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La presente es una obra editada por el N.S.D.A.P. en 1934, destinada a explicar la política económica del III Reich e intentar comprenderla a la luz de la cosmovisión Nacionalsocialista.
Tal compresión le resulta esencial desde el momento en que la economía es, para el Nacionalsocialismo, sólo un medio procurado en función de fines más elevados, un sistema dirigido a un fin, pero jamás un fin en si mismo. Tampoco puede esta ser divorciada de los fundamentos de esta cosmovisión pues sólo en pos de estos adquiere una entidad digna de atención. En la concepción nazi la causa, el objeto y el fin del poder político es la Volksgemeinschaft, esto es, la comunidad nacional organizada sobre la base del Volk. Este volk, si bien puede ser traducido como pueblo, en realidad se trata de una comunidad histórica racial portadora de valores eternos que dan fisonomía y fuerza anímica al conjunto, a la vez que sirve como guía para un camino ideal de realización en su propia herencia.
No se trata, entonces, de que la economía procure ventajas materiales a los individuos, no se trata, en ningún caso, de colocar en primer lugar la mejor y más barata provisión de bienes, sino que están decididamente en primera línea los valores eternos del Volk y, a resguardo de este, la salvaguardia de la independencia y del valor nacional. La nueva política económica, en consecuencia, nunca debe considerar la rentabilidad inmediata y debe estar siempre ligada a los valores y al sentimiento de la vida que conforman la Cosmovisión Nacionalsocialista.
Las tan declamadas teorías económicas, basadas en cálculos materiales, nada tienen que hacer aquí. Hitler mismo, como enfáticamente proclama en algunos de los discursos que extractamos como anexos, se convierte en enemigo de estas sacrosantas teorías, y de sus bien pagados “especialistas”, panegiristas del dios dinero, en tanto estas no sirven al pueblo sino que se edifican alrededor de conceptos mercantilistas que sólo lo llevan de crisis en crisis, sino lisa y llanamente a la miseria. Cuando estos “especialistas” en economía se horrorizaban porque Hitler pensaba transgredir las leyes económicas y trastocar el equilibrio económico, Hitler se horrorizaba de que existiendo comida y trabajo la gente muera de hambre o sufra necesidades. Para él, el dinero sólo vale en tanto que se corresponde al trabajo y la producción. De no ser así, es apenas un papel sin valor que ni se puede comer ni logra brindar algún otro servicio considerable a las necesidades vitales, y mucho menos puede ser condicionante de la vida de un pueblo.
Así fue que la economía retomó su orden natural y el patrón oro fue suplantado por el patrón trabajo. Las relaciones comerciales ya no fueron guiadas por el interés del mercado, donde hasta las necesidades más elementales son tratadas como mercancías que se venden y se compran al mejor postor, sino que debían estar mediadas por los valores del Volk, como el honor y la lealtad, junto a la conciencia de responsabilidad por la comunidad.
Tras unos simples y lógicos conceptos, logrando que todo el mundo los entendiera, sacó a Alemania de la peor crisis económica de su historia para colocarla en lo más alto del conjunto de naciones, reocupando a más de 6.000.000 de desocupados, alimentando y generando bienestar entre el pueblo, colmándolo de beneficios, pero sobre todo restituyéndole sus valores y dignidad. Ante esto deben callar sus detractores. Por temor a este ejemplo todos los poderes financieros y políticos que hoy rigen el mundo enriqueciéndose sin límites, se aunaron para combatirlo, ridiculizarlo y desprestigiarlo reescribiendo la historia.
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