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TOMO I
Desde su nacimiento el cristianismo vio amenazada su identidad por la judaización.
El protestantismo, la mayor heterodoxia judaizante de la historia, no pudo ser extirpado y escindió a la Cristiandad. La Reforma inició un vasto proceso subversivo que no se limitó al ámbito religioso y condujo al racionalismo y a las Revoluciones Francesa y Rusa. Los efectos de este proceso inconcluso alcanzan a todos los pueblos. Es imprescindible, por tanto, el conocimiento de la historia y características de la judaización del cristianismo, que culmina en la Iglesia Postconciliar. Sólo así se tendrá un panorama verídico del pasado, sin el cual no es posible entender el aciago presente y, menos aún, evitar un futuro que se avizora más trágico.
A ese estudio dedicóse largos años el autor y en este primer volumen examina -en forma sucinta, pero integral y ampliamente documentada- los siguientes temas: el anticristianismo judío; el carácter judaico de las principales herejías primitivas; las sectas judaizantes de la Pre-Reforma; su relación con el antipapa judeoconverso Anacleto II; el anti-inmortalismo averroísta y alejandrista, el papel del confeso Pomponazzi y la escatología judía; el influjo sobre la Reforma de Erasmo, la Cabala cristiana y la controversia reuchliniana en torno a los libros judíos; la Reforma y sus corrientes: notable influencia de los comentarios rabínicos, importancia del hebreo y adopción de la Biblia Hebrea; las relaciones con rabinos; Lutero: el "Sanhedrín" de los hebraístas, Rashi y la Biblia Alemana; intrascendencia y reprobación del postrer antijudaísmo de aquél; Zwinglio y el "Israel alpino"; Juan Calvino, el préstamo a interés y el capitalismo; trasfondo judío de su doctrina de la predestinación; el probable marrano Servet, padre del antitrinitarismo moderno e inspirador de Spinoza, bebió en fuentes judías; el anglicanismo: Enrique VIII consultó a los rabinos para el divorcio que provocó el cisma; las versiones bíblicas anglicanas revelan la dependencia rabínica, p. ej., la Versión Autorizada de 1611, que influyó poderosamente en la cultura y la lengua del país; conversos y rabinos, catedráticos de hebreo y literatura rabínica en Oxford y Cambridge; decisiva participación judía en la invasión de Guillermo de Orange (1688), que derrocó al católico Jacobo I y salvó la hegemonía protestante en Inglaterra, desde entonces centro de la banca israelita de Europa; los reformistas radicales: el anabaptismo y la Nueva Sión comunista de Münster; sabatarios, mortalistas y antitrinitarios; el puritanismo o el "hebraísmo inglés": sus tendencias; la República y el Protectorado de Cromwell; el sabatarismo, el fenómeno angloisraelita y los estudios judaicos; la readmisión de los judíos profesos; los puritanos en EE. UU.: la Sión novoinglesa; legislación mosaica de la "teocracia oligárquica"; fundamento judío de la democracia; la teología pactual; el indoisraelismo; despojo y exterminio de los "cananeos" indígenas; la Revolución Americana: su ideología judaica y el protagonismo hebreo; marranismo y protestantismo; alumbrados, erasmistas y protestantes españoles; el avance reformista y los heterodoxos Papas filojudíos Alejandro VI, León X, Clemente Vil y Pío IV; la herejía en la Iglesia: cardenales y obispos partidarios del cristiano nuevo Juan de Valdés; ultima parte del concilio de Tentro: ortodoxia y heterodoxia, oposición al Santo Oficio y projudaísmo; Paulo IV y San Pío V -los Pontífices de la restauración católica- y su intransigente postura contra el judaismo, público y converso; las etapas ulteriores de la Reforma y el judaismo; gravitación de éste en el racionalismo; los enciclopedistas y el empleo de los escritos judíos anticristianos; origen judeoprotestante del sistema democrático-capitalista.
Indudablemente, esta es una obra de singular valía. Su lectura resulta obligada
TOMO II
En este segundo volumen, que aparece junto con el III, el autor estudia la profundización del carácter judaico del protestantismo clásico, así como otras nuevas expresiones judaizantes nacidas en su seno, esto es, el adventismo del séptimo día, el pentecostalismo y el influyente dispensacionalismo o milenarismo radical.
Pero la mayor parte del texto está dedicada a la nueva Iglesia Postconciliar. Se trata de un verdadero tratado integral de la misma, minuciosamente documentado, que demuestra en forma palmaria la judaización del catolicismo perpetrada desde el ilegal concilio Vaticano II, al que define, con razón, como el triunfo de los enemigos interiores de la Iglesia personificados en Juan XXIII y Pablo VI. Para su correcta intelección, Rivanera Carlés analiza las tendencias precursoras, desde el catolicismo liberal al modernismo. Y traza una línea demarcatoria entre la Iglesia preconciliar antigua y la contemporánea, cuyas serias responsabilidades en la situación actual señala.
