Costo para la República mexicana $140 + $60 de envío
Costo para EUA, Canadá, Centroamérica y caribe 15 dólares
Europa 16 euros
Sudamérica 18 dólares
Envíos incluidos
Envíos a todo el mundo.
Peso 250 gr.
Pags 70
Pasta blanda
Los medios de desinformación se han empeñado en presentar a
la Waffen SS como una banda de asesinos sedientos de sangre y a sus miembros no
alemanes como despreciables traidores a la patria.
Sin embargo, Erik Arnal la presenta como un heroico ejército
que luchó por una nueva concepción del mundo y de Europa en particular: ni
criminales, ni mercenarios, ni traidores, los voluntarios de la Waffen SS,
constituyeron los soldados revolucionarios que –superando el artificial marco
del patrioterismo burgués – lucharon, con un heroísmo sin limites, por salvar
la civilización occidental y fundar una Nueva Europa, comunitaria y libre, más
allá del capitalismo envilecedor e inhumano de signo bolchevique o demoliberal.
Auténtico combatiente y protagonista de la trágica epopeya,
el SS Untersturmführer Eric Arnald nos ha entregado con LA SS EUROPEA un
documento fundamental para comprender la verdadera naturaleza del Ejército
Europeo.
ÍNDICE
LOS ORIGENES
SOLDADOS POLÍTICOS
SANGRE Y SUELO
LAS «WAFFEN-SS» GERMANICAS
LAS «WAFFEN-SS» ARIAS
LA «WAFFEN-SS» PANEUROPEA
LA «WAFFEN-SS» MULTIRRACIAL
EUROPA EN BERLIN
INTRODUCCIÓN
En los años que precedieron la toma del poder, el N.S.D.A.P.
disponía de dos organizaciones paramilitares: las "Secciones de
Asalto" («Sturm Abteilung» o "S.A."); y los "Grupos de
Protección («Schutz Staffel» o "S.S."). Como lo indican, por sus
respectivos nombres, la "SA" había sido creada para la lucha
callejera contra las brigadas armadas del Frente Rojo y la policía de la
República de Weimar, mientras que la "SS", tenía como misión proteger
a los jefes, las reuniones y los locales del Movimiento. Por supuesto, en esta
primera fase del proceso revolucionario, la ofensiva era mucho más importante
que la defensa y la SA desempeñaba un papel preponderante.
La situación cambió
una vez alcanzado el Poder. Ya no había nada más que conquistar mediante la
fuerza y por las armas. Por el contrario, ahora era imprescindible asegurarse
la protección, no ya solamente del Partido, sino también del Estado; y, de modo
más general, de la Revolución. La SA tuvo que ceder el paso a la SS, lo que
algunos de sus jefes no aceptaron de buena gana.
Esta situación
desembocó en la misma "Noche de los Cuchillos Largos", en la cual
HITLER sofocó violentamente, con la SS, un conato de sublevación encabezado por ROEHM, Gregor STRASSER y
otros. Esto aseguró, de un modo
definitivo, la supremacía del "Cuerpo Negro" («Schwarze
Korps»), dentro del Partido y del Estado. Supremacía esta tanto más efectiva en
cuanto que HITLER confió además en el mando supremo de la policía, al mismo
«Reichsführer-SS» Heinrich HIMMLER. De esta forma, la fuerza de seguridad del
propio Estado pasó a depender de la sólida fuerza de seguridad del Movimiento.
Cuando Alemania,
ante la guerra que visiblemente parecía se aproximaba, ya empezó a rearmarse,
sólo contaba con ese ejército de cien mil hombres mal armados que el
"Tratado de Versalles" le había permitido conservar. Pero, eso sí,
serían cien mil hombres magníficamente instruidos, donde los meros soldados
rasos tenían una preparación similar a la de un buen suboficial de otro país, y
así habían sido seleccionados y bien formados, por el anterior gobierno
democrático... Muchos oficiales, por otra parte, habían recibido su mejor
instrucción en la Unión Soviética. Por más que se hubieran reincorporado
oficiales y suboficiales de la Primera Guerra Mundial, casi todos rozando los
50 años de edad, la nueva «Wehrmacht» (Poder armado), encuadraba a muchísimos
hombres cuya lealtad política era altamente dudosa. Fue el fundamental motivo
que obligará a HITLER a crear la "SS"; como un ejército paralelo y
muy fiel con el que pudiera contar en cualquier circunstancia: Las «Waffen SS»
(SS armadas).
