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Nos complacemos en presentar al lector la presente
traducción del libro «Deutsche Sozialisten am Werk» que recoge ensayos sobre la
aplicación del socialismo a la realidad cotidiana, escritos por destacadas
personalidades del Movimiento nacional socialista.
Se hicieron las ediciones alemanas, que se agotaron
rápidamente, bajo los auspicios del Dr. Goebbels, Ministro de Propaganda del
Reich.
Al recopilar los ensayos, el Príncipe Friedrich Christian de
Schaumburg Lippe se ha propuesto descubrir que el socialismo es primordialmente
una circunstancia del espíritu, que la asombrosa solución dada a los problemas
sociales en Alemania, se debe fundamentalmente a la fuerza espiritual que
inspira a los dirigentes, mientras que las formas de la organización materialización de la idea son la
consecuencia lógica de aquélla, que nunca pueden ser elevadas a dogma teniendo
que adaptarse a las exigencias variables del momento y lugar. Por lo tanto, el libro
no ofrece «Soluciones patentizadas», sino que es un llamamiento a no desviarse
del espíritu socialista.
PREFACIO
Nos complacemos en presentar al lector la presente
traducción del libro «Deutsche Sozialisten am Werk» que recoge ensayos sobre la
aplicación del socialismo a la realidad cotidiana, escritos por destacadas
personalidades del Movimiento nacional socialista.
Se hicieron las ediciones alemanas, que se agotaron
rápidamente, bajo los auspicios del Dr. Goebbels, Ministro de Propaganda del
Reich.
Al recopilar los ensayos, el Príncipe Friedrich Christian de
Schaumburg Lippe se ha propuesto descubrir que el socialismo es primordialmente
una circunstancia del espíritu, que la asombrosa solución dada a los problemas
sociales en Alemania, se debe fundamentalmente a la fuerza espiritual que
inspira a los dirigentes, mientras que las formas de la organización materialización de la idea son la consecuencia lógica de aquélla, que
nunca pueden ser elevadas a dogma teniendo que adaptarse a las exigencias
variables del momento y lugar. Por lo tanto, el libro no ofrece «Soluciones
patentizadas», sino que es un llamamiento a no desviarse del espíritu
socialista.
Nacional socialismo, Sindicalismo y Corporativismo son
afines, son todos expresión del ideario socialista aplicados a las exigencias
específicas del socialismo alemán, español e italiano, es decir, quieren servir
a los intereses de las respectivas comunidades nacionales.
Las cifras estadísticas que se citan corresponden en su
mayoría al año 1934 o 1935, que fue cuando el resurgimiento alemán estaba en
sus comienzos. No se las ha puesto al día, porque dada la orientación del
libro, son de importancia secundaria.
Extraordinarias dificultades se han tenido que vencer para
verter al español la terminología nacional socialista. Sin embargo, confiamos
que el libro, no sólo por su contenido, sino también por su léxico, servirá
para facilitar la mutua comprensión entre las dos grandes Naciones amigas.
PRÓLOGO
Los gobiernos del periodo anterior se encontraron
desorientados
y sin recursos ante el aumento creciente de la miseria ¿Qué
hicieron
los que entonces afirmaban representar al trabajador y
luchar por
los derechos de los desheredados para hacer realidad sus
bellas frases?
Por el contrario, nosotros hemos dado la prueba ante la
Nación
y ante el mundo entero de que la creación de una verdadera
comunidad
popular es para nosotros de una importancia absoluta y que
nuestro movimiento no porta en vano el nombre18 de un
partido
socialista.
Si la nación respalda de ahora en adelante con lealtad y
disciplina
el trabajo del Führer, si no retrocede ante la enormidad de
los
deberes que se alzan ante nosotros, entonces tendrán éxito
las más
difíciles empresas.
Dr. Goebbles
Ministro de Educación y Propaganda del Reich
INTRODUCCIÓN A LA 1ª EDICIÓN
La idea de este libro se formó en mí durante mi estancia en
el Ejército.
De esta forma quise hacer frente a dos ofensivas, cada vez
más
intensas, procedentes de dos frentes opuestos entre sí.
Por esta razón ofrecí a cualificados camaradas del Partido
que
pusieran en claro, cada uno en el marco de sus respectivos
ámbitos
de competencias, que nuestro socialismo ni es ninguna
especie de
«marxismo encubierto» ni tampoco corre el peligro de
«aburguesarse».
De la selección de los colaboradores, su experiencia y su
posición
militante en cada uno de los temas tratados se colige que
este
libro –que ya ha rebasado los límites del Ejército– deberá
convertirse
decididamente en un gran corpus argumentativo para nuestro
socialismo.
Ahora, dos años después de la toma del poder, hablamos con
orgullo
de la inmutabilidad de nuestras tesis socialistas y, al
igual que
éstas guían nuestra Alemania como prueba de su autenticidad,
hacemos
pública de nuevo una ardiente y absoluta profesión de fe: en
nuestro pueblo y en nuestro Führer.
Julio de 1935, el Editor
Príncipe de Schaumburg-Lippe.
INTRODUCCIÓN A LA 2ª EDICIÓN
Sabíamos que un libro sobre el socialismo alemán, redactado
por
cualificados camaradas del Partido –tal y como lo edité–
sería de
enorme interés y encontraría un alto grado de reconocimiento
no
sólo entre nuestros camaradas del Partido sino, más allá, en
el pueblo
alemán en su conjunto.
No obstante, el éxito del libro ha sido todavía mayor, de
manera
que ya hoy ha podido aparecer la segunda edición. La
presente
edición ha sido profundamente mejorada mediante una
importante
ampliación de las contribuciones dedicadas al terreno de la
cultura
y la civilización. En vista del enorme éxito, que a pesar de
todas las
prometedoras esperanzas ha resultado sorprendente, quisiera
agradecer
en este lugar a todos aquellos que con su colaboración y su
impulso
han ayudado a nuestro socialismo a avanzar victoriosamente.
Febrero de 1936, el Editor
Príncipe de Schaumburg-Lippe.
INTRODUCCIÓN:
El socialismo y la cosmovisión nacionalsocialista
Al hablar de nacionalsocialismo la propaganda anti-nazi ha
impuesto hasta tal punto ciertos puntos de vista que es habitual que incluso
sus defensores sigan estas líneas impuestas, mantengan la total ignorancia que
existe sobre las obras de gobierno del Tercer Reich que resultan de una
terrible importancia y actualidad para el mundo entero, y se centren en la
discusión de temas como, por ejemplo, el judaísmo y la raza antes que en los
aspectos que hicieron del nacionalsocialismo un movimiento realmente
revolucionario y excepcional en la historia. En cambio, cuando leemos las obras
doctrinarias del propio partido nacionalsocialista casi siempre el énfasis está
puesto en los conceptos de socialismo y comunidad, enmarcados estos en una
historia común, en un sistema de valores espirituales antes que materialistas y
en un destino de grandeza. Este socialismo a su vez se manifiesta en una obra
social en pos del engrandecimiento de una comunidad en la que se distingue un
tipo especial de hombre para quien se pretende abrir los caminos de su
evolución. Es así que, aunque hayan sido traducidas de distintas maneras, las
palabras Weltanschauung (que nosotros traduciríamos como cosmovisión) y Volk
(que traduciríamos como pueblo pero unido a una determinada historia, raza o
estirpe) suelen ser las más utilizadas en los discursos de Hitler y en las
obras doctrinarias oficiales. Estas a su vez se estructuran alrededor de otros
conceptos como Reich (Imperio) en tanto que unidad superior que se impone como
organismo trascendente y jerarquizado que aglutina pueblos con un mismo destino
y unos mismos valores; Volksgemeinschaft (comunidad popular) como objeto de las
políticas de Estado, las que pretenden cuidarla y fortalecerla a la vez que
absorber sus valores históricos y el espíritu de su raza; Rasse (raza), y Blut
(sangre) como su portadora, como guía de determinados valores, impulsos e ideas
que actúan como fuerza formadora; Heldentum (heroísmo) como arquetipo del
hombre que forma y guía a la comunidad, para que no sólo el líder sino todo el
pueblo, en tanto que todos deben sacrificarse por la comunidad teniéndola
siempre presente en su vida como calificadora de sus actos, sea impulsado al
heroísmo mediante la actualización pública de la figura del héroe en libros,
monumentos, películas e historias ejemplares; Kameradschaft (camaradería) como
una comunidad en la lucha, un espíritu de soldado, un conciencia de unidad de
destino y solidaridad sobre todo; Ehre (honor) y Treue (lealtad) como lo
valores esenciales de los pueblos arios y de la comunidad, parámetros de la
organización comunitaria tanto como aglutinante de la misma. Todos estos
valores, junto a otros tantos relacionados a ellos, constituyeron las partes
esenciales de la Cosmovisión nacionalsocialista.
Como se verá, no se puede hablar de socialismo o de
cualquier otro ámbito de la obra política del Tercer Reich sin hacer referencia
a esta cosmovisión, a una orientación que pone en primer lugar los valores
espirituales y por lo tanto combate el materialismo y el imperio del dinero en
la vida de la comunidad. De este simple hecho recaba su fuerza el gobierno de
Hitler y la espectacularidad de sus obras. Fue gracias a su orientación, y al
profundo arraigo de una cierta forma de valorar la vida, que Hitler triunfó
donde los teóricos del socialismo habían fracasado. Faltaba un espíritu
socialista que diera impulso a las circunstanciales obras que lo manifiestan y
constituyen la aplicación a este socialismo. La mayor demostración fue que el
tan mentado „bien común“ fue esta vez una realidad: los increibles avances de
la Alemania de Hitler dejaron al mundo con la boca abierta (1) y conquistaron
el corazón de los alemanes, que siguieron fervientemente a su líder en un
porcentaje de adhesión que ningún otro gobierno pudo lograr. El socialismo nazi no se quedó en palabras
bonitas ni en conveniencias políticas del momento sino que bien supo llevar y
justificar el nombre de nacionalsocialista en todas sus obras de gobierno.
Este libro pretende demostrar, mediante la recopilación de
escritos de destacados socialistas en sus diversos ámbitos de competencia, que
la asombrosa solución de los problemas sociales de Alemania se debe antes que
nada a una determinada fuerza espiritual y que las diversas formas de
organización social son apenas la manifestación de ésta.
Para esta nueva edición, gracias a la ayuda de un honorable
hombre de valores como R.B., al que tanto le debe la recuperación de la verdad
histórica, hemos podido contar con la traducción inédita de los capítulos que
faltaban traducir de la obra original y que sin duda dan un nuevo cariz y una
mayor fundamentación al conjunto.
Socialismo religioso
No podemos pues menos que empezar a analizar el libro
mediante uno de los capítulos que más se echaron en falta en la primera edición
castellana: el referente al „socialismo religioso“. Dado que para el nazismo el
socialismo es un hecho del espíritu, debemos buscar su esencia y fundamento en
una determinada religiosidad que ha sido calificada como aria o hiperbórea para
poder diferenciarla y contraponerla a la que impuso el dios Yahvé primero a los
semitas y poco a poco a gran parte del mundo. Mientras la „religiosidad
jeovítica“ se basa en el temor y en la humillación ante un dios que pretende
ser el único mediador con lo divino, la aria encuentra en todo, en el Absoluto,
y en el interior del mismo hombre, el contacto con lo divino. Mediante la
noción de Cosmos, de un Universo ordenado jerárquicamente de acuerdo a las
leyes que se pueden apreciar en la misma naturaleza y en absolutamente todo lo
creado(2), se honra a la divinidad en el contacto con todo lo que nos rodea y
en cada una de nuestras acciones en armonía con este Cosmos. El individuo es
entonces un hacedor y manifestador de lo divino, mediante su obra honra a Dios. Gracias a este
sentimiento de estar en comunión con Dios a través de nuestros actos es que la
entrega por la comunidad y la concreción del socialismo es posible. Porque el
socialismo se construye con la entrega y el sacrificio en pos de la comunidad,
y este sentir al camarada como un hermano y entregarse amorosamente por la
comunidad es la manifestación del amor divino en cada hombre. El Amor divino
puede tomar dos direcciones: amor hacia la propia divinidad, lo que se llama
Honor, y amor hacia la divinidad en los demás, lo que se llama Lealtad. La
división, impuesta por la naturaleza, en pueblos y razas a los que se debe
respetar y preservar, la unidad de destino y vida social en medio de un
desarrollo común hacen que se ponga en primer lugar la noción de Comunidad.
Este amor es además el que permite que se dejen de lado los
deseos egoístas, los propios miedos que no permiten alcanzar el conocimiento y
la conciencia de comunidad, y los odios que impiden concentrar las fuerzas en
el bien común. Liberado el camino de estos 3 „demones“(3) y fortalecida esta
fuerza divina, la consecución del socialismo se halla libre de obstáculos. Así
se llega a decir: „Esta voluntad divina que nos circunda y nos inunda nos
exhorta a la unión con la luz, con el cielo y con la tierra“. „Esta porción del
amor divino presente en todos los seres es un mandato del Creador a continuar
actuando, ordenando y conviertiendo la tierra en un Paraíso“. „Sin el
sentimiento de estar en comunión con el Creador y actuar según su voluntad no
es realizable la verdadera entrega hacia la comunidad“.
Se debe también mencionar que el reconocimiendo de las
diferencias entre las distintas razas es aquí visto como el reconocimiento de
las leyes de la creación. La comunidad popular es vista como como un destino y
un orden divino, como la partícula del todo que se nos encomendó preservar y
perfeccionar, y no deteriorar mediante las cruzas raciales que producen individuos
con cada vez menos capacidades y posibilidades de realizarse. La creación de la
condiciones para que hombres superiores puedan crecer y la selección de los
mismos mediante la temprana detección de un caracter fuerte y una amorosa y
sacrificada entrega por los demás es lo que permite la creación de un estrato
dirigente. Sólo mediante la selección de los mejores para ser líderes de la
comunidad, y no mediante el igualitarismo y el reinado de la masa, este mandato
divino puede ser mantenido.
