocausto.
César Vidal, según la pestaña posterior de la obra citada,
nació en Madrid en 1958 y es profesor de Historia de la Universidad Nacional de
Educación a Distancia. Es doctor en Historia Antigua y licenciado en Derecho y
Teología. Ha publicado treinta obras, muchas de ellas traducidas a varias
lenguas (entre ellas el polaco y el georgiano). Algunas de sus obras son: El
judeocristianismo palestino en el siglo I (Madrid 1994), Buda (Barcelona
1994), The Myth of Mary (California 1994), Diccionario de
las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e Islam (Madrid 1993) y
Los esenios y los rollos del Mar Muerto (Barcelona 1993).
Es miembro de instituciones como la American Society of
Oriental Research y el Oriental Institute of Chicago. Colabora habitualmente en
varias publicaciones. C. Vidal es, por tanto, un especialista en historia de la
antigüedad y particularmente en su faceta religiosa.
La revisión del Holocausto está dividida en tres partes. La
primera -”En el principio fue Rassinier...”- está dedicada al autor francés
Paul Rassinier, pionero del revisionismo. En ella expone la evolución de este
autor, desde sus actividades antinazis en la Francia ocupada -que le supuso la
deportación al campo de concentración de Buchenwald en enero de 1944- hasta sus
convicciones revisionistas de posguerra. Más adelante, Vidal trata dos aspectos
en los que ha incidido especialmente la crítica revisionista: la supuesta
intención de los alemanes de exterminar físicamente a los judíos y el
instrumento -las cámaras de gas homicidas- con el que se pretendió llevar a
cabo tal exterminio. Finalmente, Vidal estudia la cuestión del número de bajas
judías durante la guerra y las reparaciones pagadas por Alemania.
La segunda parte se titula “El aporte del otro lado del
Atlántico”. En ella, además de cuestionar a los autores nortamericanos H.E.
Barnes, A.J. App y A. R. Butz, destina un capítulo al diario de Ana Frank. En
este capítulo Vidal hace hincapié en la reciente edición crítica del diario,
que -según él- supone el fin de la controversia sobre su autenticidad.
En la tercera y última parte -”La conexión neonazi”- Vidal
examina la principal institución revisionista, el Institute for Historical
Review, con sede en California y censura speramente a dos autores
revisionistas, David Irving y Robert Faurisson, y a un antiguo miembro de la SS
que estuvo destinado en el campo de concentración de Auschwitz, Thies
Christophersen. Además, ocupa unespacio notable la crítica a la que Vidal
somete al denominado “Informe Leuchter”, peritaje de un especialista
norteamericano en instrumentos de ejecución, Fred Leuchter, sobre las supuestas
cámaras de gas y los hornos crematorios de dos campos nazis.
Una breve conclusión y “Diez tesis sobre el Holocausto y el
revisionismo”,
a modo de resumen, cierran el cuerpo de la obra.
Por último, Vidal dedica un apéndice al “revisionismo
hispano”, en el que vitupera al autor mejicano Salvador Borrego y al español
Joaquín Bochaca, y otro a la “querella de los historiadores alemanes”, sobre el
intento realizado por algunos autores de trivializar
el Holocausto y la polémica que se produjo.
En definitiva, La revisión del Holocausto es una
descalificación total del revisionismo y de los revisionistas.
0.2 Fin de la obra
Vidal expresa con claridad la finalidad de su obra:
“¿Necesita el Holocausto ser sometido a una revisión? El
autor de estas líneas piensa ue, efectivamente, así es. Incluso iría más allá,
hasta el punto de afirmar que, ciertamente, realizar una revisión del
Holocausto constituye una de las tareas más necesarias en el momento histórico
actual, siempre que la misma arranque del análisis directo de fuentes
históricas contrastadas e irrefutables. Esa es la finalidad del presente
estudio. No se trata de una obra acerca del Holocausto como tal. Más bien
constituye un análisis de la labor realizada en relación con el mismo por parte
de los autores revisionistas”1. Sin embargo, ninguno de estos objetivos va a
ser alcanzado. La obra resulta ser un fiasco absoluto. Vidal, como se verá más
adelante, ni realiza una revisión del Holocausto, ni ha tenido acceso a las
“fuentes históricas contrastadas e irrefutables”, ni su análisis sobre los
historiadores revisionistas puede tomarse en consideración.
0.3 Cuestiones conceptuales
Etimológicamente la palabra “Holocausto” procede del griego
“holokaustos”, formada or la raíz “holos” -entero- y “kaio” -quemar-. Entre los
judíos aludía a un sacrificio religioso en el que la víctima era consumida por
completo por el fuego. Figuradamente significa sacrificio o acto de abnegación.
En hebreo recibe la denominación de Sho’ah. En una segunda acepción, que es la
utilizada por Vidal, “Holocausto” es la realización por parte de las
autoridades alemanas de un plan de exterminio físico de una cifra próxima a los
seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. En cuanto que el
término ha sido empleado asiduamente desde la década de los 50 hasta la
actualidad, lo emplearé
yo también, aunque más por convencionalismo y comodidad que
por rigor terminológico.
El “revisionismo”, en general, ha sido acertadamente
definido por una enciclopedia como la “actitud de quienes ponen en tela de
juicio las bases de una doctrina o de un sistema (económico, político, etc.)”2.
Dado que, además, el término ha encontrado una aceptación unánime entre los
especialistas, lo utilizaré para referirme a la postura mantenida por aquellos
que discrepan de la tesis oficialmente en boga desde 1945 sobre el Holocausto.
Sin embargo, hay que aclarar desde el principio que el revisionismo no es una
escuela ni mucho menos una organización central. Bajo este término se engloban
personas de las más dispares procedencias. Hay quienes sufrieron la represión
nazi por motivos políticos
(Paul Rassinier) o por motivos raciales (Joseph G. Burg, de
origen judío y deportado a Transnistria durante la Segunda Guerra Mundial). Hay
también antiguos miembros de la SS (como Thies Christophersen). Pero la mayoría
de los revisionistas no participaron directamente en la guerra o nacieron
después de ella y proceden de todos los campos ideológicos, incluida la extrema
izquierda (como la editorial “La Vieille Taupe” en Francia). Prue ba de esta
heterogeneidad es la procedencia geográfica del Comité editorial consultivo del
“Journal of Historical Review”, la principal publicación revisionista a escala
mundial. Entre sus 21 miembros hay 12 norteamericanos, 3 alemanes, 2 franceses,
1 australiano, 1 italiano, 1 japonés y 1 español. En cuanto a sus actividades
profesionales, proceden del campo de la enseñanza, del periodismo, de la
abogacía, de la judicatura y de actividades privadas.
Paralelamente, emplearé los términos “exterminacionismo” y
“exterminacionista” para referirme a los adversarios del revisionismo.
Utilizaré estos términos por comodidad y reconociendo que su
empleo no parece del todo correcto en la lengua española.
notas:
1 VIDAL, CESAR: LRH, pág. 13.
2 Nueva Enciclopedia Larousse, Planeta, Barcelona 3ª 1984.
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