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El Holocausto bajo la lupa es un libro del suizo Jürgen Graf
que consiste en una recopilación de los argumentos revisionistas al estado de
1992. El autor llena un vacío, dado que los numerosos libros revisionistas
tratan casi exclusivamente aspectos individuales del Holocausto, faltando hasta
el momento una exposición integral del tema.
Testimonios oculares versus leyes de la naturaleza
Los revisionistas cuestionan las siguientes y habitualmente
creídas afirmaciones:
Que hubo un plan para el exterminio de los judíos.
Que existieron "campos de exterminio" con cámaras
de gas.
Que murieron 5 a 6 millones de judíos durante el régimen de
Hitler.
La meta de los revisionistas no es disimular hechos de
violencia realmente ocurridos, sino llegar a la verdad histórica. Por lo tanto,
se definen por la "verdad histórica" y contra la "verdad
política"
Introducción a la edición en castellano
En el mundo de habla hispana también hay una nueva
generación que está convencida de que la libertad de pensar y de expresar su
opinión es uno de los pilares de la democracia. Este pilar corre peligro si se
comienza a perseguir a ciudadanos cuya opinión respecto de sucesos históricos
no concuerda con la "historia oficial".
Los argumentos que presenta Jürgen Graf en este libro pueden
ser valederos. Los que creen en la democracia deberían poder presenciar un
debate entre los que él llama exterministas y revisionistas. Al no poder
hacerlo, la supresión de todo tipo de cuestionamiento acerca del holocausto,
sea por leyes "ad hoc", sea por la fuerza física, son de por sí
fuertes argumentos en favor de los revisionistas.
Dice la leyenda que el prócer argentino Domingo Faustino
Sarmiento, al cruzar la Cordillera de los Andes para exiliarse en Chile,
escribió en una roca: "Bárbaros, las ideas no se matan."
Que así sea.
Prefacio
De todos los supuestos crímenes nacionalsocialistas, el
genocidio de los judíos, el Holocausto, es el que produjo el mayor impacto en
la conciencia de la humanidad. Para la generación actual resulta incomprensible
que, a la sazón, el mundo entero haya guardado silencio aun al percibir lo que
pasaba y se hiciera así cómplice del crimen.
La dimensión real de estas supuestas atrocidades sólo quedó
revelada a través de los juicios por crímenes de guerra.
Los testimonios de los supuestos testigos y las confesiones
de los perpetradores pusieron en descubierto un escenario del horror que ha
sacudido a la humanidad. Los hechos comprobados por las indagaciones judiciales
y el examen de pruebas eran tan elocuentes que los tribunales alemanes rechazan
hoy día categóricamente toda proposición de prueba por la no existencia de
cámaras de gas, dada la "notoriedad del estado de cosas".
El Holocausto marcó moral y políticamente la época de
posguerra; se lo incluye en todos los textos escolares como un hecho
inamovible. Millones de personas peregrinan hacia los lugares conmemorativos
(Auschwitz, Dachau, etc.), para manifestar su consternación.
Sin embargo, una y otra vez surgen voces que expresan dudas
acerca de la presentación oficial de la historia y cuestionan la confiabilidad
de las fuentes utilizadas.
¿Podría ser que haya habido cosas que pasaron inadvertidas
en cuanto al Holocausto? ¿Sería posible que aquéllos que hasta ahora se habían
ocupado de esta temática, se hayan dejado influir por la aparente
"notoriedad del estado de cosas", hasta tal punto que desistieron de
verificar algo que ya había quedado fijado en los libros de historia en forma
terminante y obligatoria por siempre jamás?
En resumidas cuentas, ¿es aún posible tener dudas? ¿Serían
acaso una afrenta al sentido común de la gente?
Sobre la base de las "innumerables pruebas",
debería de ser fácil refutar los argumentos de los que dudan.
¿Por qué se teme, como el diablo al agua bendita, un debate
público sobre el Holocausto con los revisionistas?
Ciertos Estados promulgaron leyes especiales para restringir
la libre expresión tan sólo con respecto al Holocausto. ¿Debería, acaso, la
mordaza reemplazar la falta de argumentos? ¿Quién podría estar interesado en
convertir en tabú el Holocausto —como único hecho histórico— y sustraerlo a una
crítica investigación histórica?
Acaso, ¿no notamos que existen episodios históricos que son
apreciados sólo después de décadas, a veces sólo después de siglos, con la
indispensable distancia emocional y con la adecuada escrupulosidad científica?
Ejemplos no faltan. Tan sólo en las últimas décadas, la parte romántica de la
fundación de la Confederación Helvética, que nos narraba el ataque a las
fortalezas feudales y la expulsión de los tiranos, se remitió al reino de las
leyendas. Hoy sabemos que la hasta entonces válida exposición tenía el
propósito de crear un mito nacional por medio de una "indoctrinación
político-nacional".
Gracias a un minucioso estudio de las fuentes, también se ha
logrado ver la historia reciente desde un nuevo enfoque.
Generales como Guisan y Wille, consejales federales como
Pilez-Golaz se vuelven a analizar. La investigación histórica obliga a un
continuo análisis (revisión) del concepto de la historia. Por el asesinato en
masa de 4000 oficiales polacos en Katyn (1940) habían sido culpados los
nacionalsocialistas; hoy está comprobado que Stalin fue quien lo ordenó.
No hay tema en la historia que no pueda discutirse
abiertamente ...¡excepto el Holocausto!
¿Qué hubiera sido si se hubiese prohibido, so severa pena, toda
investigación ulterior y discusión pública referente a todas las personas y
acontecimientos históricos anteriormente mencionados? ¿Cuán serios pueden ser
los tratados de historia si "trabajos historiográficos" negligentes o
tendenciosos de la primera hora son adoptados en forma irreflexiva por
generaciones de historiadores posteriores, copiándose y citándose simplemente
lo ya publicado? ¿Qué puede esperarse de historiadores que por "razones de
pedagogía social" pretenden escatimar al público nuevos conocimientos,
porque la versión conocida hasta la fecha, que no responde a la verdad,
sustenta mejor la tambaleante estructura del edificio ideológico? ¿Modelamiento
de la historia para mantener una determinada visión política del mundo?
El autor de este libro no es un historiador académico; sólo
ha recopilado material existente de las fuentes —especialmente los testimonios
de testigos oculares—, llegando de esta manera a resultados unívocos.
Los testimonios absurdos de los testigos se contradicen con
las leyes de la naturaleza y la lógica humana. Si se da crédito a las
exposiciones de los testigos oculares, en el Holocausto se trataría de un
MILAGRO, pues las leyes de la física, la química y de la técnica quedarían
anuladas.
¿Se pretenderá ahora convertir este "milagro" en
dogma, sustrayéndolo a toda critica?
En el anteproyecto a la "ley antirracismo", que el
Consejo Federal suizo presentó al Parlamento, ¡se penaliza toda crítica
referente a la veracidad del Holocausto con multa o prisión!
¿Se quiere censurar nuestros pensamientos y perseguir a
disidentes por su "opinión equivocada"? ¿Queremos establecer una
inquisición para la caza de herejes, imitando a los fundamentalistas islámicos
que han fijado una recompensa por la cabeza de Salman Rushdie? ¡Orwell los saluda!
Lea críticamente este libro bien documentado para que pueda
formarse una opinión propia.
Felicitaciones. Eso hay que hacer, estudiar, comprender, difundir. ¡La verdad os hara libres!
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