La perfección y evolución del ser humano es actuar en
armonía con los designios divinos. Con el socialismo la obra de Dios despierta
en cada uno. Las obras de este socialismo que serán juzgadas por la posteridad
no son la simple provisión de bienes (esto no es sino un deber del Estado) sino
el fortalecimiento del Alma del pueblo, por su acercamiendo mediante el arte,
la arquitectura, la música y la poesía al Espíritu divino. Por la plasmación de
la obra de Dios en la Tierra y en el pueblo que nos ha tocado constituir y
cuidar.
El trabajador del corazón y del Alma
Lógicamente, luego de la importancia dada a una cierta
religiosidad, se debe pasar ahora a valorar el fundamental papel que en el
Tercer Reich tuvieron los interpretadores y formadores del Alma del pueblo. Una
de las características que más distinguen al Tercer Reich es justamente la
preponderancia que siempre tuvo el arte para la obra de gobierno del
nacionalsocialismo y para Hitler mismo. Creemos que lo que más determina la
personalidad de Hitler es justamente su relación con el arte. Desde su
despertar político por su fanatismo por Richard Wagner hasta el constante
colmar, hasta el último día, a su pueblo de ofertas artísticas, pasando por su
alma de arquitecto y pintor que diseñó monumentales obras en toda Alemania, no
tiene paralelo con ningún otro político. Encontramos aquí otra prueba más del
motivo de esta preponderancia: El arte es manifestación y sostenedor del
espíritu, él es el encargado de hacer vibrar el Alma y reencontrarla, y
enaltecerla a la vez, con las obras que plasman la vida anímica de una raza y
dan una forma asequible a la energía de
su ser interior.
Por su papel como intermediario con el espíritu es que
Severus Ziegler dice: “El corazón del artista debe estar completamente henchido
por lo divino, rebosante de un imperturbable idealismo. Su alma es un
instrumento de cuerda que suena cuando el soplo de Dios pasa por él y el
pliegue de su manto roza con suavidad sus cuerdas.” Por ser el portador del
genio de una raza es que dice: “El poeta escribe con la sangre de sus venas.”
El Nacionalsocialismo posicionó en su escala de valores al
trabajo como el más preciado tesoro de la Nación y lo desligó completamente de
la tiranía del dinero ya que para él, si
el dinero no representa un trabajo, es un objeto sin valor que en nada puede
determinar la vida del pueblo. El trabajo deja de ser un concepto puramente
materialista medido por el mercado y el dinero. Al representar un bien para la
comunidad y un acto de lealtad para con ella, tiene un estatus de nobleza que
le da al trabajador su honor. Dentro de esta concepción es que se igualó
al “trabajador del músculo” y al
“trabajador de la frente” como los proveedores de los bienes materiales e
intelectuales de la comunidad, y, por lo tanto, como los tesoros más preciados
de la Nación. A estos se suma ahora el “Trabajador del Corazón”, o “Trabajador
del Alma”, dignificando el trabajo del artista como al más importante proveedor
de los bienes culturales de una Nación y como plasmador y sostenedor del Alma
de una raza.
Se debe entender que cada raza tiene unas determinadas
características del espíritu, así como del alma y del cuerpo. Es así que el
arte, al ser manifestación de estas características, está determinado
racialmente.
El creador del arte, tanto como su propagador, debe ser ante
todo un hombre de genio y sensibilidad. El Genio, como su nombre ligado a la
raíz gens lo indica, no es un hombre único sino un puro representante de las
posibilidades del espíritu que portan los genes de una raza en su pureza. El
hombre de sensibilidad es aquel que puede percibir con todos sus sentidos,
incluidos los que perciben más allá de la materia para captar esencias
intelectuales y anímicas. Genio y sensibilidad son más importantes entonces que
las cualidades racionales o intelectuales. Los hombres que las portan tienen la
hermosa tarea de iluminar el interior del corazón de una nación y sacar a la
luz sus energías anímicas. Un político con todas las letras, como Hitler, se
valió entonces de los artistas para llevar a los hombres al conocimiento de sí mismos y a su
realización como individuos y personalidades creadoras.
Allí reside uno de los deberes educativos más importantes
del Tercer Reich: Reconocer la personalidad creadora, la que tiene genio y
sensibilidad, como maestra y dirigente para poder captar una chispa de esa
personalidad en uno mismo y consumar así, en contacto con las fuerzas de una
etnia, la comunidad popular.
“El trabajador del corazón es llamado a ser el educador del
pueblo en el conocimiento de la personalidad creadora, a la que siempre se
deberá considerar como la fuerza decisiva del progreso y del auge de una nación
cultural”
La lucha político-social de los socialistas alemanes.
La revolución de la Weltanschauung del siglo XX supone una
batalla en el plano arquetípico, en la imposición de ideas formadoras que
determinarán la mayor confrontación
espiritual de los últimos siglos. La transformación espiritual que desea
imponer el nacionalsocialismo vimos tiene caracteres religiosos,
artísticos-anímicos y también culturales.
Una larga cadena de escritores y filósofos alemanes como
Goethe, Nietzsche, Kant, Hölderlin, Schiller, Schopenhauer, Herder, y muchos
más, habían ya moldeado las ideas alemanas, destacando entre ellas siempre la
concepción de Libertad. El nacionalsocialismo retomó muchas de ellas e impuso
también sus propias concepciones. También la música, de la mano de Bach,
Beethoven, Mozart, Wagner y tantos otros había ya expresado la armonía y la
belleza de lo sagrado en el alma alemana.
La era del materialismo sin embargo llegó y el capitalismo
con su dios Mamón impone una nueva escala de valores basada en el dinero, con
el consecuente dominio de unos pocos que lo manejan en desmedro de la comunidad
trabajadora. La más crasa fisicidad se eleva a razón última de todo mientras el
idealismo alemán comienza a decaer. Como Hans Hinkel claramente expone en este
capítulo: “Se destruyó todo sentimiento religioso, el sentimiento nacional fue
objeto de escarnio, mientras que en el arte reinaba el dominio económico de
Judá. En la música «comenzó a tocar Johnny», en la pintura dominaba la locura
del cubismo y del futurismo, en la poesía el lenguaje fue destruido en mil
pedazos y la temática dirigida por el instinto sexual. El psicoanálisis del
judío Freud sólo reconoce el incesto como última razón de todo acto. En el
estilo arquitectónico los bloques de cemento estropean a conciencia el rostro
de las ciudades porque se quiere destruir la tradición y la conciencia de la
germanidad. El hombre heroico es objeto de burla y el heroísmo se declara una
locura.”
Para sacar a Alemania de entre las ruinas de una crisis sin
paralelo aparece Hitler con un nuevo sistema de valores y con una enorme
cantidad de obras que los ponen en marcha.
Pero con ellas trae la valoración de la comunidad tanto como la de la
personalidad creadora y dirigente. El heroísmo, el sacrificio, la camaradería,
la valentía, la lealtad, el honor, la fortaleza del carácter, la importancia de
realizarse individualmente encontrando en el interior de cada uno los valores
del Alma alemana junto a unas raíces
comunes que enaltecen la vida trascendiendo los egoísmos humanos, son puestos
de nuevo en primer lugar en todas las manifestaciones culturales de la Nación y
ya no se permite que las tendencias disolventes y degeneradas impongan su ritmo
al pueblo alemán.
Como se verá a lo largo de todo el libro, esta lucha
cultural, la imposición y fortalecimiento de este espíritu, es valorado como de
mucha mayor importancia que cualquier medida o método técnico de gobierno
implementado pues es siempre este espíritu el que impulsa la real concreción de
las obras de gobierno, con mayor potencia que cualquier ley o imposición.
Hitler mismo se encarga aquí de predicar con el ejemplo
imponiéndose una dura disciplina y una total entrega por su pueblo. Bajo su
guía nuevos modelos son impuestos. En él se refleja “no sólo el mayor soldado
desconocido de la guerra y el primero de los trabajadores de nuestro pueblo,
vemos en él al político-artista y al primer artista de la nación que reúne en
sí todos los valores eternos de nuestra etnia” “En el Führer se encarna el
futuro nuevo tipo humano de nuestra nación. De la formación y desarrollo de
este nuevo tipo humano alemán, que responde al modelo del Führer, dependerá el
progreso y el éxito de la revolución del espíritu y la forma artística de la
nueva experiencia vital.” (4)
Socialistas y nada más que socialistas
La dialéctica marxista había instaurado la catastrófica idea
de que dentro de la Nación las diferentes clases que la constituyen se
encuentran en lucha naturalmente y pretendía instaurar una dictadura del
proletariado en contra de los demás estratos de la sociedad. No sólo eso, sino
que con esta lucha fratricida, que sin embargo nada hacía en contra del dinero
y las finanzas, que salían fortalecidas como los únicos dictadores de la vida
de la nación, pretendía además arrogarse exclusivamente del título de
“socialistas”.
El nacionalsocialismo cree en cambio que todos los estratos
de la Nación deben estar unidos en pos de una misma lucha, que es el
engrandecimiento de la comunidad toda, y con ello de todos los individuos que
la componen. No son los productores ni mucho menos las personalidades creadoras
y emprendedoras las que deterioran las condiciones del trabajador sino las
finanzas escondida detrás del sistema de la usura que parasita la vida de todos
por igual y, amasando enormes ganancias sin producir absolutamente nada, se
encuentra en posición de dictar las condiciones de la vida social en tanto
existe un sistema que tiene como vara al dinero y las leyes del mercado. El
nacionalsocialismo terminó con el poder de las finanzas y la usura pero sobre
todo impuso un espíritu socialista en absolutamente todo el pueblo, imponiendo
como medida el trabajo (ya sea mediante los músculos, el intelecto o el corazón) que les da a todos el
honor de poder servir al bien común. El socialismo se impuso no como una
cuestión sólo de las masas sino como una forma de organización de toda la
sociedad. Es verdad que en ella se llevó a cabo una aristocrática selección de
los mejores mediante una constante prueba y observación de los procesos de
desarrollo y fortalecimiento de la personalidad y el carácter, ayudados por los
aportes de la biología en cuanto a la pureza de raza y las mayores
posibilidades genéticas que esto brinda al ser humano, pero sin ser sólo una
cuestión biológica sino sobre todo una cuestión de demostración de las
capacidades de quienes tengan personalidad de líder. Este estrato dirigente
debía además estar imbuido de los valores de servicio y sacrificio en pos de
toda la comunidad. Este grupo seleccionado debía servir de ejemplo para todos
en la búsqueda de la evolución y el perfeccionamiento de cada uno.
Con el alzamiento del movimiento nacionalsocialista, y la
preponderancia de estudiantes y soldados en sus filas, la masa creía que éstos
eran enemigos de los trabajadores, sin embargo fueron justamente los soldados
los que se encargaron de imponer más que nadie un verdadero socialismo que
reúna a toda la población en la búsqueda del bien común, pues ellos fueron los
que habían arriesgado realmente sus vidas por la Nación y quienes aprendieron
en la dureza del combate que las divisiones no llevan a nada bueno, que no se
“reconocen clases cuando tienen delante a la muerte”.
El espíritu del soldado inundó el socialismo del Tercer
Reich y se cuidó de que su socialismo no quedara reducido a meras consignas y
acciones económicas sino que una nueva forma de vida penetrara profundamente en
la existencia de todo el pueblo.
Mediante una gran cantidad de instituciones que impusieron
el espíritu socialista y comunitario, como el “Servicio del Trabajo” o las
demás delegaciones del “Frente Alemán del Trabajo”, no sólo se logró darle a
los trabajadores una mejora de las condiciones de trabajo , y la organización y
utilización para el enriquecimiento personal de las horas de descanso, que le
hicieron alcanzar un nivel desconocido hasta entonces para la clase trabajadora
de cualquier otra Nación, sino que, sobre todo, impuso un nuevo espíritu y una
nueva mentalidad para crear un “nuevo hombre”.
Economía socialista
La economía nacionalsocialista no es tratada aquí desde la
óptica de sus formas particulares y sus mecanismos (5) sino que se pone el
énfasis en las orientaciones y valores que rebajan a la economía apenas al
papel de servidora de la Comunidad y no como una ciencia con leyes propias que
puedan gobernar sobre la vida de un pueblo.
Bernhard Köhler es en este caso quien comienza explicando
que “en la vida del pueblo, el destino de éste no se halla determinado por la
economía, sino por la intensidad que reviste su decisión de vivir. Y la manera
de vivir de un pueblo no está determinada por la forma de su organización
económica, sino por su voluntad en la realización de su sentimiento, del
derecho y de la libertad. Si un pueblo tiene la inquebrantable resolución de
dar a su propia vida una configuración socialista, las formas de su
desenvolvimiento económico, las de las empresas y de otras organizaciones para
determinados fines, surgen después espontáneamente sin que sea menester
aplicarles de nuevo una norma especial”.
Absolutamente todas las doctrinas políticas, con el
capitalismo y sus vertientes por un lado y el marxismo y sus derivados por el
otro, han valorado en demasía la economía y sus leyes mientras dejaban al mundo
de las finanzas y su capital decidir sobre el trabajo y los valores del pueblo.
Tanto el comunismo como el capitalismo han hecho de una próspera economía y de
la adquisición de bienes un objetivo que ha despertado sólo la ambición y el
egoísmo en los hombres. El nacionalsocialismo, en cambio, pone en primer lugar
el trabajo y el bien de la comunidad porque estos despiertan el sentimiento de
la propia fuerza y propia capacidad para realizarse como individuos y los
sentimientos de solidaridad y sacrificio por un bien común y una herencia y
unos valores por los que se sienten unidos. Para el nacionalsocialismo la
economía y el dinero pasan a ser apenas unos dóciles siervos de los deseos del
trabajo, del crecimiento y libertad de su comunidad. Nada tienen que imponerle
a su voluntad de vivir bajo las leyes divinas en armonía con la propia
naturaleza, y será esta voluntad la que determine la prosperidad del pueblo, no
su economía.
Del otro lado, los que “propugnaban la superstición
materialista fueron tan lejos que llegaron hasta el extremo de sostener que la
economía constituía el destino mismo del pueblo”. Consecuentemente, “la
política se había convertido en la servidora de la economía, en tanto se le
discutía y se le negaba al pueblo el derecho a disponer de sus destinos y el de
defender sus propios intereses.”
