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pags 180
¿Sabía usted que la revolución comunista de Rusia,
encabezada por Vladimir Lenin, fue financiada por multimillonarios
norteamericanos? ¿Tenía conocimiento de que León Trotsky viajó de Estados
Unidos a Moscú cargado de oro y dólares, junto a veinte cercanos colaboradores,
para sumarse al movimiento?
Parecen afirmaciones de locura. ¿El gran capital financiando
al marxismo? ¿Los multimillonarios empresarios internacionales entregando
dólares para su destrucción?
Todo ha sucedido así. O por lo menos es lo que intentan
probar los autores de este libro, Gary Allen y Larry Abraham. El problema es el
que plantea el título: “NADIE SE ATREVE A LLAMARLE CONSPIRACIÓN”
A través de abundante documentación y exposición objetiva de
hechos, los autores abren una perspectiva nueva y siniestra:
Detrás de las acciones del comunismo internacional y
participando activamente en cuanta guerra o estallido de violencia hay en el
mapa se encuentran SIEMPRE los “super-ricos” del mundo financiero
internacional.
Gary Allen y Larry Abraham sostienen aquí algo insólito,
pero no por ello menos atrayente: hay una CONSPIRACIÓN entre los
“supercomunistas” soviéticos y los multimillonarios del mundo. Objetivo:
controlar la humanidad e imponer un socialismo en el que los “super-ricos”
tendrían el poder.
Los autores son implacables. Denuncian cómo la guerra de
Vietnam permitió lograr pingues ganancias a los financistas internacionales,
tanto a través de la URSS como de USA.
“Nadie se atreve a llamarle conspiración” es un libro
destinado a conmover no sólo a los norteamericanos, sino al mundo entero. En
este instante de convulsión política y económica, en que la depresión
espiritual y económica amenaza al orbe, tiene plena actualidad. Es una obra sin
fronteras.
INTRODUCCIÓN
La historia que usted está por leer es verdadera,
contrariamente a lo que pueda suponerse. Los nombres no han sido cambiados para
proteger al culpable. Este libro puede tener el efecto de alterar su vida.
Después de leerlo, usted no volverá a ver los acontecimientos nacionales y
mundiales del mismo modo.
Nadie se Atreve a Llamarle Conspiración será un libro muy
controvertido. Al principio recibirá poca publicidad, y aquellos cuyos planes
están expuestos en él intentarán acallar el libro con el tratamiento del
silencio. Por razones que se harán obvias a medida que se avance en la lectura
de la obra, este libro no será analizado por la “crítica” de turno ni estará a
la mano en las librerías de moda. Sin embargo, nada impedirá la amplia difusión
del texto, pese a que las personas y organismos citados en él tratarán de
mitigar el tremendo impacto de su lectura mediante sostenidos ataques al autor
o a la temática abordada por éste. Los que participan dentro del libro como
personajes tienen vivo interés en evitar que usted descubra lo que están
haciendo. Cuentan, para ello, con la gran masa a su disposición, su aliada para
atacar a Nadie se Atreve a Llamarle Conspiración.
A través de todo el volumen, los “expertos” tratarán de
ridiculizarlo, haciendo investigaciones por su cuenta respecto a la veracidad
sobre la información de este libro. Ellos ignorarán el hecho de que el autor
admita que algunas de sus ideas son conjeturas, porque la gente que sabe la
verdad no está pronta a confesar. Ellos encontrarán un error tipográfico o
discutirán sobre algún punto que esté abierto al debate. Si es necesario,
mentirán para protegerse, desprestigiando el libro. Psicológicamente, mucha
gente preferiría creerles a aquellos que incluso murmuran la información,
porque a todos nos gusta ignorar las malas noticias. ¡Y lo haremos a nuestro
propio riesgo!
Habiendo sido instructor universitario, Senador de Estado y
ahora Representante, he tenido experiencia con verdaderos profesionales que
ponen cortinas de fuego para cubrir sus propias acciones, tratando de destruir
al acusador. Espero que usted lea este libro con cuidado y saque sus propias
conclusiones, no aceptando las opiniones de aquellos que, por necesidad, tratan
de desacreditarlo. Su futuro puede depender de él.
25 de octubre, 1971. JOHN G. SCHMITZ,
Congresal de los Estados Unidos.
PRÓLOGO
¿Sabía usted que la revolución comunista de Rusia,
encabezada por Vladimir Lenin, fue financiada por multimillonarios
norteamericanos? ¿Tenía conocimiento de que León Trotsky viajó de Estados Unidos
a Moscú cargado de oro y dólares, junto a veinte cercanos colaboradores, para
sumarse al movimiento?