Para entender la metamorfosis judaizante de la nueva Iglesia, el autor reproduce las antiguas y abandonadas normas eclesiásticas contra el judaísmo, que siguen vigentes y demuestran que el antijudaísmo es expresión de la ortodoxia y que, por el contrario, el filojudaísmo es herético y anticristiano. Seguidamente efectúa el tratamiento de los textos oficiales filojudíos y judaizantes a partir de la declaración Nostra Aetate, acta fundacional del judeocatolicismo. La contundente y pormenorizada refutación deja al descubierto sus falacias argumentales y los objetivos judaicos que los impulsan.
Una implacable y rigurosa indagación pone bien en claro que se trata de una nueva Iglesia judeocatólica que usurpa la autoridad y el prestigio de la Iglesia Romana, la que llevó a cabo una burda desfiguración judaica de Cristo y su doctrina, a saber: declara la necesidad de la exégesis rabínica para la comprensión de los Evangelios y la validez de la interpretación judía del Antiguo Testamento (en la que se basó el deicidio); altera de manera aviesa la Tradición; niega la divinidad de Cristo, reemplazado por un judío divinizado; agravia a la Madre de Dios, cuyo Hijo fue muerto por los judíos, con el insólito título de "Hija de Sión"; ha establecido una eclesiología judaizante, i. e., la noción judía de "Pueblo de Dios", la concepción exódica de la "Iglesia Peregrinante" y el sacerdocio de los fíeles; la Misa es ahora un banquete memorial judaico y no la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz; y se afirma que al instituir Cristo la Eucaristía se fundó en las bendiciones judías de las comidas y la partición del pan, lo que es una absoluta falsedad ya que ellas recién se introdujeron en los hogares judíos luego de la destrucción del Templo en 70; el sabatarismo dominical desalojó al Domingo cristiano, cuya significación inmemorial posee marcado carácter antijudío. Otro aspecto importante de la teología postconciliar es la denominada "Historia de la salvación" y la consiguiente espera del Mesías, noción judía por antonomasia. En cuanto al ecumenismo, el autor revela su origen judeomasónico, descubriendo, así también, que la Iglesia neojudía no propugna la Paz Cristiana sino la Shalom judía.
Una documentación que impresiona torna estéril cualquier intento de defensa por parte de la Iglesia neojudía.
TOMO III
El autor concluye aquí el detenido análisis de la nueva Iglesia judeocatólica nacida en el concilio Vaticano II. Demuestra que la escatología judaica ha reemplazado a la católica, que la inmortalidad del alma ya no existe y el reino de Dios será en la tierra, como sostienen los judíos, quienes con ese eufemismo designan el gobierno universal mesiánico. Y precisamente el gobierno mundial suplantó en la Iglesia Postconciliar a la idea de Cristiandad. Así también la democracia -enemiga de la Fe, esclavizadora del pueblo y destructora de la Nación-, condenada en el pasado, es ahora un dogma. En tanto el corporativismo fue abandonado en beneficio del capitalismo y la usura, hoy reivindicada por estos supuestos servidores del pueblo. Paralelamente se aprobó con entusiasmo la alianza con el marxismo ateo, financiado por los banqueros y feroz tirano de los trabajadores. Asimismo, los judíos hasta ayer deicidas, que "no agradan a Dios y están contra todos los hombres" (1 Tes 2,15), especialmente contra los cristianos, se convierten en "nuestros hermanos mayores", etc.
Rivanera Carlés señala que los artífices de la Iglesia Postconciliar son el filojudío Roncalli, el converso Montini y su muy probable conracial Wojtyla. Tras analizar la genealogía marrana de Pablo VI y su reiterado uso del joshén que llevó Caifas, el Sumo sacerdote judío que condenó a Cristo, acerca de Juan Pablo II afirma que lo difícil no es probar que es converso sino que no lo es, para lo cual observa que su apellido materno es empleado por los judíos, estudia sus amigos y relaciones, los llamativos actos judaizantes, la inexplicable e íntima amistad con el hebreo Kluger, el papel de ambos en el reconocimiento del Estado de Israel, el estrecho trato con su vocero, el marrano Joaquín Navarro Valls, la gran contribución de Wojtyla al mito del Holocausto, su afición por la literatura rabínica, su insólita exaltación de Maimónides -apologista del deicidio, maldecidor de Cristo y célebre por su odio terrible al cristianismo- que lo llevó al extremo de falsificar un texto suyo para presentarlo como favorable a los cristianos, así como el deslumbra miento por los filósofos judíos Buber, Rosenzweig, Levinas y Edith Stein, fingida conversa y falsa santa. Por otra parte, señala que la filosofía de Wojtyla, la fenomenología, es judía y anticatólica. Y prueba, además, que su anticomunismo no es tal.