Bajo el imperio de las leyes económicas sólo se logró sumir
a los pueblos en la injusticia y la falta de libertad. Con el pretexto de tener
que rendir culto a la razón económica, la falta de honradez, el incumplimiento
de los contratos, la mala fe, el fraude, la explotación, la astucia, la
falsificación y la deslealtad, pasan a invadir la vida toda de los negocios.
El socialismo del Tercer Reich, en cambio, puso antes que
nada el respeto de los más altos valores que el pueblo portaba en su sangre y
tuvo siempre como objetivo el bien de la comunidad prohibiendo toda práctica
deshonesta. Para él, la lealtad es uno de los más altos valores de la sangre
alemana y “el socialismo es la lealtad del pueblo para consigo mismo.”
El nacionalsocialismo no se detuvo a discutir los detalles
de la obra de gobierno y le enseñó también a los nacionalistas que formaron sus
filas que “no basta asegurar la estructura estatal de un pueblo, sino que es
preciso hacer otro tanto con las características éticas, basadas en la propia
sangre.” Tanto como le hicieron ver a los socialistas que “las exigencias de
índole moral no son sueños totalmente irrealizables, sino que se trata de
imperativos de la sangre viva del pueblo que sólo pueden llegar a ser
satisfechos en el mundo a través de la comunidad popular.”
Partiendo desde una orientación anímica, el socialismo del
Tercer Reich dejó al mundo con la boca abierta mientras observaban como una
Nación que hasta hace poco se arrastraba en la miseria se levantaba ahora hasta
convertirse en potencia mundial, con avances sociales inéditos y una rápida
solución de los problemas de la comunidad, incluyendo la inclusión a la
estructura del Trabajo de unos 6 millones de desocupados, mientras el mundo
libre, con la disposición de capitales y riquezas naturales no lograba dar
trabajo y felicidad a sus ciudadanos.
Hemos ya hecho mención a la importancia que tuvo el trabajo
en la cosmovisión nacionalsocialista al ser éste elevado al estatus de la única
riqueza de la que dispone un pueblo (6), pero no podemos dejar pasar la
oportunidad de destacar la importancia que tuvo aquí un derecho real al
trabajo, que no es el derecho que le da el mundo democrático que apenas lo deja
en una frase bonita, sólo válida en los papeles y los discursos, pues en
realidad éste se haya determinado por el dinero. Ateniéndose a las leyes económicas
que dictan: “Hay sólo tanto trabajo como lo permita el capital existente”; la
consecuencia lógica es que “únicamente pueden vivir tantos hombres como el
capital disponible lo consienta”.
El punto X del Programa Nacionalsocialista establece que: «Todos
los alemanes deben tener los mismos derechos e idénticos deberes». Tal vez pase
desapercibido ante lo acostumbrados que estamos a oír promesas electorales
demagógicas y lindas frases que luego no llegan a concretarse, pero debemos
tener en cuenta que Hitler se encargó de que cada punto del partido sea
realmente cumplido y que, por lo tanto, bajo su gobierno los que menos tienen
tengan absolutamente garantizado el derecho a poder ganarse el sustento por
medio del trabajo, al paso que el poseedor de los medios de producción se
encuentra en la obligación de justificar y de conservar su propiedad, pura y
exclusivamente, mediante su propio esfuerzo y cuidando siempre de contribuir al
bien de la comunidad.
Hemos dicho que el comunismo promueve la ambición y la lucha
de clases haciendo hincapié en el derecho de posesión antes que en el derecho
al trabajo, pero lo que pasa más inadvertido a sus defensores es que su
implementación, por ideal y utópica que fuera, dejaría paralizado el desarrollo
del pueblo, la selección de sus mejores elementos mediante el esfuerzo y la
propia realización, y, en definitiva, el progreso y el bienestar que se derivan
de ello. El derecho al trabajo es, al propio tiempo, un sistema de consecuente
y exquisita selección, la escuela de la personalidad y el dador de valor y
sustento que se gana el hombre mediante sus propias acciones. Pero es también y
además de todo esto, la única garantía de un sistema económico efectivamente
provechoso. Restituir su libertad al trabajo libera la única fuerza capaz de
hacer que la economía florezca y produzca cada vez más copiosos frutos y que el
individuo pueda realizarse a sí mismo y darse un fin trascendente como pieza de
una comunidad en crecimiento.
Una tal economía socialista ha eliminado la verdadera, y al
fin y al cabo, la única causa de explotación: la privación de derechos. El
hombre ya no debe depender de las condiciones que le quieran imponer ni se
encuentra humillado como un objeto de las leyes del mercado (7) que tiran de él
según los caprichos y ambiciones de los especuladores de las finanzas.
“Una invención que trastorna el orden de la naturaleza y va
contra todo derecho divino y humano, sólo podía ser vencida por el
reconocimiento y la realización de la verdad”, nos dice Köhler.
“Pero, con el derecho al trabajo las circunstancias se
invierten totalmente. El trabajo no precisa ya solicitar la aquiescencia del
capital. Bajo la protección de las leyes dictadas por el Estado de un pueblo
consciente de sus deberes y de su dignidad, el trabajo ha salido ya para
siempre del mercado, en tanto que el capital se halla ahora en él y encuentra
aplicación tan sólo cuando el trabajo quiere utilizarlo.”
Este retornar al orden natural y divino terminó
definitivamente con el poder mundial del dinero y la explotación de los muchos
por unos pocos. Esto no pudo ser tolerado por los gobiernos títeres de la
dictadura de las finanzas, por lo que hicieron todo lo que pudieron hasta poder
declararle oficialmente la guerra al Tercer Reich, y hasta el día de hoy continúan
con el mismo ahínco, utilizando todos los medios materiales disponibles,
intentando borrar su ejemplo de la historia oficial.
La Juventud socialista
Sobre la juventud socialista, sobre los jóvenes ahora
aunados en la Juventud Hitleriana, no es demasiado lo que se explaya aquí Hein
Schlecht y seguramente haya que recurrir a otras obras para conocer a fondo
esta maravillosa organización (8).
Sin embargo, deja claro las bases del modelo que se espera
poder imponer en la juventud: El del héroe, el hombre de temple y valor, el que
respeta y ama la naturaleza poniéndose en contacto con ella y aprendiendo sus
leyes.
Tal como ya dieran el ejemplo los “Wandervogel”, se espera
jóvenes que salgan de campamento a los bosques y alumbrados por el sagrado
fuego fortalezcan la camaradería, que vivan un nuevo “romanticismo de acero”
propio de la milicia heroica que se entrega por la comunidad y respira sus
tradiciones, conozcan su patria y crucen en expedición las comarcas alemanas,
cantando y viviendo la Tradición de su Pueblo. Desaparecen así las divisiones
de clase o de cualquier otro tipo, lo que se forja es la conciencia viva de una
herencia común y de una unidad de destino. La conciencia de comunidad es
remarcada en la juventud Hitleriana.
Ésta es además educada en el fortalecimiento de su carácter
y la formación de su personalidad. Para ello los deportes han constituido su
herramienta más potente y lo más característico de la juventud Hitleriana. No
el deporte sencillo ni mucho menos el que es sólo observado desde una tribuna o
desde una pantalla, sino el que se vive y forja el carácter, el que imbuido por
un espíritu amateur ponga ante todo los valores de la audacia, el valor, la
competencia y colaboración con compañeros, el esfuerzo, la disciplina y el
control de sí mismo, la caballerosidad, el cumplimiento de sus reglas y el
reconocimiento a los mejores.
Bajo este temple los chicos enfrentan la vida y las
dificultades formando un carácter fuerte pero caballeroso. El Tercer Reich
promovió un verdadero renacimiento de la educación de la Antigua Grecia, en la
que se basaba para imponer el gusto por la belleza, la actividad física y la
conciencia cívica.
Sirven también las actividades y pruebas para ir
seleccionando a los mejores. A quien se destaca se lo forma en la responsabilidad
de conducir y ser un ejemplo para los demás. Desde pequeños se les enseña la
responsabilidad de ser líderes de sus pares y de entregarse por la comunidad y
en ser partícipes todos del destino de la Nación. Este es el ideal del
socialismo alemán promovido en ellos ya desde jóvenes.
Los elegidos para dirigir a la juventud, sin embargo, deben
estar conquistando constantemente el merecerse el derecho a mandar. De la
calidad de los jefes depende el valor y el futuro de la juventud de la Nación,
pues su espíritu se transmite a sus huestes.
La asistencia social en el Estado Nacionalsocialista
La obra de asistencia social no es otra cosa que socialismo
aplicado. No extrañó a nadie entonces que Hitler haya dado entidad oficial y un
papel central y directivo dentro de la vida alemana a la Obra de Asistencia
social nacionalsocialista (NSV), creada desde antes de la llegada al poder. La
misma no tenía otro objetivo más que lograr, cuidar y fortalecer la comunidad
nacional.
Como en todos los ámbitos de la vida social, se intentó
también en la Asistencia Social imponer un nuevo espíritu. Su objetivo de
beneficencia fue la higiene racial y la constitución biológica del pueblo
alemán. Con esto se pretendía beneficiar a la comunidad entera y no ser un mero
dador de dádivas o imponer un tributo a la miseria para limpiar conciencias y
evitar descontentos.
Luego de la Revolución francesa, la concepción liberal
impuso culturalmente el absurdo dogma de la “igualdad de todos los seres
humanos” y el culto a la individualidad. Según éste, todos tenemos derechos a
hacer los que nuestros deseos egoístas nos reclamen, sin consideración de la
comunidad y el Estado. Este último debe ser un dador de beneficios, sin
consideraciones al mérito que promuevan un mejoramiento duradero, pero no debe
inmiscuirse en nuestra vida privada, sólo protegernos sólo por ser seres
humanos. Mediante un falso humanitarismo, se llegó al colmo de proteger y
promover sólo todo lo insano y degenerado, dejando cada vez más descuidados a
los hombres sanos y creadores. Se hacía de este modo vivir en el lujo y
promover la pereza en el receptor de la beneficencia mientras quienes brindan
su fuerza a poner en marcha la vida social de la comunidad quedan librados a
los caprichos del mercado. (9)
El nacionalsocialismo impuso ante todo el sentimiento de
comunidad, el tener siempre presente el bien común, el “morir como egoístas
para nacer como camaradas”. El principio que comenzó a regir fue que el derecho
que tiene cada uno frente a la comunidad jamás puede ser mayor que el deber que
le incumba para con ella. Nadie puede arrogarse el «derecho» a ser socorrido:
lo primordial es y no podrá ser otro que el «deber» de ser un miembro útil de
la comunidad popular y de compensar a ésta de un modo u otro, por la ayuda y
asistencia que de ella se haya recibido.
La beneficencia ya no más tendrá como fin al individuo sino
que debe ser sentida como asistencia de la comunidad. Sus métodos, más que en
ser sólo beneficencia y tutela, consisten en prever los males antes de que
surjan, atacarlos por la raíz, mientras se intenta orientar, educar y aconsejar
a todos por igual. Suponen un espíritu de sacrificio y voluntad de servicio en
la dedicación personal de hombre a hombre para lograr el bien supremo del
pueblo alemán. Mediante la educación del pueblo en el desarrollo de las mejores
predisposiciones genéticas heredades se logrará un nivel de vida cada vez más
alto y un beneficio para absolutamente todos los integrantes de la comunidad.
No es éste tampoco un mero fin pragmático, la eugenesia es
vivir en armonía con las leyes divinas que imponen la evolución en los seres.
Es la Naturaleza la que impone una dura ley de selección que aspira al
desarrollo de lo sano y fuerte. Con este aristocrático pensamiento se va
encargando de seleccionar a los mejores, haciendo prevalecer sólo lo que es
vigoroso y puro. El respeto del Orden Natural fue siempre uno de los mayores
cuidados del nacionalsocialismo.
En vistas del progreso de la comunidad toda, imposibilitar a
los anormales de engendrar una descendencia anormal representa “el hecho más
humano de la humanidad” (10). La noble inclinación hacia la piedad debe
equilibrarse con la inteligencia para darse cuenta que traer personas
desgraciadas al mundo, destinándolos a la miseria cuando pudiera habérsele
evitado a esta alma tal sufrimiento, además de traer una carga a los demás y un
deterioro general mediante la creación de una humanidad degenerada y enfermiza,
evidentemente no es ningún bien. La bondad no puede querer tales aberraciones.
El nacionalsocialismo se ha encargado de aclarar con total
firmeza que lo que se quiere no es que perezcan los tarados y los enfermos. Ni
siquiera se los menosprecia sino que se pone el énfasis en hacerles saber que
ellos no son culpables de su desgracia y se los educa para que comprendan que
sólo serán culpables si cargan con la misma desgracia a su descendencia y a la
comunidad toda. Una vez que se hacen responsables ante la comunidad y forman
parte de ella sacrificándose ellos también en pos del bien común, se los
considera integrantes de la sociedad como a los demás. La ayuda para con ellos
es promovida pero de parte del pueblo, la beneficencia debe nacer de la
solidaridad de un pueblo con un destino común, no de un Estado que se encarga
de los individuos. El Estado no tiene que hacer propaganda con ayudas sino que
debe promover la solidaridad entre sus ciudadanos.