Nikita Krushchev, el jefe máximo de la Unión Soviética, el
hombre que se atrevió a impulsar la coexistencia pacífica y golpear con un
zapato en las Naciones Unidas, fue relevado de su mando. Sin embargo, el mundo
nunca supo, hasta ahora, que su destitución se logró por gestiones personales
de David Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank, quien hizo un “viaje
de reposo” a la URSS.
Parecen afirmaciones de locura. ¿El gran capital financiando
al marxismo? ¿Los multimillonarios empresarios internacionales entregando
dólares para su destrucción?
Todo ha sucedido así. O por lo menos es lo que intentan
probar los autores de este libro, Gary Allen y Larry Abraham. El problema es el
que plantea el título: “NADIE SE ATREVE A LLAMARLE CONSPIRACIÓN”
A través de abundante documentación y exposición objetiva de
hechos, los autores abren una perspectiva nueva y siniestra:
Detrás de las acciones del comunismo internacional y
participando activamente en cuanta guerra o estallido de violencia hay en el
mapa se encuentran SIEMPRE los “super-ricos” del mundo financiero
internacional.
Gary Allen y Larry Abraham sostienen aquí algo insólito,
pero no por ello menos atrayente: hay una CONSPIRACIÓN entre los
“supercomunistas” soviéticos y los multimillonarios del mundo. Objetivo:
controlar la humanidad e imponer un socialismo en el que los “super-ricos”
tendrían el poder.
Los autores son implacables. Denuncian cómo la guerra de
Vietnam permitió lograr pingues ganancias a los financistas internacionales,
tanto a través de la URSS como de USA. No vacilaron en entregarles dinero, y
partes y piezas de las más variadas armas, sobre todo a la potencia comunista.
Luego pasaron la cuenta.
El enfoque es novedoso y hay una elevada entrega de
antecedentes. No se trata de un problema nuevo. Es algo de lo que mucho tiempo
se viene hablando en el mundo. Lo importante es que, por primera vez en la literatura,
alguien se atreve a plantearlo con objetividad y altura. Por eso éste es un
libro AUDAZ.
Naturalmente, los planteamientos de la obra pueden
desconcertar a quienes continúan pensando en torno al clásico esquema de
democracia o comunismo. Al demostrárseles que están unidos por los vasos
comunicantes del dinero pueden perder la fe-y quedar sin una posición que
defender. Pero vivimos en un mundo que cada vez mira más de frente al escándalo
y no teme a sus consecuencias (fresco está el recuerdo de Watergate).
No puede evitarse concluir que al financista, empresario o
banquero poderosos de cualquier: parte del mundo sólo les interesa el saldo de
su cuenta corriente y el balance anual de su industria. Si éstos son
favorables, no vacilarán en instalar fábricas de gaseosas en Moscú, Vietnam del
Norte o China Comunista.
Tampoco les importará construir camiones tras la Cortina de
Hierro, transferir tecnología a quienes parecen ser sus enemigos, ni poner sus
cadenas de diarios, televisión y revistas en manos de ellos para vender y ganar
más. El dinero, cualquiera que fuere su signo, no tendría ningún significado
humano ni político. Sería un frío objetivo en sí.
Dentro de este planteamiento, los Kennedy, Rockefeller, y
otros, parecerían convencidos de que la política de ganar dinero a costa de
los, comunistas y obtener de esto la entrega del poder en el mundo, es buena,
sana, realizable y moralmente aceptable.
Frente a ellos, está el comunismo, que persigue fines, en
apariencia, estrictamente políticos, pero no por ello menos vinculados con las
grandes finanzas.
“Nadie se atreve a llamarle conspiración” es un libro
destinado a conmover no sólo a los norteamericanos, sino al mundo entero. En
este instante de convulsión política y económica, en que la depresión espiritual
y económica amenaza al orbe, tiene plena actualidad. Es una obra sin fronteras.
Chile no escapa a los planteamientos de Allen y Abraham. A
esta conclusión llegará el lector si recuerda que hubo algunos capitalistas
criollos que creyeron capear el temporal marxista poniendo fondos y empresas a
disposición del régimen de la Unidad Popular. Perdieron sus posesiones y no
hubo piedad con ellos. O sea, la CONSPIRACIÓN no funcionó en nuestro país y de
hecho puede fracasar en otras naciones.
El libro también tiene vinculación con nuestra patria,
porque en este momento aparecen sugestivamente unidos contra la posición
chilena sectores capitalistas y socialistas. Quienes se pregunten la razón de
esta singular alianza encontrarán la respuesta en este libro.
El problema es dramático, es de hoy.
Lo grave es que “nadie se atreve a llamarle conspiración”.
Stgo., 28 de noviembre, 1974
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