Según hizo en el anterior volumen, desenmascara la heterodoxia de Ratzinger, cuya dimensión se advierte en la antología sumaria de sus escritos que agrega. Y en dos extensos capítulos efectúa una amplia exposición de la nueva teología judeocatólica, a través de la minuciosa indagación de los textos de sus principales representantes, mostrando que rechaza todos los dogmas católicos al tiempo que adopta posiciones extremadamente judaizantes, que incluyen la filosofía dialógica, el deconstruccionismo, la Cabala cristiana y hasta el hermetismo... del Tarot, promovido por Balthasar, el estrecho amigo de Ratzinger muy admirado por Juan Pablo II.
El anteúltimo capítulo saca a luz la observancia ritual judía que ya se cumple en la Iglesia Postconciliar con el visto bueno del Vaticano. Cierra el libro el análisis del noeísmo, etapa final del proceso, cuya doctrina se encuentra apenas encubierta en el Catecismo de la Iglesia Católica y consiste en una especie de judaismo para gentiles, que desde 1995 se está organizando en todo el mundo y tiene su epicentro en el Instituto Noah de Jerusalén. Su finalidad, expuesta en numerosos escritos, es clara: el "catolicismo de Israel" suplantará al catolicismo de la Iglesia. ¿Fantasía? El 20-111-1991, en igual fecha que surgió el movimiento noéico, el presidente Bush promulgó la Ley Pública 102-4, votada por unanimidad en el Congreso, que declara que los llamados preceptos de Noé, vale decir, una norma talmúdica, constituyen el fundamento del país y de la civilización.
Rivanera Carlés culmina así La Judaización del Cristianismo, erudita investigación de más de quince años -hecho inusual en estos tiempos- que ya fue calificada de "obra maestra" al conocerse el volumen primero. Se trata del único tratado integral sobre la Iglesia Postconciliar neojudía que usurpa el nombre y la autoridad de la Iglesia Romana. Una documentación que impresiona torna estéril cualquier intento de defensa por parte de la misma.
El estado en que se encuentra hoy la Iglesia Católica interesa no sólo a sus miembros, sino a todos los hombres preocupados por el destino de la civilización, puesto que su influjo es y ha sido inmenso y, sobre todo en Occidente, gravita sobre nuestras vidas sin que muchas veces lo advirta mos. De ahí que el estudio de su judaización, o sea, del cambio más absoluto de su ser, resulta inesquivable y esencial. Porque ahora ya no es la mayor adversaria del judaísmo sino que, mediante la conjura victoriosa de sus enemigos postconciliares, ha sido transformada en uno de los instrumentos fundamentales de aquél para su hegemonía planetaria.
ADEMAS INCLUYEN
El Régimen Nacionalsocialista y la Iglesia Católica
Este sintético estudio había sido originalmente previsto para
ser incluido en La judaización del cristianismo y la ruina de la civilización,
vol. II, cap. 31, pero a fin de no engrosarlo en exceso, decidí publicarlo
aparte. Si pasara por alto esta cuestión, dicho libro se libraría de las
críticas y del rechazo de no pocos tradicionalistas desinformados y mal
formados. Si hubiera procedido así, incurriría en deshonrosa claudicación al
ocultar un aspecto importante que investigué exhaustivamente, el cual revela,
sobre todo, el oportunismo, las claudicaciones doctrinales que expuse ya, y
otros graves hechos en que incurrió el Papado frente a los vencedores de 1945.
Las relaciones entre el Estado Nacionalsocialista y la
Iglesia Católica han sido falsamente presentadas por la propaganda de los
aliados democrático-comunistas, a la cual adhirió, tras la derrota alemana, la
Iglesia local y universal. Esto ha hecho que muchos tradicionalistas sean
víctimas involuntarias de la versión impuesta por los enemigos del catolicismo
y del nacionalismo. Desde luego, no puedo hacer aquí un estudio detallado de
esta materia, sino únicamente trazar sus lineamientos esenciales.
Por supuesto que para entenderla, es menester abordar
también las relaciones de la Iglesia con el régimen mussoliniano y su posición
ante el fascismo en general.
ÍNDICE
Prólogo..............................................................................................................11
La Iglesia y la Italia
Fascista...................................................................13
La Iglesia y el Estado
Nacionalsocialista..............................................16
Los problemas con la Iglesia
...............................................................25
A. EL HIPERRACISMO RELIGIOSO DE ALFRED
ROSENBERG....................... 25
B LAS ASOCIACIONES
CATÓLICAS............................................................... 29
C. LA DESTITUCIÓN DE
FUNCIONARIOS CATÓLICOS................................ 32
D. LA PRENSA
CATÓLICA.........................................................................