Al contrario de lo que hace la beneficencia tradicional del
mundo moderno, humillándolos al ponerlos en el papel de pobres suplicantes de
limosnas, se los hace sentir parte de la comunidad, con el deber de entregarse
a ella para poder recibir su ayuda y se les hace saber que la ayuda que reciben
de parte de los otros miembros de ella no es más que el deber de quienes la
conforman como hombres de bien con sentido de justicia. Eso mismo deben hacer
ellos al sacrificar su descendencia como medida para elevar al pueblo alemán
hacia un más radiante futuro desde un punto de vista biológico. (11)
Cada ciudadano, al ser totalmente consciente de la comunidad,
debe sentir el deber de ayudar a sus conciudadanos y de impedir o aliviar la
miseria económica, moral, cultural o espiritual de su prójimo. Fundamental es
el deber moral de devolver, de un modo u otro la ayuda recibida de la
comunidad. Gracias a este deber, desaparece todo sentido de «beneficencia». El
incapaz de trabajar que sea inocente de su tara, sabe que con la ayuda que se
le presta no se intenta hacerle deudor de un acto de caridad, que al aceptar
esa ayuda no se rebaja ni humilla; sabe que, por el contrario, se cumple con él
un deber natural al que él también se sentiría obligado. El mejor servicio que
se puede prestar a un disminuido físicamente no es ponerlo en el papel de
pobrecito y que se tenga que humillar para recibir dádivas, sino brindarle un
horizonte más amplio para su vida al enseñarle valores y la conciencia de
comunidad. Se debe intentar que no sea disminuido con taras psicológicas ni
espirituales, no al menos más allá de como ya ha nacido por ignorancia o
descuido de sus padres, que encuentre su lugar, sus deberes y sus derechos en
el seno de la comunidad y que se haga responsable ante ella asumiendo el
heroico deber de no dejar heredero. Sólo quienes comprenden esta completamente
diferente valoración del hombre pueden entender la para otros inexplicable gran
cantidad de personas que voluntariamente decidieron esterilizarse con la ayuda
del Estado.
En lugar de la caridad aparece entonces el deber social y la
disposición íntima de cada uno para darse a los demás y de todos para darse a cada
uno. Cuando estos no puedan ayudarse entre ellos ahí sí debe intervenir el
Estado, pero antes que el “Estado benéfico” que se hace presente para ayudar
debe estar el sentido de la propia responsabilidad y el propio valor. El Estado
ayudará a quien asuma sus responsabilidades y demuestre sacrificio, no a
quienes atentan contra la comunidad.
“La Asistencia social nacionalsocialista no practica un
método que se atiene a las apariencias, no se anda con paliativos, buscando
quitar de delante de la vista al espectáculo de la miseria o para impedir
simplemente que llegue a estallar el descontento y se produzcan desórdenes. Por
el contrario, va directamente a atacar el mal en su raíz. El nuevo Estado
nacional realiza en vez de una obra de socorro, una obra de previsión, con la
finalidad de poner a cada cual en condiciones de cuidarse de sí mismo.”
“Se exigen del alemán constitutivamente sano una actitud
heroica, un espíritu de milicia. Se quiere que sea un ser en armonía con la
realidad de la vida, un ser que sabe que está en este mundo para combatir y no
para soportar resignadamente la vida. El alemán ha de mirar cara a cara a la
vida, ha de enfrentarse resueltamente con ella, luchar con ella, sabiendo que
la necesidad y el dolor son buen temple para su alma. El Estado nacional
protege al que se afana, al que lucha; la comunidad lo sostiene y mantiene y le
ofrece la posibilidad de desarrollar su personalidad para que la ponga luego al
servicio y a la disposición de ella.”
La Obra de Asistencia Social promovida por el Estado no
tiene que ser en realidad una institución que funcione gracias a él sino que
debe estar movida por el amor al prójimo. Si bien no se pueden desechar los
servicios de profesionales en muchas áreas técnicas que requieren un estudio y
un pago de servicios, íntimamente unida a la preponderancia que se le da al
concepto de comunidad está la “necesidad de que se empleen en la Obra de
Asistencia social hombres capaces de ofrendar su trabajo por puro espíritu de
servicio y sacrificio, en cumplimiento de su deber para con la comunidad, sin
pedir en cambio retribución ninguna; hombres capaces de encontrar la mejor
recompensa en la satisfacción de su amor a sus compatriotas, de cuyas
necesidades se sienten partícipes con el corazón.”
No es la Asistencia social Nacionalsocialista cuestión de
reclamo y propaganda; no se propone hacer ambiente en favor del
Nacionalsocialismo, ni aumentar sin cesar con nuevas limosnas la avidez de los
mendigos, significa, por el contrario, la ayuda del pueblo por el pueblo, y
nada más que por el pueblo. No apela al sentimentalismo; no se la pide a cada
uno ser blando para los demás, sino que se exige de él que sea duro para
consigo mismo. A la miseria sin culpa no se le debe atención por merced y
compasión, sino por justicia. Así se desenvuelve progresivamente, partiendo de
la ideología nacionalsocialista, el «ethos» de Asistencia social del Estado
nacional y popular. La idea precede siempre a la acción; la acción está
determinada por la concepción filosófica nacionalsocialista. Necesariamente
nuestra voluntad y nuestra concepción de la vida y del deber no podían ser sino
heroicas, y por eso rige para toda la obra de Asistencia social este principio:
«No estamos en este mundo para compadecer, sino para combatir».
A cada alemán su puesto
El Doctor en filosofía, profesor y veterano piloto de la
primera guerra mundial, Robert Ley, es una de esas personalidades que
generalmente pasan desapercibidas para la historia pero que han tenido una
enorme importancia en el desarrollo y consolidación del nacionalsocialismo.
Como Jefe de Organización del NSDAP para todo el territorio del Reich, fue
también el Director de la organización más importante del partido, el Frente
Alemán del Trabajo (DAF), que aglutinaba a absolutamente todos los trabajadores
alemanes. Hitler había declarado que él consideraría al trabajo de los alemanes
como la única verdadera riqueza de la que disponía la Nación. El encargado de
organizarlo y administrarlo fue el Dr. Robert Ley, por ello intentaremos
citarlo principalmente a él para analizar este capítulo.
Habitualmente Hitler hacía referencia a la necesidad de
explicar todos los problemas y actividades que incumben al pueblo de una forma
clara y simple, desligándolos de la palabrería que los políticos y teóricos
utilizaron hasta entonces con el fin de confundir y erigirse como los únicos
depositarios de un saber supuestamente demasiado complejo para el vulgo. Una
vez aclarados, lo necesario era reorientar la vida de la Nación de acuerdo a
los valores más elevados que la sangre alemana porta y teniendo como fin la
Comunidad Nacional. El nacionalsocialismo, entonces, aclaró que al ser el
trabajo la única riqueza del pueblo él no aceptaría que complicadas teorías ni
presiones internacionales le impidieran que esta fuerza sea guiada únicamente
por el bienestar de la comunidad y que la misma no tiene por qué ser
determinada por el capital ni será nunca objeto de ninguna ley económica que le
impida crecer y desarrollarse para el bien de todos los alemanes. Como en todos
los ámbitos de la vida alemana, el nacionalsocialismo reformuló también los
conceptos ligados al Trabajo enseñando que el mismo no tiene que ser visto como
una carga ni mucho menos como un mero instrumento para llenar el estómago. Una
nueva nobleza del trabajo dada por el servicio a la comunidad, una orientación
vocacional que haga que el individuo se sienta feliz trabajando, el cuidado de
su armonía, salud y estabilidad
emocional, el cuidado de las condiciones higiénicas, estéticas y la posibilidad
de la práctica de deportes y de actividades culturales recreativas en el mismo
ámbito del trabajo, junto con el reordenamiento de la vida de acuerdo a un
Orden, hicieron del trabajo un concepto totalmente nuevo para el pueblo alemán.
Aunque tal vez ni siquiera la mayoría de sus defensores se
hayan dado cuenta, el nacionalsocialismo tuvo con estas nuevas concepciones dos
fines supremos: por un lado, la búsqueda del bienestar y el constante
perfeccionamiento de la Comunidad mediante la conciencia de unidad y
solidaridad y, por el otro, el brindar las posibilidades de felicidad
existencial para los individuos que bajo esta nueva guía de camaradería,
heroísmo y sacrificio formaran parte del todo. Por ello se cuidó tanto de los
niveles de cultura, de contacto con la vida artística y espiritual de la
nación, en suma, de las condiciones materiales, psicológicas y espirituales de
los trabajadores. Cada uno forma un todo inescindible pues no se puede
pretender un crecimiento del todo sin cuidar y equilibrar cada una de las
partes.
Para Robert Ley, la formulación materialista y pragmática
del concepto del trabajo debe ser dejada atrás. El hombre tiene una necesidad
existencial de realizarse y crear según un orden divino, pero el trabajo ya no
era para él “más que una satisfacción del estómago; nada elevado albergaba,
nada sublime, ni divino.” “Los primeros hombres tuvieron que trabajar porque
tuvieron necesidad de formar su mundo. El sentido de la creación no es otro que
el de domeñar el caos, y el de introducir en él la regularidad del Cosmos.
Donde todo era confusión y tinieblas, allegóse la mano del Creador, y quedaron
ordenadas todas las cosas.” “Formar, estructurar: tal es el sentido del
trabajo.” “Trabajo es estructuración, conocimiento de la regularidad que rige
el mundo. Trabajo es disciplina; que tal es la simple fórmula descubierta por
el Nacionalsocialismo, conviene a saber: la visión de la regularidad, y la
declaración de que el arbitrio no puede darse. Todo es sacrificio y objeto de
eterna regularidad. El arbitrio, repito, no puede darse.”
“El trabajo es arte, es una aspiración a la armonía. Cada
trabajador es un artista a su manera.”
“¿A qué conduce el impulso humano de construir, de producir,
de inventar, de labrar el suelo de la Nación? En todo esto no puede tratarse de
la cuestión del estómago. Se trata, al contrario, de la aspiración espiritual
hacia lo eterno, albergada en el corazón de todos los hombres.”
De esta forma intentaba retomar la orientación que poseía en
aquella edad de las luces que fue la Edad Media (para nada edad de oscuridad
como nos quieren hacer creer los que quieren imponer la actual anormalidad como
norma): El trabajo tendría que tener un
carácter sagrado, un fin comunitario y una realización cercana a lo artístico y
no a lo vacío de forma y contenido. No es este el libro para exponer todas las
implementaciones particulares pero creemos que con lo hasta aquí escrito, con
el intento de evitar los trabajos vacíos y repetitivos, con la correcta
regulación del uso de máquinas no teniendo en cuenta fines económicos sino
poniendo como centro el bienestar del trabajador, con las innumerables
actividades y beneficios de los que era objeto todo trabajador, y sobre todo
con el intento de dar siempre preponderancia a la orientación vocacional, al
cultivo de las capacidades y atención a las que demuestre naturalmente (12)
para poder, con el empleo de cada alemán en el lugar que le corresponde,
maximizar el bien de la comunidad y las posibilidades de felicidad existencial
del individuo, con todo ello, decíamos, queda demostrado el intento
nacionalsocialista de devolver al trabajo un fin superior.
Para quien no tenga determinada sus orientaciones
vocacionales, se debe al menos tener en cuenta las capacidades determinadas por
su bagaje biológico y enseñarle que con su esfuerzo él se incorpora a un fin
trascendente, sirve a la evolución y el bienestar de su comunidad. Ante las
infaltables críticas de quienes no alcanza a comprenderlo, Ley decía: “Cuando
alguien me dice que con este criterio arrebatamos al hombre su libertad, yo
respondo: «nosotros, en realidad, hacemos al hombre interiormente más libre. El
hombre ha de superar el impulso egoísta de la individualidad para sustituirlo
por los pensamientos de fidelidad, de camaradería y de comunidad».” A quienes
poseen en su interior estos sentimientos no hace falta se les explique su
importancia, quienes todavía viven presos de sus egoísmos y pasiones
contrapuestas y desordenadas, difícilmente comprenderán la importancia de una
personalidad ordenada de acuerdo a valores trascendentes. Éstos últimos suelen
ser más libres cuando tienen un buen jefe que los guíe con el ejemplo antes que
ser guiados por sus bajos sentimientos. De esta compresión nace el concepto de
Líder, Emperador o Führer desde la antigüedad.
Lo que sí está claro es que: “La codicia de utilidad o de
provecho, no ha de determinar la elección de la profesión.” “A cada cual su
vocación: ésta ha de ser la meta requerida” Este impulso materialista no podía
ser promovido en el Tercer Reich ya que allí el valor del hombre no se medía de
acuerdo al su dinero o a su posición, sino teniendo en cuenta el honor que ha
demostrado mediante la lealtad a la comunidad y el esfuerzo que pone en cumplir
sus deberes.La personalidad del alemán debe formarse de acuerdo a otros valores
que se encuentran mucho más allá de la mera obtención de bienes materiales. Para
que este reencuentre su valor se deben combatir todos los artificiales
complejos de inferioridad a los que se encuentran hábilmente impulsados por
quienes sólo quieren que sea un “animal trabajador y manso”. El
nacionalsocialismo manifiesta que una de sus “tareas principales ha de
consistir en inculcar en los hombres alemanes los sentimientos del honor y de
la propia estima.” Los premios a las empresas modelos imponían también a los
proveedores de trabajo el esfuerzo por crear un ambiente adecuado de trabajo en
su empresa para que todas estas políticas proliferen.
La selección de los mejores sin embargo no puede faltar
tampoco en el trabajo, pero estos mejores tienen que estar dispuestos a ser
maestros y ejemplos de los demás para que absolutamente todos se impongan
también la tarea de mejorarse. Los “campeonato de profesiones en el Reich”
estaban constituyendo un importante esfuerzo en este sentido pues con ellos se
podía determinar quienes tenían las aptitudes que precisa un líder y el nivel
de la maestría en su trabajo. La Prensa y las escuelas profesionales fueron
llamadas a colaborar proporcionando las premisas necesarias para pulir más y
más el tipo del obrero alemán calificado y poder dar a cada alemán su puesto.
Del Führer son estas palabras: «La realización del Estado
socialista llegará cuando todos los conciudadanos estén colocados en los
puestos de trabajo que puedan desempeñar, a entera satisfacción, sobre el
supuesto de sus capacidades». El cometido del nacionalsocialismo es realizar
estas palabras.
Capital y trabajo en el nuevo orden social
La propaganda anti-nazi ha logrado imponer una imagen del
nacionalsocialismo totalmente despótica pues supuestamente esta sería la única
forma de poder imponer un orden totalmente antinatural y coercitivo, haciendo
mofa de los irracional y fanático de sus creencias. Para devolvernos a la
realidad nos cuentan en cambio que mediante la democracia, con el simple rito
colectivo del voto universal en que, debido a los poderes mágicos de éste, una
mayoría de ignorantes de los temas de Estado, siguiendo los sones del flautista
de turno que mejor campaña política haya hecho con promesas vagas y palabras
vacías, podrán, por algún prodigio, elegir sabiamente y su voluntad será
representada por el ganador. Luego, con el libre juego del mercado, regido por
los egoísmos del poder financiero cuyo único fin es obtener la mayor ganancia,
se podrá, también mágicamente, convertir los egoísmos en actos de bonanza que
promuevan el bienestar del pueblo.