Y por cierto, no se
trataba, ni de movilizar a los miembros de las «Allgemeine SS» (SS generales;
es decir, la SS del tiempo de paz), indiscriminadamente, ni muchísimo menos,
constituir con ellos una especie de "policía militar", sino por el
contrario de formar un cuerpo de élite, que reuniendo una eficacia excepcional
en el campo de batalla a un óptimo ímpetu ideológico (el derivado de su sincera
identificación con el Nacionalsocialismo), sirviera como de "punta de
lanza" para la entera nación armada. Semejante ejército sólo podía
constituirse con voluntarios, pero duramente seleccionados en función de su
biotipo, su concepción del mundo, su edad y ya tras ello, sometidos a un
entrenamiento despiadado. Por eso, la historia militar de la Segunda Guerra
Mundial, es una clara evidencia de lo que se logró en este campo. El enorme
conflicto de 1939 apareció, en un primer momento, como otro más, del tipo
clásico. Un «casus belli», provocado por la diplomacia inglesa en una frontera
de Polonia; la declaración de guerra al «Reich» por parte de Gran Bretaña y
Francia, fue en virtud del juego de sus alianzas y luego una campaña militar
que opuso a los ejércitos nacionales de ambos bandos. El pacto de no agresión,
firmado entre Alemania y la Unión Soviética, reforzaba esta impresión. El
Japón, aliado de los países del Eje, mediante el pacto «Antikomintern», no se
había movido. Los Estados Unidos tampoco habían intervenido. Aún, ni siquiera
el ejército alemán, después de la campaña de Francia, había intentado cruzar el
canal de la Mancha para ocupar una Gran Bretaña, ahora manifiestamente
indefensa... Dicho con otras palabras, todo parecía indicar que Alemania
combatía meramente para repeler una agresión provocada por la querella del
corredor de Dantzig. Pero las cosas cambiaron cuando, el 22 de junio de 1941,
se desencadenó la "Operación Barbarroja". La «Wehrmacht» se adentró
en territorio soviético. Aquí, ya no se trataba de un "conflicto entre
naciones" típico, que defendían o aparentaban defender sus legítimos intereses, sino de un choque de
bandos ideológicamente ahora bien definidos:
por un lado, los países demoplutocráticos, liderados por los Estados Unidos, con su aliado marxista; por
el otro, una Europa nueva y
revolucionaria, encabezada por Alemania. Ya resultaba difícil
permanecer neutral.
En casi todos los
países del viejo continente entonces había desde tiempo antes de la guerra,
movimientos o partidos que, por su doctrina, tenían bastante en común con el Nacional-Socialismo
alemán. Muy varios antisemitas, anticomunistas, anticapitalistas y
antidemocráticos, aspiraban a establecer regímenes más o menos revolucionarios
y a la vez, nacionalistas y socialistas.
Algunos de ellos
-como los de Italia y España-, estaban el poder. Hasta, no sin reservas, se
encontraban en el mismo bando que Alemania. Otros, como Rumania con su "Guardia de
Hierro", simpatizaban muy abiertamente con la política de Berlín. Otros más, como Bélgica,
con el "Rex", estaban tironeados entre dos diferentes lealtades, la
territorial y la ideológica. Y no faltaban los que, en virtud de su nacionalismo,
manifestaban un antigermanismo rabioso, y en especial la "Acción
Francesa"; aunque cuya doctrina, vía Italia, había influido de modo
marcado en el Nacional-Socialismo alemán.