32
E. LAS LEYES DE
ESTERILIZACIÓN Y EUTANASIA.................................. 33
4. Apoyo de la
Iglesia a los aspectos principales del Régimen Nacionalsocialista.........34
A. EL ANTIJUDAÍSMO..............................................................................
35
B LA DOCTRINA
RACIAL..........................................................................
36
C. LA LUCHA CONTRA EL
BOLCHEVIQUISMO......................................... 40
D. LA POLÍTICA EXTERIOR.........................................................................
42
E. LA NACIÓN EN
GUERRA.........................................................................
44
F. ADOLF
HITLER.........................................................................................
48
CONCLUSIÓN.............................................................................................
51
5. La actitud del
Vaticano..........52
PÍO
XI..................................................................................................
52
PÍO
XII...................................................................................................
53
PRÓLOGO
Este sintético estudio había sido originalmente previsto
para ser incluido en La judaización del cristianismo y la ruina de la
civilización, vol. II, cap. 31 (1), pero a fin de no engrosarlo en exceso,
decidí publicarlo aparte. Si pasara por alto esta cuestión, dicho libro se
libraría de las críticas y del rechazo de no pocos tradicionalistas
desinformados y mal formados. Si hubiera procedido así, incurriría en
deshonrosa claudicación al ocultar un aspecto importante que investigué
exhaustivamente, el cual revela, sobre todo, el oportunismo, las claudicaciones
doctrinales que expuse ya (2), y otros graves hechos en que incurrió el Papado
frente a los vencedores de 1945.
Las relaciones entre el Estado Nacionalsocialista y la
Iglesia Católica han sido falsamente presentadas por la propaganda de los
aliados democrático-comunistas, a la cual adhirió, tras la derrota alemana, la
Iglesia local y universal. Esto ha hecho que muchos tradicionalistas sean
víctimas involuntarias de la versión impuesta por los enemigos del catolicismo
y del nacionalismo. Desde luego, no puedo hacer aquí un estudio detallado de
esta materia, sino únicamente trazar sus lineamientos esenciales.
Por supuesto que para entenderla, es menester abordar
también las relaciones de la Iglesia con el régimen mussoliniano y su posición
ante el fascismo en general (3).
Federico Rivanera Carlés
Ciudad de la Trinidad (Buenos Aires), Mayo de 2008.
2 Rivanera Caries, ob. cit., vol. II, cap. 31.
3 Me refiero al fascismo como fenómeno universal, por tanto,
comprendo en tal nombre, aparte del movimiento italiano, al nacionalsocialismo,
el nacionalsindicalismo, el nacionalismo (nombre que se le da en varios
países), etc.
NUESTRA IDENTIDAD HISPÁNICA Y LA CONJURA INDEPENDENTISTA
MARRANA
Gran parte del texto debió aparecer como prólogo del libro
de José Luis Jerez Riesco, Voluntad de Imperio. La Falange en Argentina (1),
pero no fue posible debido a que el editor está procesado por el terrorismo
ideológico democrático, que impide la menor crítica al judaísmo. Si bien
algunos hechos históricos están referidos a Argentina, como se trata de una
situación que se repitió en toda la América Española, he coincidido con los
camaradas mejicanos en la conveniencia de su publicación, ya que mi trabajo
inédito La independencia de América: una subversión marrana contra España, por
el momento no va a publicarse.
Es un escrito harto breve para un tema tan vasto, pero
analiza sus elementos básicos, por un lado, el significado real de la filiación
histórica de Hispanoamérica, y por el otro, demuestra por vez primera que la
independencia de España fue una conjura de la internacional marrana, cuyo
resultado ha sido el sometimiento de nuestros pueblos a la Inglaterra judía, a
la que luego sucedió Estados Unidos, que bien debería llamarse Estados Judíos
de América.
Federico Rivanera Carlés
Ciudad de la Trinidad (Buenos Aires) (2), 1 de mayo de 2008.
Notas:
1. Ediciones Nueva República, Barcelona, 2007.
2. Erróneamente suele llamarse Santa María del
Buen Aire a esta ciudad, pero es el de la primera fundación. Juan de Garay la
bautizó "Ciudad de la Trinidad, puerto de Santa María de Buenos
Aires", que por su extensión se abrevió en los documentos oficiales, a
partir del gobierno de Felipe II. El nombre nunca se modificó, pero fue
deliberadamente abandonado por el marranismo dominante, en razón de que el
trinitarismo es el dogma antijudío por excelencia. Esto ha permitido que a sus
habitantes se los denomine impropiamente porteños y no trinitarios.
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