Pues bien, el nacionalsocialismo es verdad que hizo un culto
a la personalidad y a la autoridad que seguramente disgustará sobremanera a
quienes son incapaces de imponerse una disciplina y un orden al conjunto
desordenado de sus pasiones egoístas, pero no pueden negar que esta “dictadura”
ha obtenido el mayor apoyo de su pueblo que registra la historia. Una tras otra
todas las encuestas y plebiscitos fueron rozando cada vez más el 99% de
adhesión a Hitler. Pero no es este lo que le da autoridad al nacionalsocialismo
más allá de los ojos de quienes creen todavía en el mágico poder del voto, sólo
demuestra que el descontento del pueblo durante el Tercer Reich sencillamente
no existía. El nacionalsocialismo se jactaba de lograr tal tremenda adhesión y
tan increíbles resultados sociales pues el reconocimiento de sus políticas y la
validez de ellas provienen de respetar el orden natural del universo y de
devolver los conceptos, barridos los engaños modernos, a su más elevado
significado. Este respetar el orden natural y el lograr el bien para su pueblo
eran para él la mayor justificación y autoridad.
Algo similar afirma Börger en el presente capítulo cuando
afirma: “nuestra revolución no pretende otra cosa que amartillar leyes en el
corazón de los hijos de Alemania, de suerte que el hombre alemán reconozca de
por sí la justeza de todo lo que acontece, y no sólo lo reconozca, sino que,
íntima y espontáneamente, lo afirme. Si todos los preceptos que enunciamos y
revestimos de forma legal, son equiparables a las leyes de la vida, no será
difícil reconocer, en su íntima esencia, las mismas entidades que nosotros
queremos; comprenderlas, afirmarlas, y aun tomar parte en ellas; pues no es
otra cosa lo que pretendemos.” “No constituimos un Estado en cuya cúspide se
encarame un hombre que gobierne como un déspota, al contrario, el principio
fundamental de nuestra revolución es éste: ¡Todo con el pueblo y contra el
pueblo nada!”
Mediante el fomento del bien común y la imposición de un
orden superior, el pueblo no necesita ser adoctrinado sino que reconocerá
íntimamente la realidad de un orden justo, en armonía con las leyes de la
naturaleza. No es adoctrinamiento sino íntimo convencimiento lo único que puede
dar una adhesión tal como la que se vivió durante el Tercer Reich, que aún
hasta el último día de la guerra, con absolutamente todos los grandes poderes
mundial intentando destruirlo, la adhesión nunca cesó.
Sí es necesario ilustrar al pueblo, brindar toda la
información necesaria y ejemplificar con comportamientos y hechos las
realidades políticas. Así Börger señala que ni aún con todo el oro del mundo en
nuestras manos ningún trabajo productivo ni alimento se puede lograr a partir
de él, el dinero no sirve ni para comer ni para trabajar si no fuera por la
convención económica impuesta artificialmente.
Sólo el espíritu de hombres fuertes y el aprovechamiento de la
naturaleza pueden producir trabajo y comida, no se necesita nada más que ello.
El Orden antinatural que impone el dominio del dinero por sobre el hombre debe
ser dejado atrás.
“El mayor capital de
nuestra Nación consiste precisamente en estos ciudadanos alemanes, sanos,
aptos, disciplinados, morales, dotados de múltiples voluntades y capacidades.
En los años pasados, este capital humano fue disipado en provecho y beneficio
del dinero. Lo cual sólo pudo ocurrir porque el capital no era otra cosa que
dinero. Tenemos que romper con todo eso. No, nuestro capital es, sólo y
únicamente, nuestro pueblo. El hombre honesto y productivo, ese es nuestro
mayor capital. A la vida pertenecen, en verdad, no sólo hombres sanos y
robustos, sino también otras cosas. Pertenecen también a ellas las materias
primas de la naturaleza. En virtud de la unión, plena de sentido y vigor, del
espíritu, de una parte, y de la transformación de la materia del suelo, de
otra, el trabajo es realizado, la vida vivida. Lo que surge de esta unión (del
hombre con la naturaleza) es vida”
“¡Trabajo y Capital! Conservar el pueblo con el concurso del
espíritu inventivo del hombre y de las materias primas de la tierra: ésta sí
que es la sinfonía del Capital y del Trabajo.”
La liberación de los campesinos por el socialismo alemán.
Está claro que para el nacionalsocialismo lo decisivo no es
el sistema, sino el hombre y la comunidad, pero estos necesitan obtener un
sustento vital, cuidar su sangre y tener posibilidades de desarrollarse
siguiendo como modelo un determinado tipo de hombre. Todo ello es posible en
gran medida debido al campesinado.
El Barón de Eltz Rübenach, jefe de los campesino de
Rhenania, nos dice: “El hombre germánico es esencialmente agrícola. La historia
de todos los pueblos germánicos trata, en sus altibajos, de la pugna de esos
pueblos agrarios por asegurarse una base física en el suelo y un aglutinante
espiritual en la sangre; y quien, como el Nacionalsocialismo, trata de reanudar
de nuevo el contacto con la esencia y los valores genuinamente germanos del
carácter, forzosamente ha de topar con el estamento de los campesinos, que
originariamente fue la encarnación de esta esencia, y el sujeto de estos
valores”.
El Ministro de Agricultura del Reich, Führer de los
Campesinos de todo el Reich y jefe de la Oficina Central para la Raza y el
Reasentamiento, Walther Darré, hace un análisis aun más profundo: “Aunque el
agrarismo de los germanos encierra el ejercicio de la labranza y de la
ganadería no obstante esta actividad ni constituye su señal característica ni
su esencia, el agrarismo de los germanos es la expresión de un estilo, de una
concepción del mundo que, por necesidad de orden, pone al hombre en armonía con
la tierra; por lo que el ejercicio de la labranza y de la ganadería viene a
servir como una parte integrante, y como el medio al fin de la realización de
esa armonía”. La concepción de Orden, de Cosmos, que es la más perfecta
manifestación de lo divino, siempre fue la mayor característica de la
religiosidad aria; y el tipo de hombre que mediante su acción se armoniza con
este Cosmos brindando el mayor homenaje posible a la Divinidad presente en
absolutamente todo, siendo co-creador de su Orden, es su representante más
acabado. El nacionalsocialismo abre las puertas al hombre alemán para volver a
este modelo buscando siempre ponerlo en comunión con su más íntima esencia,
contactándolo con los más altos valores portados en su sangre y haciéndolo
dueño de su destino dándole un sentido vital, heroico, noble.
Para que todo ello
sea posible, primero era menester liberarlo de las cadenas que le impiden
desarrollarse y ponerse en contacto con algo más que la lucha contra las
presiones económicas.
Está claro que la economía no tiene incidencia en las
consideraciones políticas del nacionalsocialismo sobre los campesinos, de hecho
“la agricultura alemana no era rentable ni, en general, «capaz de competir» en
el palenque con las agricultoras extranjeras, favorecidas por un clima más
propicio y por jornales mucho más baratos. La exigencia política de la libertad
y de la independencia de la Nación estaba, para el Nacionalsocialismo, muy por
encima de las ponderaciones económicas.” Fue necesario refundar también la vida
económica de acuerdo a otros valores.
Las leyes económicas que dictan el muy “liberal” juego de la
oferta y la demanda fue totalmente barrido de la escena. La vida del hombre no
puede jamás ser tratada como una mercancía que baila detrás de las
especulaciones de los dueños del dinero. Los delirios de poder y codicia
decidían el valor de los alimentos y con una constante suba y baja de los
precios realizaban impunemente una constante estafa tanto a productores como a
consumidores. Con mano de hierro el nacionalsocialismo acabó con el juego de la
Bolsa y ordenó el mercado de acuerdo al bien común. Impuso precios fijos que
prácticamente no se movieron ni aun cuando tuvieron que cargar con el agotante
esfuerzo de una guerra contra una nunca vista alianza de países que fueron
lanzados a luchar contra el Reich para acabar con este modelo. “En lugar de
reconocer el juego del azar en las situaciones del mercado, las más de las
veces, artificiosamente provocadas, primero tuvieron que ser fijadas la
producción y la necesidad reales, y, después, el justo precio económico;
equitativo para los productores y consumidores. Se consiguió, no sólo
estabilizar los precios de los víveres, sobre una base soportable aún para los
consumidores más pobres; sino también asegurar a la agricultura total de la
Nación ingresos mayores, sin gravar por eso las arcas del Estado.” “El poder
adquisitivo de la agricultura aumentó en 1.000 millones de marcos, lo cual no
dejó de sentirse favorablemente en el programa de colocación de obreros parados.
Pero lo que corona todo esto es la «Batalla de la Producción», la orden de gran
movilización del socialismo en pro de una producción mayor y mejorada. Esta
gigantesca empresa de conseguir una mejora en la producción (del 30 por ciento)
sólo pudo ser acometida sobre la base de una organización preparada de
antemano.”
Sabiendo que los especuladores siempre han hecho del lema
“divide y reinarás” una de las principales estrategias para detener el poder de
un pueblo, dividiéndolo en la lucha de clases con el comunismo y en la pugna de
intereses económicos con el capitalismo, el nacionalsocialismo acabó con las
divisiones mediante la conciencia de “comunidad” y “bien común” impuesta a
nivel cultural en todos los ámbitos de la vida social y a nivel material con una
innumerable cantidad de organizaciones, asociaciones, consejos y asambleas que
tenían como tarea unificar criterios y dar representatividad a todos los
estratos de la vida social. Pues, aunque parezca paradójico, el socialismo del
Tercer Reich fue profundamente jerárquico y a la vez dio lugar a todos los
trabajadores para que participaran de la vida política de la Nación (13). Se
crearon Asambleas Regionales, Tribunales de Honor Campesinos, Reuniones de
Distrito, Comicios Regionales, Consejos Nacionales Campesinos, etc., que se
agruparon finalmente de un modo orgánico al Sindicato Nacional de la
Alimentación creado por Ley el 13 de Septiembre de 1933. Dicho enorme y
revolucionario sindicato agrupaba al 35% de la población del Reich y tenía ante
todo como máxima ley y norma el cuidado del bien común. Al contrario de lo que
era antes de él, y volvió a ser ahora, el sindicato no partía desde la base de
la defensa de los intereses particulares sino que partía desde la búsqueda del
bien común. No negociaba para ver quien se lleva la parte más grande sino que
se unían solidariamente para discutir las formas que puedan beneficiar a la
Nación asegurando su alimentación y bienestar. Es así que “los distintos
oficios llegan, armónicamente, a los convenios que antes buscaban en las más
cruentas «guerras económicas»; y donde antes imperaba definitivamente el
«derecho del más fuerte», decide ahora el interés «de la economía común y del
bienestar general». (Ley del Sindicato Nacional de la Alimentación, art. 2).” Dicha Ley, como todas las
nacionalsocialistas, especifican que el sujeto en cuestión (en este caso los
campesinos) no es medido de acuerdo a categorías económicas ni a beneficios
materiales sino de acuerdo a su honor y su lealtad a la comunidad. El nombre de
labriego volvió a ser un título de honor y no una categoría económica.
Reviviendo los viejos conceptos jurídicos germanos, agrupan a la
autoadministración y la propia responsabilidad de los trabajadores junto a la
administración y autoridad del Estado.
Se ha dicho que el socialismo del Tercer Reich se basa la
selección de los mejores y en la jerarquía, y la vida sindical de los
productores de alimentos no podía ser ajena ella. En la cúspide se ubica el
Jefe Nacional de los Campesinos del Reich que se ha ganado su lugar por su
alistamiento voluntario para defender a su Patria durante la Primera Guerra Mundial y su regreso como
héroe de guerra, por sus estudios y formación académica, por su revolucionario
y destacado papel como teórico, por su intachable conducta y finalmente por
haber defendido el nacionalsocialismo durante los años de lucha por el poder.
Éste infunde desde arriba el espíritu socialista comunitario mediante la ardua
selección y formación de líderes en los distintos estamentos mientras que los trabajadores
van llenando desde abajo la organización con las necesidades del pueblo
representadas por los líderes de las distintas escalas de organizaciones,
empezando por los jefes locales de fincas y barrios que van escalando por
mérito propio como jefes de distrito, jefes de comarca, etc., hasta poder
llevar a lo más alto las aspiraciones del pueblo. Desde esta unificación
orgánica, desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba, nace el gobierno
solidario en pos del bien común que hizo grande al Tercer Reich. Cabe destacar
que, en oposición con la habitual burocracia administrativa, los mencionados
cargos directivos, incluso los de jefes locales, eran ocupados por labradores
arraigados en la tierra, que los ejercen con carácter honorario, y sólo reciben
un sueldo los peritos técnicos y oficinistas, empleados y dependientes de los
líderes. Con ello se aseguran que el gobierno se lleva a cabo por personas
imbuidas por un profundo idealismo y movidos por el amor a la comunidad. Como
ya dijimos, en el Tercer Reich nada se mide por dinero sino por Honor.
De esta forma, “el Sindicato Nacional de la Alimentación
vigila la administración ordenada de la explotación agrícola en interés de la
comunidad popular”
Como decíamos, primero fue necesario liberar al campesinado
del juego de la especulación, y para ello el golpe más duro asestado contra el
poder mundial de la usura, que sometía a la miseria a los labradores con el
eterno pago de intereses, fue la Ley del Patrimonio Agrícola Hereditario
Inalienable oficializada el 1° de Octubre de 1933.