Había, en fin,
diferentes movimientos nacionales cuyas posiciones ideológicas no estaban aún
claramente definidas, pero que aspiran a la independencia de sus países,
sometidos a un poder extranjero que les oprime (el "V.N.V." flamenco,
en Bélgica; o la "Ustascha" croata, en Yugoslavia); y por eso no
vacilarían en plegarse a los postulados doctrinarios de quienes les dieran la
libertad.
Las inquietudes
suscitadas por el "Pacto Hitler-Stalin", con los comprensibles
escrúpulos nacionales, que paralizaban entonces a los movimientos y partidos
del tipo nacional-socialista, en los países no aliados de Alemania, se
desvanecieron en junio de 1941. Ya no se trataba de saber por dónde debía
correr una frontera muy discutida ni, en los países que Alemania acababa de
vencer, estar alimentando revanchismos militares de otra época sino de combatir
todos reunidos y aceptando el liderazgo impuesto por la historia, contra el
enemigo común y de echar así los cimientos de la futura Europa unida que
pregonaba la propaganda alemana (a veces, no sin segundas intenciones, en estos
primeros momentos). En toda Europa occidental (menos en Portugal, por las
presiones de Gran Bretaña, y en Irlanda, por razones geográficas), los Estados
o Movimientos crearon legiones de voluntarios que se pusieron a las órdenes del
alto mando alemán. Simbólicamente, justo la primera de ellas fue la
"L.V.F." (o sea la "Legión de los Voluntarios Franceses contra
el Bolchevismo"). Luego, no tardaron en constituirse las unidades formadas
por los prisioneros de guerra soviéticos (pertenecientes a las diversas
nacionalidades de la U.R.S.S.; sometidas por ella) muchos de los cuales se
rindieron y habían entregado sin combate; precisamente con el propósito de
alistarse en el Ejército Alemán. Así la "Legión Armenia", la
"Legión Tártara" y varios regimientos de cosacos, etc., etc.; y ésto
sin hablar de los ucranianos, como de los rusos propiamente dichos. Esto a
pesar de las vacilaciones y, a veces, de la total incoherencia de las
autoridades alemanas, que fluctuaban entre una "política de
nacionalidades", que tendía a dividir el antiguo Imperio Ruso, y el apoyo
a los nacionalistas panrusos del General
VLASOW... Mencionemos aún los «Schutzkorps», formados en Servia, pero
con rusos blancos, y donde se
alcanzaron los efectivos de una división. De todas estas unidades, dos tenían,
desde el punto de vista jurídico, un
estatuto especial, pues habían sido creadas por unos Estados soberanos:
la "Legión de los Voluntarios
Franceses contra el Bolchevismo", y la "División Azul" española. Las demás estaban
constituidas en países ya ocupados por el
ejército alemán, y sólo dependían de este último. Pero este matiz en lo
legal desaparecía en el terreno práctico; puesto que, todas resultaban
incorporadas en la «Wehrmacht» como regimientos regulares.
Decir que el
"O.K.W." (Gran Estado Mayor Alemán), se alegró mucho de la llegada de esos voluntarios extranjeros
sería un neto abuso de palabra... Si la incorporación de los que hablaban algún
idioma germánico no suscitó mayores aprensiones, no paso lo mismo con los
franceses y los valones. El Alto Mando Militar Alemán era radicalmente
pan-germanista, no nacionalsocialista; así, para él, la mera lingüística
primaba, evidentemente, sobre la raza. No muy diferente, por otro lado, era la
evidente actitud de muchos altos funcionarios del Estado e, inclusive, de altos
jefes del Partido. ¿Cómo explicar, si no, que Alemania haya retenido, hasta el
final no sólo a 2.500.000 prisioneros de guerra franceses, sino también a los
mismos valones, cuando liberó de inmediato a los flamencos? La frase que se
atribuía al General VON BRAUCHITSCH que por aquel entonces era comandante en
jefe de la «Wehrmacht», sea la hubiera pronunciado o no, era:
"¿Franceses?. Les haremos descargar bolsas de papas" y ésto reflejaba
perfectamente la mentalidad imperante. ¿No había sido el reclutamiento para la
"L.V.F." concienzudamente frenado por la embajada alemana en París; e
incluso solapadamente saboteado por el Servicio de Sanidad de la «Wehrmacht»?.
