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El libro de Wilfred von Oven presenta la variopinta vida de
las SA, de dura disciplina y lucha política constante, de manera amena y
documentada.
Resulta un testimonio de excepción, pues está contado desde
el interior de la organización a la cual él mismo perteneció. Von Oven se une a
los 18 años al NSDAP y la SA, pasando los más duros años de lucha en su seno, y
si bien renuncia a ella una vez en el poder, termina la guerra como secretario
del mismísimo Joseph Goebbels en el Ministerio de Propaganda del partido para
luego exiliarse en Argentina finalizada la contienda.
A pesar de ser prácticamente el relato de un militante que
siempre se asumió como tal, sus reflexiones sobre las internas de la SA y la
contextualización política de dicha organización se hacen desde la distancia y
con sentido crítico, recolectando el máximo de fuentes y documentación posible.
Las anécdotas sobre los distintos jefes de la SA y su actuación, así como las
experiencias recogidas en los avatares de varios años de lucha constituyen
algunos de los párrafos más interesantes de la obra.
Mención aparte merecen las páginas dedicadas al desenlace
que culminó en la "Noche de los Cuchillos largos" de junio de 1934.
El autor no oculta sus simpatías por la opción de profundizar la revolución
nacionalsocialista luego de la toma del poder, si bien señala claramente que
Ernst Röhm no estaba a la altura de semejante empresa. El hecho de haber
renunciado al Partido como consecuencia de aquel golpe resulta, no obstante,
significativo de la postura de Von Oven.
Existen muchas obras sobre las Juventudes Hitlerianas, las
Waffen SS, el Partido Nacionalsocialista y los demás aspectos del III Reich.
Sin embargo, escasean las buenas obras sobre las SA. El libro de von Oven llena
provechosamente ese vacío significativo en lengua castellana.
PRÓLOGO
Al abordar el fenómeno histórico del Nacionalsocialismo hay
que comprender que, las más de las veces, ha sido hecho desde una mezcla de
prejuicios, preconceptos, confusión e ignorancia que no han contribuido en
nada a arrojar luz sobre una etapa histórica tan compleja de Alemania, Europa
y el mundo sino que, por el contrario, ha obscurecido el diagnóstico.
No obstante la cantidad de obras y artículos de todo tipo,
que se refieren a este fenómeno sociopolítico y sus consecuencias, es
sencillamente abrumadora. Un historiador, Pierre Aycoberry, señala que un solo
lector que dedique toda su vida a estudiar permanentemente las obras dedicadas
al período nazi, sería incapaz de leerlas todas. Es por ello que, escritores y
periodistas, siguen la norma de liquidar el tema demonizándolo y repitiendo los
ya gastados clichés de la historiografía oficial de posguerra. La realidad es
siempre infinitamente más compleja.
Dentro del movimiento nacionalsocialista, cuyos postulados
se reflejaban en la doctrina del Partido Alemán Nacionalsocialista de los
Trabajadores -llamado vulgarmente nazi- las escuadras de Asalto o Sturm
Abteilung -reconocida por la sigla SA- tuvieron un papel preponderante en la
preparación y posterior toma del poder en Alemania que llevó, en enero de
1933, a la constitución de lo que se conocería como III Reich.
Las SA, que inicialmente fueran escuadras de ataque del
partido y guardaespaldas de sus jefes en los mítines públicos; llegaron a crecer
paulatinamente hasta convertirse en una notable fuerza paramilitar. Por
entonces, en Europa, era común la militarización de los civiles; ocurría con
los fascistas en Italia y con los comunistas, por supuesto en Rusia soviética,
pero también en todos los lugares donde había fuertes partidos comunistas como
en Alemania. En la época de entreguerras, los choques por el dominio de las
calles de "rojos" y "pardos" marcarían la tónica diaria en
las principales ciudades alemanas.
Hay que destacar que los miembros de las SA, al principio y
conformando la columna vertebral de esas escuadras, eran excombatientes de la
Gran Guerra; muchos eran ex-Freikorps ("cuerpos francos") que habían
salvado a la nación germana de una revolución soviética. Esta gente se caracterizaba
por un patriotismo enfervorizado, sentían que estaban llamados a un destino de
salvación para la desdichada Alemania de posguerra, a la que los aliados
vencedores -demostrando una gran miopía- sometieron a las exacciones y
humillaciones del Tratado de Versalles. Era gente que venía de un mundo
violento y que seguían viviendo en la violencia cotidiana de una crisis
terrible que azotaba a su país al que amaban con sincera preocupación. De allí
que la consigna "¡Despierta, Alemania!" fuera gritada en las calles
con plena emoción y unción patriótica.
La jornada corriente en las SA consistía en hacer y
distribuir propaganda, montar guardia en los locales, cuidar la seguridad del
Führer y los demás jefes, adoctrinar a los miembros más jóvenes; reaccionar
ante los ataques "rojos" o atacar los locales comunistas, marchar por
las calles con las pancartas y símbolos del movimiento, preparar las grandes
concentraciones nacionales y, por supuesto, enfrentar o escapar de la policía
de Weimar. Todo esto entre un bocadillo y una jarra de café o de cerveza, en
los momentos de permiso, bajo una disciplina muy estricta y una vida de
camaradería pero también de sacrificio. Esa vida cuartelera apenas se disipaba
al regreso al hogar, donde mujeres abnegadas preparaban la comida, antes que
el marido o el hijo fuese a la manifestación, al tiempo que pensaban si
volverían o si los tendría que buscar en los hospitales.