Desde hace miles de años, y ya en el Antiguo Testamento se
lo puede comprobar, Yahvé impuso a su pueblo preferido el uso de la usura como
medio de domino dilecto sobre los demás pueblos. Mediante este hábil engaño, el
prestamista comienza a ganar dinero sin trabajar ni producir nada, sólo
viviendo a costa de los productores y aumentando las ganancias cada vez hasta
dejar al deudor como esclavo del prestamista. La usura, la más poderosa arma
esclavista (14), ha sido siempre combatida en diversos grados pero la codicia
ha dejado que aumente su poder siglo a siglo hasta encontrar en el siglo pasado
un uso desmesurado que, por su crecimiento exponencial, detenía la vida de
cualquier pueblo que cayera como su presa (15). Hasta tal punto la Alemania de
la época se encontraba hundida en la miseria a la llegada de Hitler que “Sólo
en el año anterior a la conquista del Poder por el Partido, fueron subastadas
17.151 explotaciones recargadas de hipotecas, que afectaban a 461.485 hectáreas.
La Finanza arrebató unos 1.500 millones de marcos de intereses a los
labradores, de los productos de su trabajo, y en la misma proporción les fue
encarecido el pan a los consumidores.” “La «ideología judeo nómada» movilizó lo
más raíz e inmueble que existe, incluyó la tierra en la infatigable movilidad y
acaparabilidad de la mercancía; en el libre juego de fuerzas bursátiles; ese
mercado en el que al propio tiempo se «traficaba» con el hombre y con su
trabajo. Las consecuencias perniciosas de esta «libre economía» se mostraron en
el constante, y siempre ascendente, endeudamiento y parcelación de las
labranzas, hasta alcanzar la más completa incapacidad de dar subsistencia a los
labradores, y la proletarización del campo, elevaron el precio de la «mercancía»
tierra, a tal altura, que la redituación y la imposición contributiva de esta
mercancía no podían ser ya cubiertas por el resultado de la venta de la
producción agrícola, por muy elevados que fuesen los precios.”
Con la puesta en vigor de la Ley se logró rescatar de las
garras de la usura unos 800.000
patrimonios rurales, con una superficie de más del 50 por ciento de la
explotación agrícola total de la Nación, y los alemanes volvieron a producir
para el bien de la comunidad rompiendo la cadenas del parasitismo usurario que
quita autonomía a los productores y aumenta constantemente el precio de los
productos para los consumidores, sin contar con el aumento constante de
impuestos y reducción del dinero en obras públicas ya que el Estado también se
encuentra permanentemente pagando los intereses de sus deudas, redireccionando
el dinero público a las arcas de los usureros.
El suelo volvió aquí a servir a la comunidad y a ser el
custodio de la sangre. “El Nacionalsocialismo volvió al fundamento del derecho
agrario germano. Cuyo derecho común reconocía tres componentes: al alodio, el
feudo y la dula, o terrenos comunales. El alodio u odalia, constituido por la
unión de sol y suelo, el solar, era una heredad o asentamiento que servía a una
estirpe como base de su vida. No era una propiedad libre del cultivador noble
que la señoreaba solamente como fiduciario de un linaje, sino como patrimonio
troncal ingravable, indivisible y de cultivo obligatorio. ¡El derecho de
propiedad estaba fundado en la idea racial de la estirpe!”
La Odalia volvió a estar signada por la runa Odal, que pudo
ondear junto a la rúnica Cruz Gamada como símbolos de la libertad, obrando sus
influjos a la luz del Sol y haciendo saber al mundo que los alemanes sólo se
rendirían tributo a sí mismos y a sus propios valores.
Es así que La jehovítica usura ya no pudo reinar sobre el
Tercer Reich y poco a poco los pueblos iban dándose cuenta de todas las
posibilidades que brinda un orden social natural, libre de sus cadenas. Por
ello era urgente la guerra. Por ello se levantó el pueblo de Judá y sus
esbirros y por ello siguen hasta el día de hoy adormeciendo las mentes con
mentiras y difamaciones contra aquellos que hicieron sacudir al mundo de este
dominio. La gente normal puede seguirles el juego pervirtiendo la historia, ya
sea por ignorancia, cobardía, temor a encontrar la verdad o indolencia por la
vida del mundo, y tal vez algunos de ellos por sus buenas intenciones se libren
de una parte de la culpa, pero no podrán escapar de la miseria que siguen generando
al ocultar la verdad, ahora que la usura vuelve a reinar tranquila sobre la
vida del mundo entero. Los hombres de valores, nobleza y honor no pueden callar
ni ocultarse a sus responsabilidades.
Milicia política y socialismo
A pesar de que Hans von Tschammer und Osten tal vez no tuvo
demasiada presencia en el gobierno del Tercer Reich, no se puede para nada
decir que fue un personaje menor dentro del mismo. Su puesto como Führer del
Deporte para todo el Reich, la solidez y profundidad de sus teorías y la
efectividad de sus disposiciones y proyectos lo convierten en un personaje
central en la educación nacionalsocialista. Ya hemos dicho que el deporte tenía
un papel preponderante en la educación pues lo fundamental para ésta era la
formación del carácter y la personalidad. Pero von Tschammer und Osten, un
enamorado de la cultura griega antigua, intentó copiar los modelos educativos
de aquella basando la formación de la persona en un equilibrado desarrollo de
cuerpo, alma y espíritu. Con ello, según decía, pretendía crear ni más ni menos
que una "antigüedad moderna". La coronación de su anhelos fue la
realización de las Olimpiadas de 1936 en Alemania, donde se intentó en todo
momento revivir el antiguo espíritu griego. Como modelo alemán tenía a Friedrich
Ludwig Jahn (1778‑1852) «Padre» de los gimnastas alemanes, figura destacada de los patriotas
que prepararon la guerra de la independencia contra Napoleón y más tarde lucharon por la unificación de los pequeños Estados
alemanes en el Imperio Alemán. Jahn
sostenía que se debía realizar en todo el pueblo una educación viril y
soldádica, siendo el servicio militar apenas una modalidad más de esta pero no
su único exponente. A raíz de esta convicción, creó la gimnasia alemana, como
un instrumento de la viril educación del pueblo, aunando gimnasia, socialismo y
soldadismo en un único tipo de hombre.
Todas estas influencias von Tschammer und Osten las plasmó
en las obras de la educación nacionalsocialista y su desarrollo del deporte en
búsqueda de la formación tanto del cuerpo como del alma, en la implantación de
los valores de heroísmo, disciplina, honor y virilidad, en la conciencia de los
deberes cívicos y comunidad, en la formación de un hombre que haga del modelo
del guerrero su guía. Por ello, “con el restablecimiento del servicio militar
obligatorio ha cerrado el Führer una larga serie de medidas para la
restauración de una viril forma de educación política. Sólo extranjeros pobres
de espíritu podían ver en ello una medida destinada exclusivamente al armamento
de la Nación.”
“Es esencialmente la expresión natural del virilismo alemán,
cuya señal más característica es lo heroico, o expresado de otro modo, cuya
esencia está sólo determinada por «estilo» y acción, señalados, muy
certeramente, con la palabra «soldadismo». “El servicio militar obligatorio es
la más alta forma expresiva de la educación nacionalsocialista del hombre, cuya
esencia descansa en la actitud vital de constante milicia, en el soldadismo”.
“Habrá muchos que no comprendan que es el socialismo alemán lo que en el
soldadismo resurge.”
“Soldado político: esto es el hombre alemán que, henchido de
la idea del Nacionalsocialismo, vive conscientemente en el Estado, se moviliza
en él y por él, se entrega al pueblo político, y sigue al Führer. El estilo y
las obras de estos hombres nacionalsocialistas constituyen el soldadismo
político. Nacionalsocialista y soldado político, casi viene a significar lo
mismo.”
“Nosotros vemos una confusión de conceptos en traducir por
«instrucción militar» lo que nosotros llamarnos «educación soldádica». El
Nacionalsocialismo ha fundado la educación viril sobre el soldadismo, sin
pretender con ello la estricta formación militar.”
El nacionalsocialismo, diferenciándose de los demás
movimientos de su época, manifiesta entonces que el soldadismo no hace
referencia a un supuesto militarismo alemán sino que de lo que se trata es de
inculcar en esencia un modelo de hombre que se haga cargo de su destino, que
deje de lado miedo y pereza, se imponga una disciplina y se sacrifique por la
comunidad. Que sea capaz de luchar por lo que quiere y que acepte naturalmente
sus deberes para con la comunidad, que mediante el viril accionar afirme su
carácter y su ser, que la vida se la conquista uno mismo y que los valores del
honor y a lealtad son sagrados. Ello es en esencia el soldadismo y hacen gala
de él no sólo el servicio militar sino todos los ámbitos educativos de la
Nación.
Todo ello es parte del socialismo pues el bien y el
desarrollo de la comunidad redunda en el del individuo, ambos están
naturalmente unidos, es parte del orden natural. El socialismo del
nacionalsocialismo, no está de más repetirlo, se diferencia rotundamente con el
que propugna el marxismo. El comunismo refiere el Todo al individuo, poniendo a
este último como quien exige la repartición de bienes de la comunidad,
alimentando cada vez más el egoísmo y la codicia. El nacionalsocialismo, en
cambio, refiere, desde el principio, el individuo al Todo, propugnando el
sacrificio y la solidaridad. Esta comunidad con el todo está marcada
naturalmente desde el nacimiento, no es necesario hacer un llamado exterior a
ella ni imponerlo de forma arbitraria. Se manifiesta primero en la portación de
una sangre que la comunidad custodia. Esta sangre le marca al individuo sus capacidades
y sus valores, mantenidos por una larga cadena de ancestros. Pero también su
destino se encuentra inevitablemente, según el orden natural, unido al del
Todo. La comunidad aspira a la evolución y a un destino de grandeza y el
individuo debe imponerse una disciplina y un deber, base del soldadismo, para
honrarlo.
Totalmente contrapuesto queda entonces al marxismo “que hizo
de la economía la base del Estado, y con ello inició y condujo, antes que
nadie, el proceso que rebaja al «pueblo» a la condición de esclavo de labor y
bestia de trabajo.” “Frente al socialismo económico de viejo cuño, acuciado
sólo de la apetencia de bienes, podemos afirmar que el Nacionalsocialismo sólo
busca honor y grandeza.”
El Servicio del Trabajo
El espíritu de servicio, la camaradería, la educación en la
cultura alemana y la conciencia de comunidad fueron inculcadas en el pueblo no
sólo con lindas teorías y discursos sino con una gran cantidad de instituciones
que se encargaron de ponerla en práctica para lograr su realización efectiva.
El Servicio del Trabajo constituyó una de ellas.
El Servicio del trabajo fue una especie de universidad de la
juventud basada en el trabajo como forma de servir a la comunidad. Se ubicaba
entre medio de la educación obligatoria y del servicio militar obligatorio como
una más de las instituciones de enseñanza nacionalsocialista y duraba
aproximadamente 6 meses. También quienes iban a cumplir servicio en el Ejército
debían pasar primero por ella. En sus campamentos la actividad principal era el
trabajo manual pero también se realizaban en él actividades educativas sobre
cultura alemana, geografía, técnicas de trabajo e ideología nacionalsocialista.
Se les proveía de todas las necesidades materiales y espirituales que pudieran
tener. También se promovían las actividades recreativas, el deporte y el
contacto con la naturaleza.
Con él, el nacionalsocialismo pretendía eliminar toda
actitud egoísta y materialista con respeto al trabajo, toda concepción según la
cual éste no es más que un medio para ganar dinero o una carga obligatoria. Se
lo convertía ahora en un servicio de honor a la comunidad.
La juventud tuvo otra ocasión de estrechar los lazos de
camaradería, divertirse y vivir la vida en comunidad, aprender a servir a su
pueblo y ganarse su honor.
Si bien se realizaron por su intermedio importantes trabajos
para la comunidad, como, sobre todo, el cuidado y recupero del suelo, haciendo
más fecundo y extenso el suelo alemán cultivable, o la creación de obras
culturales y el cuidado de bosques, su misión esencial era educar en la
concepción del hombre y de la vida que promueve el nacionalsocialismo.
Pues, “al que le ponen, sin tener para nada en cuenta su
oficio o profesión, una pala en las manos, se ve obligado a entendérselas antes
que nada con el trabajo de pala, y aprende a respetarlo y a respetar todo
quehacer manual y, en general, todo trabajo honrado. El que, sin consideración
alguna a cuál sea su origen y posición social, convive durante medio año con
sus compatriotas de igual edad, y comparte con ellos el trabajo y el recreo,
llega a incorporarse como miembro a la comunidad y a convertirse en camarada de
los otros.” “Sentirá a una con nosotros, que «trabajar con la pala es rezar por
Alemania», y el Servicio del Trabajo será para él un servicio de honor.”
“El pueblo alemán, en su inmensa mayoría, ha de recibir la
implantación del Servicio del Trabajo general y obligatorio como la mera
legalización de lo que ya es para los mejores de sus hijos voluntario servicio
de honor.“
Prensa y socialismo
Difundir en el pueblo una nueva cosmovisión necesariamente
debía contemplar el restablecer a la prensa su función natural: servir de
fuente de información al pueblo.
Hasta entonces, y de nuevo hoy en día, la prensa se
encontraba totalmente apresada por la necesidad de conseguir fondos económicos
y vender propaganda que le permita subsistir. Esta necesidad de dinero ha
controlado cada vez más la política editorial de la prensa, cuando no ya
directamente sus directivos son empleados de grupos financieros, bancos o
corporaciones, lo que sesga completamente la línea editorial.
El nacionalsocialismo, con la Ley de Prensa Alemana de 1933,
“la convirtió en instrumento socialista, e hizo del cargo de redactor una
función pública y en consecuencia socialista, eliminando cualquier posibilidad
de influjo en el periódico alemán, a través de propietarios más o menos
anónimos.” “Sólo el bienestar de la Nación debe fijar su actitud y cada línea
ir redactada y escrita hacia esta finalidad. El periódico es un importante
instrumento de enseñanza y educación político nacional.” “La Prensa capitalista
al servicio de fines egoístas e interesados, sin otro ideal que los fajos de
billetes, es el peor enemigo de todos los pueblos.“
La prensa, en manos de especuladores, al servicio de poderes
financieros, ha generado pánico en la vida económica, quiebras de comercios y,
en suma, miseria en la comunidad con el fin de lograr fabulosas ganancias para
individuos egoístas. Una sola orientación de la prensa que desafíe el sistema
financiero podía decretar su inmediata ruina al serle quitados todos los
anuncios que en ella invertían, como ha pasado en una gran cantidad de medios
periodísticos contrarios al sistema (salvo los comunistas que son financiados
por banqueros pues, como vimos, de opuestos sólo tienen la apariencia). Por
culpa de la prensa, desatáronse guerras y revoluciones que exigieron hecatombes
de vidas humanas. Empezando por los golpes de mano de los Rothschild que
acapararon en una sola jugada de engaños la mayoría de las riquezas de un país,
hasta llegar a los modernos especuladores como Soros que llevan a la ruina a
una nación, pasando por todas las subidas y caídas de las monedas nacionales,
siempre la prensa ha cumplido el papel de generador de opinión e indicador de
la credibilidad de una economía y unas medidas políticas con el único fin de
favorecer a los poderes económicos detrás de ella. Hoy su poder es tan grande
que pueden disponer de todos los medios financieros necesarios para inventar
mentiras y difamar constantemente al nacionalsocialismo, el único gobierno que
les plantó pelea y los expulsó de la vida de Alemania por considerar que los
egoísmos materialistas no pueden convivir en una sociedad que hace de la
Comunidad el centro de su vida.
Luego de las leyes de prensa del Tercer Reich, donde todos
los medios debían exponer sus financiamientos privados y justificar todas sus
inversiones, donde les estaba prohibido a sus dirigentes tener sueldos o
relaciones con corporaciones u organizaciones financieras, donde los redactores
eran absolutamente responsables de sus opiniones y por ley no se les podía
imponer una línea editorial, la mayoría de los grupos capitalistas perdieron el
interés en la prensa y vendieron sus empresas a editores alemanes. Los
extranjeros tuvieron prohibido el ejercicio de todo tipo de cargo público, con
lo que también perdieron sus puestos en la prensa al ser ésta considerada como
una función pública. (16)
El periodismo no puede ser considerado según las reglas del
mercado, él no está para vender nada ni para hacerle el juego a personas
egoístas. “La misión del nuevo periodista creador es infundirla de aquel
espíritu que hace del nuevo periódico, una institución moral en la vida
cultural de nuestro pueblo.”
Tradición y socialismo
Friedrich Christian, Príncipe de Schaumburg Lippe,
recopilador de esta obra, se encarga de explicar el concepto de Tradición para
el nacionalsocialismo. Para él la tradición no es un objeto muerto que se puede
exponer en un museo sino que representa los valores trascendentes y eternos de
un pueblo, que se transforman en un arma de actualidad y un propulsor o guía
del futuro.
De hecho, la historia suele ser valorada de acuerdo a las
concepciones que en la actualidad se enarbolan: “según impere en ellos la lucha
y se abra paso la concepción heroica de las cosas de la vida, o se trate de las
épocas en que el brillo de la materia torna a la humanidad indolente y cobarde.
Una época inspirada en modelos no heroicos trata de probar la razón de su
existencia apelando a la negación de todo lo noble y de todo lo genial.”
De allí que los enemigos de la nación siempre se mofen o
desprecien los ejemplos de virilidad, heroísmo y sacrificio. Por ello el
marxismo no tiene ninguna tradición noble sobre la que basarse más allá de
hechos destructivos, sólo representa una negación sorda y vacía. Sin ejemplos
de heroísmo y honor o, aún peor, burlándose de ellos, no se puede esperar que
un pueblo responda de la misma manera.
El nacionalsocialismo, en cambio, no lucha por destruir un
sistema sino por construir uno mejor. Su doctrina está basada en un hecho
constructivo. Si combate no lo hace por odio al enemigo sino por amor a su
pueblo. Para imponer su doctrina él invoca las más nobles virtudes de los
alemanes, las que éstos llevan en su sangre naturalmente, una historia de honor
y heroísmo. Y pretende, basado en toda una cosmovisión, imponer una nueva forma
de vida y un modelo para el futuro a la luz de las más sagradas tradiciones de
su pueblo.
“Nosotros, nacionalsocialistas, asentamos nuestros pies sobre
las virtudes germano prusianas eternamente perdurables.” “¡Este es nuestro
socialismo! Inseparable del vivo recuerdo de la guerra, inseparable del
heroísmo y de las virtudes eternas de los alemanes, inseparable de la gloriosa
tradición alemana que representa el resultado visible de aquellas virtudes.”
“El Nacionalsocialismo, declarándose en pro de una
concepción heroica de la vida, movilizaba todas aquellas fuerzas a las cuales
debe el pueblo alemán su existencia y su gloriosa historia. La tendencia más íntima
del Nacionalsocialismo no es nueva: vive desde que existe la sangre alemana.
Pero con amplitud y estilo nuevos, aniquilando las formas nocivas,
sustituyéndolas por otras sanas”
Técnica y socialismo
El increíble desarrollo de la técnica durante el Tercer
Reich, y a su vez el cuidado que se tuvo en que ella no sirva nunca a intereses
económicos sino siempre al interés de la comunidad, resulta paradigmático en
cuanto a las posibilidades que tendría la humanidad si utilizara la ciencia, la
técnica y la tecnología en beneficio propio en vez de dejar que la avidez por
dinero domine todo a su antojo sin importar el bien común. El
nacionalsocialismo demostró que con esta orientación es posible gozar de todo
tipo de adelantos y ponerlos siempre al servicio de la comunidad. Los aliados
se encontraron tras la guerra con una cantidad de inventos y patentes que
excedía su nivel de asimilación y gran parte de sus adelantos no son sino
copias de lo ya hecho por el nacionalsocialismo, pero el pueblo en sí gozó de
todos los progresos de la tecnología cuando en los demás países ellos eran sólo
artículos para unos pocos. Las producciones en las fábricas y el nivel de
producción en general se elevaron muy por encima de la media, pero la posición
que tomó el nacionalsocialismo sobre los adelantos dentro del ámbito de trabajo
fue de extremo cuidado y hasta de prohibición del uso de tecnología cuando esta
pudiera perjudicar la vida social o la felicidad existencial de los individuos.
Es así que mientras los demás gobiernos festejaban el que el
trabajo del hombre pueda ser realizado por máquinas para poder maximizar las
ganancias, el nacionalsocialismo advertía que en el trabajo mecanizado las
horas transcurrían sin alicientes y en una monotonía abrumadora y terrible, que
“el hombre estaba esclavizado, sin saber por qué, ante las máquinas que le
destrozaban su sensibilidad.” Que la fabricación en serie “destruyó la unidad
de creación o de invento y condujo a un fraccionamiento del trabajo en millares
de manipulaciones especializadas. El obrero no comprende ya el sentido del
trabajo. Ve cómo sale de sus manos sólo una parte de éste. Se vio obligado a
seguir el ritmo de la máquina y a descender él mismo al nivel de ella. Apareció
aquella clase de trabajo que mataba el espíritu y que es, por último, indigno
del hombre.”
Por esto es que durante el Tercer Reich se prohibió el uso
de cierta maquinaria en algunas fábricas. Seguramente se hubiera podido reducir
la cantidad de obreros y aumentar las ganancias, pero que un trabajador pierda su
trabajo no es nunca una ganancia para el nacionalsocialismo, tampoco lo es el
que el individuo pierda su felicidad, esto para él es inadmisible y no hay
dinero que lo pueda compensar. “A veces puede verse más ganancia en una
renuncia a las posibilidades técnicas que en la aplicación desconsiderada de
nuevos métodos que solo aporten ganancias para un individuo”.
El Estado impuso entonces, nuevamente, un freno a las
necesidades de la economía y la supeditó a la comunidad.
Sin embargo, enseñó también que las cosas no son buenas o
malas en sí, sino que son buenas o malas dependiendo de la intencionalidad con
que se las use. Si se las usa con el fin de lograr una evolución y
fortalecimiento de la comunidad, se las puede considerar buenas. El
nacionalsocialismo procuró entonces que los adelantos sean ante todo un
beneficio para la comunidad y, entonces sí, sean usados para aumentar la
producción de bienes materiales y culturales. En el caso en que la mecanización
se haga indispensable por las necesidades del momento, como con la creación en
serie de ciertos adelantos tecnológicos para el uso popular en tiempos de paz o
la producción de armamentos durante la guerra, es necesario que se eduque y
concientice a los trabajadores sobre el importante servicio que se está
prestando a la comunidad y que se le brinde adicionalmente todos los estímulos
necesarios para alimentar su cuerpo, su alma y su espíritu antes, durante y
después del trabajo. Así fue posible que gracias a los adelantos técnicos los
trabajadores puedan gozar popularmente de artículos antes de lujo, como el
automóvil, televisión, radio, lavarropas, heladera, etc., tanto como permitió
que el Ejército pueda contar con asombrosos adelantos y revolucionar la guerra
con armamentos innovadores que hasta el día de hoy son la base de los adelantos
técnicos utilizados por los demás Ejércitos.
Entonces sí, pudieron decir “aceptamos y afirmamos, por
principio, el progreso de la técnica, pero no lo hacemos para aumentar la
rentabilidad de la explotación individual, sino pensando únicamente en el
provecho de todo el pueblo”
Socialismo y Arquitectura
Finalmente, analizar la orientación socialista de la
arquitectura en el Tercer Reich comprobará una vez más, por si quedaban dudas,
que el nacionalsocialismo tuvo en cuenta como ningún otro régimen la felicidad
y el desarrollo espiritual de los ciudadanos ante que cualquier otra medida de
conveniencia. No necesitaba, de otra manera, gastar inmensas sumas de dinero
para crear un nuevo tipo de vivienda ni para remodelar todas las ciudades y
lugares de trabajo, de forma tal de crear condiciones adecuadas para el
desarrollo de los individuos e imprimir a todas sus creaciones para la
comunidad un aire de grandeza y magnificencia.
En cuanto a la construcción de viviendas, el
nacionalsocialismo consideraba que el amontonamiento de casas y su ambientación
puramente materialista, con el fin de maximizar ganancias, constituían
alojamientos faltos de alma que privan al hombre de tener siempre presente un
fin más alto, un desarrollo cultural. Aun los edificios con fines más técnicos
y construcción más moderna olvidan que quienes los habitan no son autómatas
sino seres provistos de almas y que su desarrollo espiritual jamás debe pasarse
por alto en las consideraciones arquitectónicas.
No se puede permitir que mientras se promueve el cultivo del
cuerpo tanto como del espíritu con una educación orientada a tal sentido, con
hombres que vienen de practicar deportes y tener una vida que intente purificar
cuerpo y alma, vuelvan luego a sus casas para alojarse “en viviendas que están
en pugna directa contra sus hábitos de vida”.
Es así que la construcción de las nuevas viviendas debe
tener en cuenta el buen uso de la luz del sol, la orientación, la ventilación,
la higiene y los espacios verdes en el mismo terreno que le permitan tener un
parque para recreación y lugar para una huerta que le de autonomía y lo acerque
al cultivo como forma de contacto y armonía con el cosmos. Dado que es
necesaria la holgura y la liberación de toda estrechez, éste a su vez será
ambientado en un exterior acorde mediante la implantación de praderías,
parques, campos de deportes y piscinas públicas, junto a soleadas y amplias
avenidas, plazas monumentales y construcciones públicas magníficas que denoten
la voluntad de grandeza que el nacionalsocialismo desea imponer.
La construcción tanto en el interior como en el exterior,
debe velar por “no dejar en olvido el momento psíquico y nacional de los
habitantes. Pues nuestras viviendas no sólo han de acomodar decorosamente a los
hombres, sino también han de constituir un factor más para satisfacer y
fomentar ansias culturales.”
“En nuestro concepto, el socialismo más puro consiste en el
reconocimiento del individuo y en propugnar una educación que haga de él un
hombre consciente de sí mismo, de suerte que, mediante una apelación a su
propio Yo, deseche todo sometimiento a clasificación, que sea un ciudadano con
igualdad de derechos.”
Especial cuidado tuvieron los “templos del arte” desde donde
se intentó acercar a la masa popular al contacto con la esencia artística
germánica, a valorar su belleza y los valores de la raza que éste manifiesta
con el fin de ligar al hombre a fines trascendentes “en la sabia previsión de
que sin ellos no es posible la elevación espiritual de los hombres.”
En cuanto a los lugares de trabajo, además de la
organización “Fuerza por la Alegría” que colmó al trabajador de actividades
recreativas y culturales en el mismo lugar de trabajo tanto como en las horas
libres tras terminar la jornada laboral, la organización “Embellecimiento del
Trabajo” se encargó de mejorar el aspecto y las instalaciones de las fábricas,
tanto de los grandes complejos industriales como de los pequeños
emprendimientos con pocos empleados, hasta lograr niveles totalmente
desconocidos por trabajadores de cualquier otro país. También aquí la
utilización de la luz del sol o al menos de ambientes correctamente iluminados,
de la ventilación y la perfecta higiene, tanto como de la naturaleza en la
ambientación han pasado a primer plano tras eliminar completamente el espíritu
especulativo que sólo tiene en cuenta fines económicos.
Lo que se intenta es evitar que los trabajadores se
encuentren amontonados en lugares sucios y muertos, sin sentirse cuidados ni
valorados, siendo nada más que “bestias de trabajo”. Este tipo de condiciones
son las que convierten a los individuos en seres faltos de alegría, amargados y
desganados. Tras esto se pasará a evitar el trabajo mecanizado desplazando a los
productos de mal gusto fabricados en serie por una concepción artística del
producto de trabajo que mejore tanto el alma del trabajador como la calidad y
la utilidad de los productos. La realización psíquica y espiritual del ser
humano es siempre la base para la construcción de una comunidad sana. Y ello
debe intentarse en todas las clases sociales para que todas se eleven por
igual, pues no se trata de un privilegio de los mejor acomodados.
El nacionalsocialismo no mantiene las masas en un plano
inferior para organizarlas en clases contra los otros conciudadanos del pueblo;
sino que, consciente de la fuerza y de la necesidad del espíritu, educa las
masas hacia este y las aúna con las fuerzas de la inteligencia. La cual, por
tanto, deja de ser un privilegio de los mejor acomodados para pasar a ser un
derecho de todos los hombres, en todas las capas del pueblo. Para alcanzar todo
esto, para descubrir y reconocer nuevas fuerzas, nuestro Estado conducirá a
todos a las fuentes del espíritu, despertando universalmente el sentido de la
nueva vida, y consiguiendo, al mismo tiempo, la regeneración de la inteligencia
en todas las esferas populares.