Nada más comprensible, por lo demás. Porque todos los oficiales superiores del ejército alemán,
excombatientes de la Primera Guerra Mundial, sólo veían en esta Segunda una
simple revancha patriótica. Y así, "Europa" no pasaba para ellos, de
ser "un hábil falso invento del diabólico Dr. GOEBBELS".
No así, por cierto,
el «SS-Reichsführer», Heinrich HIMMLER, que sí que creía en Europa. Una Europa,
sin duda, bajo conducción alemana, pero una Europa federativa, y en la cual,
cada comunidad de raza aria tendría los mismos derechos y obligaciones que
todas las demás. HIMMLER en persona y muy de cerca, seguía la actuación de las
legiones de voluntarios extranjeros y, en especial, de las que no pertenecían
al "mundo de habla germana". Quedó estupefacto cuando comprobó el
comunicado del Ejército Rojo: "En el río Bobr, unas unidades blindadas
pertenecientes al segundo frente de Rusia Blanca han tropezado con la
resistencia encarnizada de dos bravas divisiones francesas". ¿Dos
divisiones francesas? ¡Tres compañías de la "L.V.F." y que durante
tres días, habían detenido el avance de todo un ejército!.
HIMMLER quería hacer
a esta gran Europa. ¿Por qué no empezar con forjar un gran ejército europeo?.
¿Por qué no abrir las filas de las «Waffen SS» para todos los voluntarios,
aunque no alemanes pero del mundo occidental, unidos por una raza, una
civilización, y una historia comunes?. HIMMLER no ignoraba, por cierto, que iba
a tropezar con muchas resistencias, en su mismo Estado Mayor. Con los
escandinavos y hasta con los holandeses y flamencos, no había habido problemas:
eran "especies de alemanes". Con los bosníacos, tampoco sería
difícil: su país ya había formado parte del imperio austrohúngaro. Pero, ¿y con
los ex-enemigos? HIMMLER no temía las resistencias y hasta estaba acostumbrado
a quebrarlas... Decidió, pues, constituir la "brigada de asalto
francesa". Ya hacía tiempo que Joseph DARNAND, jefe de la Milicia Francesa
-una organización paramilitar ya creada por el mariscal PETAIN- se lo había
pedido.
Un año va pasando, y
desde ese mes de septiembre de 1943 que vio nacer la «Sturmbrigade Frankreich», se constituyen
otras más, rápidamente, como unidades
diferenciadas. Pero el gran cambio se da en 1944, como consecuencia del
atentado contra el «Führer»... Altos jefes del ejército regular han tomado
parte en la traición. Con ello, la «Wehrmacht» ya no es segura al «Reich».
HITLER sólo puede
contar incondicionalmente con las «Waffen SS»; también con las unidades de no
alemanes, pero voluntarios y que combaten por sus ideales nacionalsocialistas.
HIMMLER rápidamente aprovechará la oportunidad: Presenta al «Führer», que lo
firma sin vacilar, un decreto por el que pasan a la «Waffen SS» todas las
unidades no alemanas de la «Wehrmacht», salvo las que se constituyen con
voluntarios oriundos de la Unión Soviética, y para las que esta incorporación
será selectiva. Se reagrupan, por nacionalidad, a elementos dispersos. Así se
reúnen la "L.V.F." (Regimiento 638, de la «Wehrmacht»), la
"Brigada de Asalto Francia" con unidades de la "Milicia
Francesa", replegadas en Alemania, en la llamada "División de
Granaderos Blindados de las Waffen SS
Carlomagno". Inclusive, se incorporan en las «Waffen SS», unidades
militares propias y procedentes de países antes aliados -Italia, Hungría,
Rumania-, cuyos gobiernos han caído o vacilado.