El libro de Wilfred von Oven presenta esta vida variopinta
de manera amena y documentada. Resulta un testimonio de excepción, pues está
contado desde el interior mismo de la organización a la cual pertenecía el
último secretario del Ministro Dr. Goebbels. A pesar de ser prácticamente el
relato de un militante que siempre se asumió como tal, sus reflexiones sobre
las internas de la SA y la contextualización política de dicha organización se
hacen desde la distancia y con sentido crítico. Las anécdotas sobre los
distintos jefes de la SA y su actuación, así como las experiencias recogidas en
los avatares de varios años de lucha constituyen algunos de los párrafos más
interesantes de la obra.
Mención aparte merecen las páginas dedicadas al desenlace
que culminó en la "Noche de los Cuchillos largos" de junio de 1934.
El autor no oculta sus simpatías por la opción de profundizar la revolución
nacionalsocialista luego de la toma del poder, si bien señala claramente que
Ernst Röhm no estaba a la altura de semejante empresa. El hecho de haber
renunciado al Partido como consecuencia de aquel golpe resulta, no obstante,
significativo de la postura de von Oven.
Sabido es que, las SA en general, no estaban muy
satisfechas con el desarrollo de la situación durante el primer año del
régimen nacionalsocialista. Habían llevado todo el peso de la lucha por el
poder y contaban con una larga serie de víctimas caídas en los enfrentamientos
con los comunistas y la policía. Desde el 30 de enero del 33, los que habían
sido imprescindibles apenas eran consultados y vegetaban alegres o tristes,
según los casos. A principio de 1934 tenían cuatro millones y pico de
afiliados, muchos de los cuales estaban desocupados. A veces escaseaba el pago
y la falta de objetivos concretos llevó a muchos de ellos a una cierta
indisciplina. La gente de la calle, las fuerzas armadas y las nuevas
instituciones estaban intranquilas ante la posibilidad de una "segunda
revolución" que llevara las banderas hacia un mayor socialismo.
Los propios jefes de las SA parecían carecer de respuesta
ante la nueva situación. Se sentían hombres de armas a la vez que
revolucionarios y detestaban al ejército profesional heredado de la República
de Weimar. Muchos pensaban que la dirigencia política se estaba aburguesando y
habían traicionado las banderas de la revolución que tanto había costado.
Aspiraban a convertirse en un ejército popular, una fuerza de milicianos. Pero
Hitler y sus colaboradores tenían otros planes.
En febrero de 1934 el Führer y canciller del Reich entre el
Ejército y las SA, proclamando al primero como único cuerpo armado de la
nación y subordinando a las segundas al Ministerio de Defensa a los efectos de
su preparación militar. El jefe principal, Röhm, se mostró irrespetuoso
permitiéndose bromas sobre el "cabo ignorante", "Adolf
desvaría, nosotros seguiremos actuando como hasta ahora". Sólo el jefe de
las SA de Hannover, Lutze, estuvo en desacuerdo.
A partir de allí, los acontecimientos se precipitaron. El
general Reichenau, alertado por Lutze, se dirigió al jefe SS Heydrich y ambos
agigantaron la disidencia de las SA hasta llevarla al grado de complot. Hitler
no tuvo otra opción que apuntalar al Ejército y apoyarse en las Escuadras de
Protección o SS, más consustanciadas con el Führer y que hacía tiempo que
habían reemplazado a las SA en la protección directa del jefe supremo. Aquella noche
cayeron no sólo los principales jefes SA con Röhm a la cabeza, sino algunos
"reaccionarios" de los elementos conservadores. Se inauguraba así
una política equidistante de los extremos de izquierda y derecha que remataba
en el carisma de Führer en persona, quien en el curso del tiempo concentró el
poder, aunque nunca en el grado en que lo hizo el stalinismo, por ejemplo.
La polémica sobre que habría pasado si las SA no hubieran
sido purgadas puede seguir eternamente. Si la conjunción de fuerzas armadas
profesionales y cuadros militarizados de militantes convencidos hubiera sido
mejor, para el largo y terrible camino de la guerra que advino, pertenece al
plano de las hipótesis. Stalin efectuó purgas terribles que le significaron un
altísimo costo al comienzo de la guerra con Alemania y terminaron
beneficiándolo al final, con una revolución de los cuadros de oficiales.
Mussolini tuvo que llamar a la "vieja guardia" de escuadristas cuando
lo dejaron prácticamente solo en la República de Saló. Alemania tenía otra
tradición militar -muy marcada por la disciplina prusiana- y su experiencia
histórica era diferente. Sin embargo, cuando la guerra se hizo cada vez más
dura y hubo que pasar a la defensiva, fueron las unidades de Waffen SS
(combatientes que no deben ser confundidas con la policía y la Gestapo)
integradas por soldados políticos y voluntarios, las que más se destacaron
como la guardia del Reich.
Existen muchas obras sobre las Juventudes Hitlerianas, las
Waffen SS, el Partido Nacionalsocialista y los demás aspectos del III Reich.
Sin embargo escasean las buenas obras sobre las SA El libro de von Oven llena
provechosamente ese vacío significativo en lengua castellana.
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