Por último, se debe decir que los monumentos, los edificios
gubernamentales y todo lugar que simbolice la unión socialista del Reich fueron
signadas por el espíritu de magnificencia y monumentalidad, por construcciones
que deslumbraron al mundo otra vez, como desde la Edad Media, o incluso las
épocas del Imperio Romano y la Antigua Grecia, no se veía. También los anfiteatros,
recintos de conferencias, las plazas y avenidas que albergaban grandes
manifestaciones y desfiles fueron construidos o remodelados como si fueran
grandes templos de la comunidad popular socialista. Incluso la construcción de
las grandes autopistas, que tenían fines económicos, no perdieron su
magnificencia y tuvieron especial cuidado en la estética, en respetar la
naturaleza o incluso engrandecerla debido a su cuidadosa exhibición a la vista
de los viajeros, aunque esto pueda significar un camino más largo o un gasto
mucho mayor.
“Todo, en su imponente grandeza, será penetrado del alma y
de la esencia de donde proceden el pueblo y su auténtico genio, el cual será
norte y guía para muchos de los que aún anhelan”.
Conclusión
Casi sin hacer mención a medidas específicas y a los logros
(17), sólo ateniéndonos a la doctrina y a unos pocos ejemplos, creemos haber
demostrado que la mayor característica del Tercer Reich fue su espíritu
socialista manifestado en la voluntad por poner en primer lugar el desarrollo de
la comunidad y la felicidad y fortalecimiento espiritual de los individuos que
la componen.
Una cantidad impresionante de obras y logros han probado que
éste no era sólo una bella teoría ni palabras demagógicas sino que elevó el
nivel de vida de un pueblo, que se encontraba cada vez más hundido en la
miseria provocada por interminables crisis antes de que Hitler llegase al
poder, hasta lograr niveles desconocidos en el resto del mundo. Este
socialismo, está visto, se logró no tanto por determinadas medidas, aunque las
hubo en grandes cantidades, sino por la educación del pueblo y la imposición de
valores de solidaridad, honor, lealtad y conciencia de comunidad. El socialismo
del nacionalsocialismo fue posible, ante todo, gracias a una orientación del espíritu.
Finalmente, demuestra todo lo que los hombres pueden lograr
cuando se liberan del yugo de las finanzas y de los explotadores, cuando deja
atrás una visión del mundo materialista para cambiarla por valores
trascendentes y ordena toda su vida sólo teniendo en cuenta a estos últimos.
Pablo Siegel
Buenos Aires, 21 de diciembre del 2012
NOTAS:
(1) Puede
consultarse el libro “Nuestro Hitler” editado por esta editorial para constatar
que tanto propios como extraños, amigos y enemigos, se deshacían en elogios
hacia Hitler y daban testimonio de la cautivadora personalidad del Führer hasta
tal punto que ni décadas y décadas de la más insidiosa propaganda anti-nazi han
podido borrarlo.
(2) Ver “Los 8
Kybaliones. Tábula Máxima Hiperbórea, leyes supremas del Universo”, editado por
esta editorial, para un análisis de las leyes naturales que constituyen la
manifestación del Dios Absoluto, lo que dará una idea de por qué en la
antigüedad siempre se reconoció un Orden divino presente en absolutamente todo.
Se podrá apreciar que el nacionalsocialismo fue el último movimiento político
que se esforzó en respetarlas y honrarlas.
(3) Hacemos
referencia a la antigua concepción de “demon” entendido como agregado
psicológico o entidad externa a la íntima esencia del Ser.
(4) Si alguno no
tiene claro cuál es la imagen que de Hitler se imponía en aquella época,
debería leer primero el libro “Nuestro Hitler” ya citado para comprender la
importancia del ejemplo que Hitler se esforzó en dar.
(5) Un excelente
tratado sobre su economía puede consultarse en “La economía en la cosmovisión
nacionalsocialista”, editado por esta editorial, al que nosotros además hemos
analizado detalladamente en su introducción y agregado otros tantos escritos
del mismo nivel para intentar hacer de él un manual de la economía en el Tercer
Reich.
(6) Un muy
recomendable análisis de la concepción del trabajo durante el Tercer Reich
puede consultarse en la obra: “La Doctrina Nacionalsocialista del Trabajo”.
(7) Tampoco los
alimentos ni la medicina, ni ningún otro bien relacionado a la dignidad humana,
pudo entrar en las leyes del mercado bajo el gobierno de Hitler. Los enormes
avances logrados en ciencia, medicina, tecnología, ecología, arte y demás
actividades demuestran que liberado del dominio del dinero el hombre se
encontraría con una inconmensurable cantidad de beneficios.
(8) Se recomienda
la lectura de "Auge y Victoria de la Juventud Hitleriana" para un
mejor análisis
(9) Se debe
recordar que en esa época Alemania atravesaba una enorme crisis y la inflación
dejaba en la calle a miles de trabajadores capaces mientras los disminuidos que
nada producían vivían colmados de ayudas y beneficios gracias a un
humanitarismo exacerbado. El Estado gastaba inmensas sumas de dinero en
proteger a quienes habían nacido con defectos o arrastraban enfermedades
hereditarias, contribuyendo además a perpetuarlas por la incontrolada
reproducción de estos, mientras los que podían producir y, con ello, mejorar el
nivel de todos, eran arrastrados por las consecuencias de la crisis económica.
También vivía Alemania una encrucijada en la constitución de su población:
mientras en las estadísticas que se llevaban desde hace 70 años se señalaba que
la población sana había aumentado en un 50%, los disminuidos física y
mentalmente habían aumentado en un 450%, lo que llevaría a un deterioro cada
vez más pronunciado de la constitución biológica alemana si estos porcentajes
se mantenían. Era un deber del Estado el dar vuelta esta tendencia mediante el
freno a la reproducción de taras genéticas. Aunque esta parte negativa de la
política eugenésica es la que más se conoce gracias a la propaganda, se
aplicaron también muchas otras admirables medidas para promover el nacimiento
de individuos sanos. Por ejemplo, podemos citar como las nuevas familias
recibían por medio de la Ley de «préstamos a los nuevos matrimonios» un
importante apoyo económico para hacer prosperar la familia y el hogar, además
recibían una cuidada, estética y espaciosa vivienda al constituirse y el pago
se perdonaba en un 25% por cada hijo nacido. Una enorme cantidad de
instituciones como el «Auxilio de Invierno del Pueblo alemán», el «Auxilio a la
Madre y al Niño” la «Obra de las Vacaciones populares», etc, promovían la educación
en la conciencia comunitaria, la solidaridad y el cuidado de la herencia
biológica del pueblo en pos del bien común.
(10) La Ley del 14 de
julio de 1933 que promovía la esterilización para evitar la propagación de
taras hereditarias ha sido una de las leyes que más han encendido la
imaginación de los propagandistas anti-nazi, quienes basándose en un falso sentimentalismo quieren promover la
imagen de un régimen nazi diabólico como el único medio que tienen para
justificar su incapacidad en aliviar los descontentos que producen los
gobiernos democráticos y tapar los increíbles logros sociales del
nacionalsocialismo. Olvidan éstos que los Estados Unidos estaban en ese mismo
momento haciendo uso de esas mismas leyes, llevando ya varios años de aplicación
exitosa antes que Hitler. Tampoco quieren reconocer que muchos países de primer
orden lo han aplicado antes o después. La mismísima Unión internacional de
Organizaciones eugenésicas en su Congreso internacional reunido en Zürich en
1934, si bien se distanciaba ideológicamente del nacionalsocialismo, tras
analizar en detalle la ley no pudo menos que recomendar a los gobiernos de todo
el mundo su estudio para el bien de la humanidad. Cabe agregar que la ley es
sumamente elaborada, pone especial cuidado en evitar los abusos de todo tipo y
promueve el estudio detenido de cada caso por peritos y tribunales creados a
tal efecto. Asimismo, promueve que la esterilización sea voluntaria y que se
deba contar con el consentimiento del sujeto luego de ponerlo en conocimiento
de todos los detalles. Un tribunal constituido por especialistas analizaban muy
detalladamente cada caso y si no se llegaba a un acuerdo se derivaba el caso a
una instancia superior. Se debe saber además que, salvo por los casos de
violadores y degenerados o personas totalmente incapaces de hacer uso de sus
facultades mentales (donde debía actuar su médico en representación), la gran
mayoría de las esterilizaciones fueron voluntarias. Esto no debe sorprender si
se tiene en cuenta el papel educativo que cumplió el nacionalsocialismo, la
dignificación del enfermo y la conciencia de verdadera comunidad y sacrificio
que había logrado inculcar en todo el pueblo. Finalmente, cabe aclarar que no
se practicaba la castración ni se impedía la actividad sexual de los
esterilizados, sino simplemente su reproducción.
(11) Las
instituciones de cuidado de la madre y los recién nacidos ponían a su vez el
énfasis en que los niños recién llegados al mundo sean también valorados como
“hijos del pueblo”, que toda la comunidad debe hacerse cargo de ellos ya que no
valen tanto como hijos de unos padres en particular sino como miembros de la
comunidad a la que enriquecerán con el fomento de lo mejor de su caudal
genético. Así se pudo por primera vez dejar atrás el prejuicio de la mentalidad
general de la época que condenaba a los hijos de madres solteras al ostracismo
ya que estos niños ahora valían como parte integrante y enriquecedora de la
comunidad, a la vez que se ampliaba el concepto de paternidad a sentimientos menos
egoístas y posesivos. No es este un concepto totalmente revolucionario, algo
similar valía para las civilizaciones arias antiguas, siendo Esparta tal vez el
ejemplo más conocido.
(12) No se debe
confundir herencia con costumbre. El nacionalsocialismo se oponía a que un hijo
siga la profesión del padre para continuar la tradición, pero sí promovía el
estudio de las capacidades heredadas biológicamente para darle a cada uno la
posibilidad de desarrollarlas de acuerdo a su íntima esencia. Entendemos que esto
es ante todo un ideal que en el mundo actual, e incluso en aquella época, no
era tan fácil de realizar, pero el grado de realización no invalida un
principio ni niega una orientación.
(13) Tanto los
teóricos de los regímenes aristocráticos basados en el poder de la autoridad,
como los populistas defensores del pueblo, olvidan que los más grandes Imperios
y las más prósperas monarquías tuvieron siempre asambleas regionales de acceso
popular que actúan como naturales selectores de los hombres comprometidos con
las políticas que determina la vida social, pues jamás los hombres tuvieron tan
nivel de mansedumbre e indolencia como para no comprometerse con las políticas
que determinan su vida. Por otra parte, ningún gobierno puede realizarse por
medio de decisiones grupales ya que siempre se necesitan líderes capacitados
para tomar decisiones que no se pueden dejar en manos de los que menos saben.
La autoridad, además, no es una “imposición a la fuerza” sino algo que se
impone naturalmente, por su propia superioridad. Finalmente se debe decir que
para la determinación de los mejores, si se quieren tener en cuentas todos los
factores, guste o no, también se deben tener en cuenta las capacidades
genéticas, que si bien no son absolutas al menos lo determinan en un grado no
despreciable. Actualmente la política no realiza ni una selección de los
mejores, ya que sólo el dinero decide quienes conforman la capa dirigente sobre
la que luego un pueblo ignorante vota creyendo elegir, ni el hombre común tiene
jamás acceso a las decisiones políticas al faltar primero las organizaciones
regionales que le permitan escalar por mérito propio y segundo el dinero para
poder entrar al juego de la política según las reglas económicas y
propagandísticas que lo rigen con el fin de cerrarle el paso.
(14) La usura fue
considerada durante el Tercer Reich como uno de los peores crímenes que se
pudieran cometer, sólo por debajo de los cometidos por pervertidos y
degenerados, y castigada muy severamente, incluso hasta con la muerte, pues
aunque genera un mal poco advertido condena a la miseria a la comunidad. Ella
también, al igual que los crímenes de los más pervertidos criminales,
manifiesta una personalidad totalmente guiada por el egoísmo y ya presa de sus
bajas pasiones, una orientación totalmente opuesta a la que desea imponer el
nacionalsocialismo.
(15) Hoy en día la
usura sigue reinando sobre los pueblos del mundo, liberada de nuevo tras la
caída del nacionalsocialismo, pero ya sus mecanismos pasan más desapercibidos
gracias a que tienen una presencia no tan evidente y que políticos y
economistas desvían la atención con rebuscadas terminologías, pero todos los
países sin excepción están sometidos a un constante aumento de precios y costo
de vida debido a impagables deudas de las que ya ninguna nación alcanza a pagar
ni siquiera los intereses, renegociando constantemente el capital inicial más
sus intereses a cambio de control político. Lo que pocos perciben es que el
sistema mundial usurario no tiene como fin recaudar dinero, ellos mismos son
los emisores de la moneda, sino que es un complejo mecanismo que tiene como fin
dominar y someter a las naciones. No sólo porque por encima de la codicia de
dinero se encuentra el complejo de dominio en las psicologías desequilibradas
(este es el mecanismo que asegura el sistema) sino porque el sistema es parte
de un milenario mandato.
(16) La expulsión de
judíos de todos los cargos públicos, por la que todavía siguen clamando,
debería ser atemperada informando también que todos ellos cobraron indemnizaciones
y empezaron a cobrar jubilaciones acordes a sus puestos. La vida cultura judía
fue respetada mediante la creación de la “Liga cultural judía” que permitía
todas las actividades de la vida cultural de los judíos siempre y cuando ella
estuviera limitada sólo a judíos. Un destino mucho peor les esperó a todos los
nacionalsocialistas que ejercían profesiones importantes al finalizar la
segunda guerra mundial ya que los aliados los encerraron o les quitaron sus
trabajos y todas sus pertenencias sin ninguna consideración al futuro de estas
personas.
(17) Sobre ellos nos
explayaremos en próximos libros.
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