A fines de 1944, al
lado de dieciséis divisiones alemanas, la «Waffen SS», comporta tres divisiones
de «Volkdeutsche» (son la «Prinz Eugen» o "VII División Alpina"; la
«Maria Theresia» o "XXII División de Caballería" y la «Karstjager»,
"XXIV División Alpina), y diecisiete de otro origen: dos son
predominantemente escandinavas (la «Wiking» o "V División Blindada",
y «Nordland» u "XI División
Blindada"), dos croatas, formadas con musulmanes de Bosnia (la «Handschar»
o "XIII División Alpina", y la «Kama» o "XXII División"), una ucraniana («Galizien» o
"XIV División"), dos letonas (la
«Lettland» o "XV División" y la «Latvia» o "XIX
División"), una estonia («Estland»
o "XX División"), una albanesa (la «Skanderbeg» o "XXI 21º
División Alpina"), tres húngaras (la «Hunyadi» o "XXV División",
la «Hungaria» o "XXVI División", con? una tercera División en
formación, sin nombre ni número oficial), una flamenca (la «Langemarck» o
"XXVII División"), una valona (la «Wallonie» o "XXVIII División"),
una italiana (la «Italia», como la "XXIX División"), una rutena (la
«Sigling» -antes, denominada como la «Weissruthenien»-, o "XXX
División"), una francesa, pero que incorpora, además, a miles de españoles
de la «Legión Azul», producto de la "División Azul" o 250 División de
la «Wehrmacht», tras desaparecer oficialmente la ayuda del régimen franquista
al «Reich» (la «Charlemagne» o "XXXIII División"), y dos holandesas
(la «Nederland» o "XXIII División" y la «Landstorm Nederland» o
"XXXIV División").
A esas grandes
unidades, hay que agregar otras unidades que son igualmente de las «Waffen SS»,
como una "Brigada de Asalto", rusa-blanca; un "Batallón de
Esquiadores", noruego; un "Batallón Servio", un
"Batallón" de griegos, dos
"Batallones" de rumanos", dos "Batallones" de
búlgaros, un "Batallón" de bretones, además de las "Legiones de
Voluntarios Caucasianos", una "Legión Hindú" y numerosos
"Einsatzgruppen" de muy distintas nacionalidades (y, a menudo,
multinacionales). Sin hablar ya de las tres "Divisiones Montadas", de
caballería cosaca que gozarían, en las «Waffen SS», de un estatuto especial y
«sui generis».
Merece una mención
aparte la gran «Sankt Kreuz» de polacos, una "Brigada" (aunque en realidad un regimiento), y
constituida por prisioneros, hechos tras la sublevación de Varsovia. Cuando se
vieron abandonados a su suerte por los ejércitos soviéticos, detenidos y
voluntariamente inactivos al otro lado del Vístula, muchísimos de estos
combatientes polacos habían comprendido, en el último momento, cuáles eran sus
peores enemigos y tras ello, como las «Waffen SS» les abrió sus filas, se
encuadraron dentro de ellas y en ellas que lucharon hasta el final de la
guerra.
A principios de mayo
de 1945, justo antes del final, todas las unidades militares del "Cuerpo Negro"
contaban con alrededor de 400.000 combatientes; pero, de estos, más de la mitad
no eran alemanes. Así, del millón de hombres que, a lo largo de la guerra
sirvieron en las «Waffen SS», 400.000 eran alemanes del «Reich» y 300.000
«Volkdeutsche» (los "racialmente alemanes"), mientras que 300.000
pertenecían a otras naciones arias. Esto dicho en números redondos, sumamente
aproximativos. NOTA.- La proporción existente entre solicitantes y admitidos a
las «Waffen SS», no superó jamás al 10%; o sea, 9 de cada 10, no lograban ingresar
en ésta élite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario